|
Política partidaria o institucional |
Hay ciertos temas movilizadores que se convierten en eje de dilatadas charlas informales. Y esa informalidad hace que se agoten en los mismos ámbitos en que son expuestos. Parecería ser que nosotros, a diferencia de otros actores sociales, evitamos que trasciendan. Y cuando de trascender se trata ¿quiénes están en mejores condiciones que los propios integrantes de la Policía Nacional para hablar de lo que les concierne, les preocupa y a veces hasta perjudica?
En estos últimos tiempos se sucedieron hechos puntuales que generaron reacciones inspiradas en similares sentimientos de molestia. Pero su trascendencia se concretó en algunas respuestas aisladas.
A lo que aquí se hace referencia es a las apreciaciones vertidas por un actor político en relación a las decisiones cívicas de los policías en ocasión de las elecciones internas partidarias. No se trata aquí de volver a los detalles de este asunto. Lo que motiva a la reflexión son las interrogantes que se plantean a partir del mismo. ¿Se intenta utilizar a la institución social como caja de resonancia de actividades político-partidarias, desnaturalizando de esta manera sus objetos? ¿No es esta una forma de instalar en el seno del Circulo Policial del Uruguay un problema político cuya discusión, a la postre, polarizará opiniones generando divisiones?
Debemos reconocer que nos inscribimos dentro de un contexto político. Pero en lo que a política se refiere nuestro interés debe apuntar a los aspectos que de ella nos atañen, como ser políticas internas de seguridad, políticas sociales, presupuesto, etc., manteniendo de esta forma una actitud concordante con la reglamentación vigente.
No puede ignorarse que el policía, a la hora de ejercer sus derechos cívicos, es un ciudadano más y por tanto, libre de elegir a quien quiera. Dada esta realidad, no debería juzgarse su integridad personal y profesional a la luz de sus preferencias políticas. Este tipo de decisiones no nos hace ni más buenos, ni más malos. Lo que sí se nos puede exigir es el respeto de esas limitaciones que a nivel de militancia política nuestra condición nos impone. Portante, todos debemos evitar que desde el ámbito de una institución social que nos nuclea sin diferencias, se incline la balanza a favor de tal o cual sector.
En esta época de constantes cambios a los que no podemos mantenernos ajenos, es imprescindible que seamos capaces de mantener un diálogo abierto con todos aquellos que desde su puesto, tienen incidencia en la problemática que nos concierne, para hacerles saber de nuestra realidad.
Y la exclusión de la política partidaria dentro del ámbito del CPU., fue una de las propuestas de la nueva Comisión Directiva, buscando con ello la integración con vistas a mejorar hacia y desde adentro. Basándonos en esa manifiesta intención y a partir del planteamiento de estos temas tan actuales cabe ahora preguntarse: ¿La respuesta del CPU en esta situación puntual dejó satisfechos a todos? ¿Qué esperamos de la Directiva de la institución en circunstancias como estas? ¿Qué hacen ellos por nosotros? ¿Qué estamos haciendo nosotros por ellos?
En una de esas charlas circunstanciales alguien se refirió al tema con un ejemplo sencillo: cuando en el año 1989 el Inspector Don Leonel Luna Méndez asumió la titularidad de la Jefatura de Policía de Montevideo, transformándose en el primer oficial de carrera en acceder a este cargo, la designación fue considerada como un saludable y justo reconocimiento de un derecho que toda la corporación reclamaba. En esa especial circunstancia, la respuesta mayoritaria fue la de aunar esfuerzos para garantizar el éxito de su gestión, esperando que los resultados demostraran que las pretensiones no eran infundadas. De esta manera, esa positiva actitud significó no sólo apoyar a un hombre, sino la demostración del esfuerzo común y generoso por sustentar un logro, y apuntalar un cambio.
Porque las presentes circunstancias lo requieren. Entendamos que la nueva Directiva del CPU no representa por sí misma el cambio, sino el instrumento por medio del cual esperamos que el mismo se concrete.
No se trata entonces de sentarse a mirar desde la platea. Se trata de ser partícipes y actores, poniendo al servicio de este intento, nuestro mejor esfuerzo.
No esperemos que unos pocos decidan por todos, hablen en nombre de todos y reflejen la voluntad de todos, cuando esos "todos" estamos ausentes.
Si exigimos que el cambio sea perceptible y refleje el interés común es ineludible la participación. Porque a través de ella no solamente garantizamos que las respuestas que de allí provengan reflejen nuestras opiniones e intereses. También esa activa participación nos permitirá ser exigentes guardianes del cumplimiento de las propuestas que se hicieron en su momento y el respaldo firme de las decisiones que se emitan en nuestro nombre.
El CPU es el ámbito natural para el planteamiento de los disensos. Resolver las diferencias que se plantean en un respetuoso intercambio de ideas fundadas, nos ayudará a recuperar y recrear ese sentimiento corporativo que muchos percibimos que se ha ido perdiendo.
Ya que en lo profesional no solo se espera, sino que se nos exige, actuar con ponderación e inteligencia ¿por qué no hacerlo también en provecho propio? Quizás sea una buena manera de mejorar hacia adentro y concretar esos cambios de los que tanto hablamos.
Pensando en lo expuesto, es casi imposible paOsar por alto un viejo proverbio africano que reza: "LA UNIÓN EN EL REBAÑO OBLIGA AL LEÓN A ACOSTARSE CON HAMBRE"
LA COMISIÓN DIRECTIVA
|