Trabajo Infantil
La mayor lacra de la humanidad
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por Graciela Vera
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Periodista independiente
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Lamento no poder compartir las predicciones de la OIT (Organización Mundial del Trabajo) en este 12 de junio.
Simplemente me pregunto si desde el organismo internacional, el informe que han presentado titulado 'La eliminación del trabajo infantil: un objetivo a nuestro alcance', no es considerado una utopía, necesaria para intentar concienciar al mundo, pero utopía al fin.
Es necesario reconocer que no todo el trabajo infantil es igual. La UNICEF diferencia entre dos tipos de niños trabajadores; los que lo hacen en el ámbito de sus familias, campesinas o artesanas, que por pobreza, falta de ayudas sociales o de infraestructuras, necesitan aportar su trabajo.
En este mismo plano se ubica un segundo caso: cuando el niño, para paliar una situación de miseria trabaja unas pocas horas pero puede asistir a la escuela e incluso tiene tiempo para distracciones propias de su edad.
En el otro extremo está el abuso, la explotación a tiempo completo por parte de un patrón externo, que en muchos casos es una multinacional y a esta categoría le seguirían los casos de trabajos duros, que hacen peligrar la salud física y/o mental del niño.
Basado en información y datos validados, el documento de la OIT brinda detalles sobre los medios por los cuales los países y la comunidad internacional en su conjunto vienen realizando, según su criterio, grandes avances en la eliminación del trabajo infantil.
Algo no concuerda ¿o acaso el siglo XX nos acostumbró tanto a la ignominiosa costumbre de ver niños trabajando que no nos retorcemos de vergüenza cuando nos dicen que en el año 2006, cuando el hombre busca un sitio más allá de las fronteras terrestres, en el mundo hay 246 millones de niños y niñas de 5 a 17 años trabajando, de los que 179 millones lo hacen en las peores condiciones.
El informe también establece un objetivo global para la eliminación de estas últimas formas de trabajo infantil que, asegura, es posible alcanzar si se mantienen las tendencias actuales.
¿Cuáles son esas tendencias?, ¿Acaso el notorio incremento del turismo sexual con niños?
No podemos continuar llevando sobre los ojos una venda sucia del himen del miles de niñas brutalmente desvirgadas.
Casi siempre sucede en países del Tercer Mundo, de un mundo donde la miseria lleva a situaciones límites, pero al turismo sexual infantil lo alimenta la demanda desde los países del primer mundo. Países que tampoco son ajenos a esta aberrante práctica.
LA PROSTITUCIÓN INFANTIL
En el Caribe mexicano con Cancún a la cabeza, varios centros turísticos ofrecen niños y niñas como parte del 'paquete de turismo sexual' y la práctica es común sobre todo en ciudades fronterizas.
Entre dieciséis mil y veinte mil menores se prostituyen actualmente en México, cifra que no incluye a cientos de niñas centroamericanas que desde los doce años son convertidas en esclavas sexuales.
En Colombia más de treinta y cinco mil niños y niñas son explotados sexualmente, algunos con edades inferiores a los diez años. Tan sólo en la ciudad de Cartagena se estiman en más de 1.500 las niñas destinadas a esta práctica.
Nadie puede engañarse creyendo que es una peculiaridad propia de países tan pobres como Bangladesh, Laos, Tailandia o Indonesia.
En estos países al igual que en Costa Rica y Domicana los menores son ofertados al mejor postor. Son una mercadería cuyo precio oscila entre los 10 y los 60 dólares y el negocio aumenta año a año.
Tan sólo en Sri Lanka, cuarenta mil niños y niñas de entre 5 y 17 años, son usados por turistas occidentales para actos sexuales.
Pero el primer mundo no sólo es consumidor.
En los Estados Unidos la prostitución infantil mueve tres mil millones de dólares al año.
En las calles de París se prostituyen cientos de niños y niñas de 12 a 15 años, la mayoría son franceses o magrebíes aunque en los últimos años ha crecido el número de rumanos.
Niños y niñas de la República Checa son explotados sexualmente por turistas provenientes de Alemania y Austria.
Es un tema tabú. Los gobiernos utilizan la táctica de los 'Tres Monos Sabios'; no ven, o no quieren ver, ni oír, ni hablar, porque peligrarían las arcas de sus países.
Las divisas que quedan cuando desde Europa llegan miles de pederastas en busca de niños, cada vez más pequeños, no son cantidades baladíes y a pesar de que los turistas se suman por millones, las autoridades aunque no lo dicen, no quieren perder estos otros, y en algunos lugares, los mismos gobiernos municipales apoyan las redes que manejan los muy bien organizados y trenzados hilos de este millonario negocio.
Cuando desde los mismos países que se rasgan las vestiduras denunciando la aberración se contratan paquetes de turismo sexual con niños, sin que las autoridades busquen la forma legal de evitarlo; mientras se siga creyendo que lo que sucede está demasiado lejos de nuestros infantes para que éstos peligren, mientras nos callemos porque la oferta proviene de pueblos de ese otro mundo que está necesitado de todo, no podemos pensar que el rostro de un artista (cine, fútbol, canto o... lo que sea) emergiendo en una campaña puntual, pueda detener una práctica que desde el primer mundo se incrementa día a día.
LOS FINES Y LA REALIDAD
Entre los principales objetivos de la OIT cuando se fundó en el año 1919, figuraba la abolición del trabajo infantil.
Se han firmado acuerdos, se han establecido normas, se han realizado campañas y 87 años después, en el mundo siguen trabajando 245 millones de niños.
En Sri Lanka, donde hemos visto que el número de niños dedicados a la prostitución es demencial, otros cien mil trabajan como ayudantes domésticos y unos treinta y cinco mil lo hacen en tiendas y pequeñas fábricas.
En Ecuador el 21 por ciento de los niños y adolescentes de entre cinco y 17 años trabajan: setecientos setenta y nueve mil menores. En Honduras, donde hay cerca de cuatrocientos sesenta y ocho mil niños en actividades laborales que los obligan a abandonar sus estudios, ese porcentaje es del 15 por ciento.
El mayor número de niños trabajadores lo encontramos en Asia: ciento veintidos mil trescientos millones. Le sigue África Subsahariana con cuarenta y nueve mil trescientos millones, Medio Oriente y África septentrional con trece millones cuatrocientos millones y América Latina y el Caribe con cinco mil setecientos millones.
TRABAJANDO PARA SUS FAMILIAS
El informe presentado por la OIT señala que en América Latina la mayor parte de los menores que trabajan lo hacen para sus familias y no reciben remuneración, y las niñas son las más afectadas.
En Belice el 75.5 por ciento de las niñas de entre cinco y catorce años son trabajadoras familiares no remuneradas; la cifra llega al 55.9 en Colombia y el 75.5 en Nicaragua.
En el área latinoamericana el 30 por ciento de los niños que trabajan lo hacen en el sector servicios, reciben baja remuneración, carecen (al ser un trabajo no regularizado) de servicios y protección y muchas veces son maltratados por sus empleadores.
Lo positivo, y una de los pilares en los que se sostiene la OIT en su utópico optimismo, parte precisamente desde América Latina que fue la región del mundo donde se registró el mayor descenso del trabajo infantil entre los años 2.000 y 2004.
La base del informe, una reducción del 9,6 por ciento en el mundo se debe en buena medida al logro de los países americanos donde la caída fue del 16.1 en el 2000 al 5.1 por ciento en el 2004, a pesar de que la población infantil, en su conjunto, aumento el 2.69 por ciento.
Las disminuciones masivas registradas tanto en el continente como en el Caribe han colocado a la región en niveles similares a los de algunas economías desarrolladas y en transición.
El esfuerzo en este sentido de Brasil y México, donde viven el 60 por ciento de los niños de Iberoamérica, permitió reducir la tasa de niños trabajadores fue esencial.
Así como podemos decir que en Ibero América el trabajo infantil disminuyó notablemente en los últimos años, según un informó de la Oficina para el Cono Sur de la OIT, todavía hay en la región 5,7 millones de niños que no van a la escuela porque trabajan,.
Por todo lo anterior y porque no confío más allá de lo que objetivamente puedo comprobar, sigo sin compartir el optimismo de la OIT.
No, mientras en países como Argentina el trabajo infantil aumente el 600por ciento en diez años, elevando el número de niños que trabajan a doscientos cincuenta mil o mientras en las esquinas de las ciudades los más pequeños sigan compitiendo con los mayores, por lavar un parabrisas.
TRABAJO, NIÑOS Y URUGUAY
No, la situación no es idílica, pero no podemos dejar de reconocer que es un país en cierta medida privilegiado. Nos vamos a remitir a parte de la entrevista realizada al inspector general de Trabajo, Ronald Grasside, realizada por el periodista Gabriel Ciomei, publicada en la fecha por el diario La República:
-¿Es grave el tema del trabajo infantil en el Uruguay?
-La OIT ha considerado el combate al trabajo infantil como una de sus prioridades. Es cierto que en buena parte de América Latina se instalan procesos de producción con niños que prácticamente trabajan en condiciones de esclavitud. En el Uruguay el trabajo infantil que nosotros registramos en realidad suelen ser familias que se contratan o que trabajan en actividades como la agricultura o el sector agrícola, pero que también los podemos ver en actividades como pueden ser en la recolección y reciclaje informal que hay en Montevideo y en el interior, donde allí hay niños que ayudan con el trabajo de la familia.
Esto para nosotros tiene una categorización especial porque no estaría configurado en lo que es la explotación de niños con fines de producción. Acá lo que tenemos en Uruguay es el fenómeno de pobreza, donde el niño tiene que acompañar a su familia, porque muchas veces se les contrata y no tienen donde dejar a ese niño.
Si bien es un tema que nos preocupa y estamos registrando todas esas actividades donde participan menores, y tenemos planteado hacia delante un esfuerzo de eliminación de esta situación, es una problemática que no tiene exclusivamente que ver con la Inspección General, sino que tiene que ver con el programa del Ministerio de Desarrollo Social, con una reconstrucción del Instituto del Niño y el Adolescente, y con poder acceder por otras vías para efectivamente poder eliminar el trabajo de los niños. Apostamos a la eliminación del trabajo infantil en el Uruguay.'
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POR ÚLTIMO
¿De qué sirve la firma de compromisos, convenios y el apretón de manos mientras siga priorizándose el beneficio empresarial desmedido?
¿De que sirven los mejores propósitos mientras se siga haciendo uso de la mano de obra barata sin importar porqué lo es?
La competitividad entre las empresas multinacionales ha dado lugar a una nueva modalidad laboral: la subcontratación, a través de la cual las grandes empresas trasladan sus locales de producción hacia países del Tercer Mundo con la finalidad de ahorrar en el proceso de fabricación. Generalmente, se trata de lugares en los que producir resulta mucho más rentable, ya que son países que poseen una legislación social, fiscal o medioambiental menos costosa y en los que la mano de obra es mucho más flexible y barata.
La mano de obra barata significa contar con trabajadores que realizan jornadas extenuantes por muy poco dinero y sin derechos a reclamos. Si de por sí la práctica resulta lamentable, cuando para disminuir aún más los gastos y aumentar las ganancias se contrata niños, entonces se torna simplemente, monstruosa.
¿Estarán dispuestas estas grandes empresas a renunciar a los beneficios de este sistema, o los gobiernos a legislar de forma que la contratación directa o indirecta de niños para cualquier trabajo sea considerada un delito?
Recién entonces consideraré que el sueño de la OIT puede llegar a ser una realidad.
Almería, en el sur del norte, 12 de junio de 2006
Día mundial contra el trabajo infantil
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