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El forcejeo entre demócratas y populistas
por Danny Luque |
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"Latinoamérica no interesa.....a nadie le importa un bledo".
Fueron palabras de Richard Nixon, quien le daba consejos sobre su carrera a un joven Donald Rumsfeld. Salvo la sangrienta excepción de las guerras en Centroamérica en los años ochenta, Nixon estaba en lo correcto...hasta ahora.
Repentinamente, América Latina ha captado la atención mundial. Hay varios motivos para esto. Pero todo se reduce a la noción de que, después de dos décadas en las cuales país tras país en la región parecía adoptar la democracia liberal y la economía de mercado, algo fundamental está cambiando.
Un fantasma ha surgido, el nacionalismo izquierdista anti-estadounidense. Ecuador se convirtió recientemente en el país latinoamericano que más recientemente expulsara una compañía energética extranjera, en este caso Occidental. Pero hay muchas otras señales de que no todo está bien. Las mafias que crearon la demanda de cocaína en el extranjero continúan desenfrenadas. Más de 100 personas han muerto en una lucha entre una de estas mafias y el Estado de San Pablo, la metrópolis más moderna de la región. La ola de inmigrantes que huyen por la falta de oportunidades en América Latina se ha convertido en un tema espinoso al norte de la frontera con México, especialmente dentro de la derecha republicana. Esto ha impulsado a George Bush a pedir 6.000 efectivos de la Guardia Nacional para patrullar la frontera. Su administración también ha anunciado una prohibición (en gran medida simbólica) de venta de armas a Venezuela, que es gobernada por el más estridente (así lo llamó José Insulza) de los nacionalistas anti-yanquis, Hugo Chávez, porque según afirma la Casa Blanca, no está cooperando con el terrorismo.
Sin embargo, presentar lo que está ocurriendo en el continente americano como una batalla entre los Estados Unidos y sus vecinos latinoamericanos es un error. América Latina sí importa, pero no totalmente, o no solamente por los motivos que se suele creer.
La batalla se libra dentro de América Latina en torno a su futuro. Se libra entre demócratas (tanto de izquierda como de derecha) y líderes populistas autoritarios.
Los esfuerzos de la región para lograr que la democracia funcione y que ésta consiga que sociedades patentemente desiguales sean más justas y prósperas, tienen consecuencias para todo el mundo en desarrollo.
Estos esfuerzos sufrieron un grave revés en 1998-2002, cuando la región experimentó inestabilidad financiera y estancamiento político. Con razón o sin ella, los electores atribuyeron la desaceleración a las reformas de libre mercado conocidas como el "consenso de Washington".
Como suele ocurrir en las democracias, comenzaron a votar por la oposición (que tendía a ser de izquierda).
No obstante, en Latinoamérica, las diferencias entre los gobiernos izquierdistas son más importantes que las similitudes.
En líneas generales, un bando está formado por socialdemócratas moderados, como los que se encuentran en Chile, Uruguay y Brasil. El otro bando está constituido por populistas radicales, encabezados por Hugo Chávez, quien parece haber ganado un discípulo en Evo Morales, el nuevo presidente boliviano.
Los populistas gritan más fuerte y afirman que están ayudando a los pobres a través del control estatal del petróleo y el gas.
Ni Chávez ni Morales proceden de las élites "blancas", las cuáles, al menos en las caricaturas, han gobernado desde hace largo tiempo en la región. Ambos dirigen su artillería contra Bush y el " imperio Yanqui" .
Por todos esos motivos, los populistas han ganado la solidaridad de paternalistas en el extranjero, que ,en realidad desconocen la realidad ,valga la redundancia.
Los "tontos útiles" de siempre.
Podemos citar como ejemplo al Alcalde de Londres, Ken Livingstone, quién hace poco tiempo describió a Chávez como "la mejor noticia que ha salido de Latinoamérica en los últimos años".
Los hechos indican lo contrario. Sí, es verdad que después de siete largos años en el poder y con enormes ingresos petroleros no previstos siquiera por el más optimista, Chávez ha creado algunos programas de salud y educación para los pobres en las ciudades.
Finalmente, la pobreza ha disminuido levemente (aunque aún se ubica en torno al 40 % ) en Venezuela, aunque sería extraordinario que no bajara ,dado el altísimo nivel de los precios del petróleo. Sí, Chávez ha sido elegido en dos ocasiones y mantiene cierto nivel de popularidad. Pero está agotando, drenando, las riquezas de su país.
Luego de desmantelar todos los controles y las instituciones independientes, su régimen político se apoya en su control personal de la compañía petrolera estatal, las Fuerzas Armadas y las milicias armadas.
Si se observa al resto de América Latina, vemos noticias mas halagueñas. En la actual ola de elecciones, los populistas no las tienen todas a su favor. Esto se debe en parte a que las economías de la región marchan bien de nuevo, pero también se debe a que algunos demócratas parecen haber aprendido una saludable lección. Esta es que los gobiernos descuidan la educación, la salud y los programas contra la pobreza bajo su propio riesgo.
Los gobiernos en Chile, Colombia, México y Brasil están comenzando a alcanzar reducciones continuas de la pobreza, e incluso de la desigualdad, en parte gracias a políticas sociales más efectivas.
La diferencia se hará incluso más clara cuando caigan los precios de los productos básicos y el ciclo económico cambie.
Chile estará en condiciones de mantener sus programas sociales gastando lo que ha ahorrado de sus ingresos adicionales por el cobre.
En cambio, el futuro de Venezuela pudiera parecerse no a Cuba, como temen algunos de los oponentes a Chávez, sino a Nigeria, un Estado petrolero fracasado.
Se ha convertido en moneda corriente recriminar a George Bush por "perder " a Latinoamérica.
Pero ello equivale a exagerar la influencia de Estados Unidos en Sud América y México (aunque no en los países más pequeños de la cuenca del Caribe).
Las relaciones entre las dos mitades del continente americano no son tan buenas como una década atrás, aunque el mayor cambio es la desorganización dentro de la propia Latinoamérica, en gran medida provocada por Chávez y sus aliados, que incluyen a Fidel Castro, el gerontócrata comunista de Cuba.
Dicho esto, el gobierno de Bush podría hacer más para ayudar. La decisión de Bush de reforzar la seguridad en la frontera es un golpe para los amigos de los Estados Unidos en México. Si es el precio por aprobar la versión del Senado de la reforma sobre inmigración, que incluye vías para que inmigrantes ilegales obtengan la ciudadanía y expande la inmigración legal, que así sea.
Pero ayudaría enormemente a América Latina si los Estados Unidos complementara sus acuerdos comerciales con una sociedad para el desarrollo más generosa, que incluyera asistencia dirigida al área de infraestructura, y si aceptara que su "guerra contra las drogas" ha fracasado.
Entretanto, los demócratas en todas partes, (incluso en Europa y Latinoamérica) deben dejar en claro en cuál bando de la batalla se encuentran. No deberían dar la bienvenida a Chávez entre ellos a menos que se demuestre que las elecciones presidenciales de Venezuela en Diciembre son libres y justas.
Restaurar la democracia en América Latina costó demasiada sangre para que ese logro sea desechado a la ligera.
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