El control de los contenidos de los medios por el estado por Helena Arce

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         Surge nuevamente  el debate sobre la libertad de prensa, ahora desde la vecina orilla, el matrimonio gobernante, en público enfrentamiento con el grupo Clarín, logra obtener por medio de sus legisladores la aprobación de una ley de control sobre los medios.

         He recibido diversas opiniones al respecto, desde el enojo radical en defensa de una libertad de prensa irrestricta, al entender que esto la vulnera, hasta la defensa acérrima del control censurante,  pues considera que no deben existir grandes grupos que controlen medios de prensa en forma masiva, pues son formadores o deformadores de opinión según el caso.

         Suele ocurrir que los políticos y en general todas las personas públicas, así sean estrellas del rock, se sirven  de los medios de prensa, de todos los tipos,  cuando estos le son afines, y los atacan con toda la fuerza cuando lo escrito o dicho no les agrada, o simplemente lograron la “fama” o cargo al que aspiraban cuando se servían de ella. Así hemos asistido a los enojos del ex presidente estadounidense, George Bush, pasando por el controvertido presidente de Venezuela, hasta aquí en nuestra laica, gratuita y obligatoria República los gobernantes actuales han calificado a la prensa que les preguntan incisivamente, de opositora. Tenemos presente que los actuales gobernantes antes de serlo, directamente le negaban entrevistas a aquella prensa que no consideraban afín, y mejor es no recordar los insultos permanentes a diferentes periodistas que se atrevieron a realizarle preguntas que no fueron de su agrado, del actual candidato a la presidencia por el oficialismo.

         No he podido leer el texto entero de la ley aprobada en Argentina, solo un pequeño resumen donde se dice que la misma deja la tercera la autorización de las licencias  medios en propiedad del Estado, otra tercera parte en manos comunitarias y el resto en manos privadas.  

         Imagino que la autorización debe referirse únicamente a las señales que utilizan sistemas de televisión y radiodifusión, las que a los efectos que no se superpongan unas a otras es menester regular. No sucede así con los medios de prensa escritos, ya sean impresos o electrónicos, supongo, dado que al  no utilizar ninguna onda es imposible se superpongan a otra. Si se refiriera a estos últimos, ya no existiría ninguna duda que simplemente se trata de un vulgar intento de censurar lo que no les es afín.

         Personalmente soy totalmente contraria a la propiedad de ningún medio  en manos del estado, no le hace bien ni al estado, ni al espectador. Si bien es cierto que resulta muy difícil para un medio de prensa ser totalmente independiente, pues más allá del control que pueda existir o no del estado, siempre depende de sus avisadores para poder financiarse, cuando además depende del poder de turno en el gobierno, cualquiera este sea, esta independencia se torna más complicada aún. Y no hay duda que la única razón de existir de los medios de prensa, como tales, son dentro de la subjetividad ineludible, desde el punto de vista que tanto los periodistas como los editores son, somos personas y por lo tanto subjetivos, es imprescindible que la prensa sea lo más objetiva e independiente posible.

         ¿Cuál es el problema que los medios estén en manos de privadas? Es cierto lo vivimos a diario, en vez de existir programación nacional, variada, con ficción, nos vemos invadidos por enlatados de la peor calidad. Los noticieros, sin duda la producción nacional de mayor audiencia, también deben regirse por lo mismo. ¿Me pregunto, si es esto culpa de los dueños de los canales? Y sinceramente creo que no lo es. La culpa la tenemos nosotros el público, pues el dueño de este tipo de medios apunta a ofrecer productos exitosos que le aseguren buenos puntos de rating, de esa manera logra vender mejor los espacios publicitarios.  Los empresarios que contratan publicidad, también buscan esos programas más vistos a los efectos que la misma cumpla sus cometidos.

         Cuando escuchamos a nuestros compatriotas en una queja constante sobre el bajo nivel de los productos que se ven en televisión, nos preguntamos el motivo por el cual los canales pasan esos programas, la respuesta es una sola, lamentablemente SON LOS PROGRAMAS QUE VE LA GENTE.  Por lo que antes de censurar a los medios, tal vez debiéramos los espectadores hacernos una autocrítica profunda de nuestros propios valores, que son los que nos mueven a la hora de hacer nuestras propias elecciones.

         Lo que se ofrece en cualquier medio que necesite la publicidad,  para solventar su presupuesto, siempre va de la mano de lo que la gente quiere ver, y es únicamente la gente quien marca lo que se le ofrecerá. Si la gente no viera programas basura, estos simplemente no existirían en un país.

         Se puede mirar un programa por curiosidad a los efectos de informarse, pero una vez que uno detecta cual es su contenido, se convierte en  el único responsable de seguirlo mirando.

         Esto no quita el aspecto de la necesaria responsabilidad social que todo empresario, incluso el dueño de un medio de prensa debe tener, y por esta debe buscar poner al aire programas que aporten algo al ciudadano. Obviamente se incluye en este aspecto el fomentar la producción nacional, pero hoy por hoy asistimos en nuestro país a diversas propuestas nacionales de ficción, y me pregunto cuantos ciudadanos se molestan en verlos.

         A todo esto, es cierto que de alguna manera el gobierno tiene mayor responsabilidad sobre este tema, pero no es obligando a los canales a pasar determinados programas, con ello posiblemente lo único que se logrará es que den quiebra. La única forma en que se puede incidir en este tema es desde la población misma, pero sin coacciones, los seres humanos somos por naturaleza rebeldes, sólo  mediante alicientes puede lograrse que hagamos algo.

         Esto si consideramos la buena voluntad manifiesta,  a la hora de intentar legislar a los efectos de lograr que los contenidos mejoren.

         Si el tema es lo que a las distintas personas públicas gustan o no que digan los medios, en el caso de las consideradas “estrellas” me resulta totalmente irrelevante. Cuando a los que los medios molestan son a los políticos, y más aun si estos son gobernantes, entonces cuanto más incisivas resultan las preguntas que la prensa le realice a un gobernante, más debiera agradecer el gobernante las mismas. Nunca se debe olvidar que la pregunta que llega desde esta órbita nunca es realizada por generación espontánea, estas preguntas son las que se hace la gente de a pie, y justamente una de las más importantes funciones que tiene la prensa es transformarse en la voz de aquellos que no tienen acceso directo a sus gobernantes.

         Cuando a un gobernante le molestan estas preguntas, es simplemente porque se anima a dar la respuesta correcta. 

         Y bien debieran los gobernantes agradecer a aquellos periodistas que en vez de dorarles la píldora, los cuestionan, pues les dan un baño de realidad, al cual no es fácil acceder cuando se tiene poder.

© Helena Arce para Informe Uruguay

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