|
|
|||||||
|
Año V Nro. 360 - Uruguay, 16 de octubre del 2009
|
|
Días pasados observamos pasajes del partido de basketball disputado por el Club Atlético Defensor Estudiantil Rochense (el Cader para los rochenses) con el Club Social y Deportivo Sayago. En uno de los momentos de la trasmisión televisiva, como consecuencia de las incidencias del partido, la mesa concedió un minuto de tiempo al equipo rochense. El Director de Cámaras dio entrada a la cámara y micrófono del sector visitante y se observó al plantel de Cader escuchando atentamente las indicaciones del Director Técnico. Y precisamente, allí escuchamos la forma de hablar del referido Técnico, típica de un rochense, con énfasis tratando de lograr que sus dirigidos modificaran procedimientos de juego, pero conservando rasgos que sólo poseen los coterráneos. Un islote lingüístico El caso rochense, impone una serie de precisiones. El hablar de los habitantes del Departamento de Rocha se caracteriza por una forma diferente a la mayoría de los habitantes del territorio oriental. Como ha sido posible mantener una forma casi arcaica, sin sufrir las variaciones resultado de las diferentes influencias lingüísticas que arribaron al país. En primer lugar, cabe preguntarse de las razones que explican este fenómeno. El mismo en principio responde a la presencia de españoles en territorio rochense. Si observamos la superficie del departamento apreciamos la existencia de dos puntos de singular trascendencia: el Fuerte San Miguel y la Fortaleza de Santa Teresa. En dichos puntos fortificados hubo oficiales destacados prestando servicios. Transcurrido el período hispánico, muchos de ellos, supieron establecerse en la zona conservando sus costumbres y su idioma. La región se presenta como un territorio muy poco poblado y literalmente aislado. Precisamente ese aislamiento se mantendrá durante el siglo XIX, protegiendo el hablar rochense de toda contaminación lingüística. Rocha se transformó entonces en un “islote lingüístico”. El escritor coterráneo Angel María Luna decía al respecto:
Al aislamiento impuesto por la realidad, debe agregársele un crecimiento poblacional escasísimo.
La cita nos orienta a considerar que la razón de tan débil crecimiento demográfico, no es otra que el aislamiento y se explica por la enorme carencia en las comunicaciones. En este sentido, caminos y carruajes hacían imposible un transporte fluido. El servicio de diligencias con Montevideo se instala en 1860 y hasta 1917, año en que llega el ferrocarril, será la única manera de viajar.
En esta Nota, nos ocupamos del porqué, en una próxima consideraremos los aspectos particulares del hablar rochense. © Lic. Uruguay R. Vega Castillos para Informe Uruguay
![]()
|