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No existen más ni Santa María de los Buenos Aires, ni San Felipe y Santiago de Montevideo (Hace casi dos siglos) |
por Helena Arce
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Hace unos días tuve la ocasión de hablar con un arquitecto argentino, rosarino para más datos, un señor de casi 80 años que dejó su país para venir a vivir al paraíso, según él. A nuestro Punta del Este, me elogió el lugar, nuestro país en general y nuestra forma de ser.
Pero más allá de eso, el conocía a mi familia, la de mi inolvidable viejo. Comentamos mis recuerdos, .los lugares que aprendí a amar en nuestras innumerables visitas a mis primos y tíos cuando aun vivían. Recorrimos en forma virtual tantos lugares queridos, de los cuales conservo gravados a fuego en mi memoria, el cariño trasmitido a mi por mi padre, y a él por el suyo, por sus raíces, por las mías. .
Hoy estamos a punto de un corte de relaciones entre nuestros pueblos.
La actitud del gobierno argentino, más allá de razones o sin razones no tiene excusa. Y remarco “la actitud del gobierno argentino” y por sobre todo del ex Gobernador de Santa Cruz, que por esas cosas del destino, aterrizó como Presidente del País. Hoy la situación de la Presidente Electa, es diferente, el alto porcentaje por el cual fue votada, le da la legitimidad que no tuvo su esposo en todos estos años. Personalmente no me hago ilusiones, aunque anhelo que busque relacionarse de distinta forma con este país, el mío. Sin embargo hace muchos años que estoy casada, como para creer que una pareja pueda pensar o proyectar de forma harta diferente, las cosas.
Por el bien de todos espero estar equivocada. Económicamente, tal vez nos haga bien desprendernos de una buena vez y para siempre de los vaivenes de la situación argentina, sin embargo no deja de ser una pena por tanta historia compartida, cuantos lazos que nos unen.
No voy a opinar sobre la situación interna argentina, por cual motivo esta elección parece ser un apoyo explícito al oficialismo. Tengo en lo personal una gran conexión con ese país, más allá del folclórico “no hay nada más parecido a un uruguayo que un argentino”. Mis nexos son familiares, por partida doble, mi abuelo y mi suegra fueron nacidos y criados en suelo argentino, sumado a mis amigos y clientes argentinos, residentes en Punta del Este. Sin olvidar los innumerables viajes en mi niñez, juventud y adolescencia a visitar a mi familia paterna Tal vez todo ello, me habilitarían para hacerlo, pero es un país extranjero y como tal respeto su autodeterminación y al respecto, cierro mis teclas.
Nunca viví la rivalidad uruguaya argentina, en mi casa se amaba la tierra de mis ancestros, donde hoy residen mis primos hermanos, los hijos de mis tíos. Aun nos recuerdo festejando sus triunfos futbolísticos, los miedos vividos en “carne propia” por la cercanía en los hechos de nuestros seres queridos, durante la guerra de las Malvinas. La gran preocupación ante sus problemas, y la enorme satisfacción que sentíamos ante sus logros. Las llamadas telefónicas solo para felicitarlos, por ellos.
No era en aquellas épocas para mi otro país, era la mitad de mi padre. Pero el también tenía claro que era por encima de todo uruguayo, solía contarme como sufrió en la época, durante el gobierno de Perón, donde también uruguayos y argentinos rompieron relaciones. En mi mente golpean sus comentarios, la alegría de poder volver a estrecharse en un abrazo físico, con sus hermanos, primos y sobrinos. . Aun así, el siempre tenía claro que por encima de todo, era uruguayo.
Más aun tal vez que él mismo, tengo clara yo mi “uruguayez”.
Amo profundamente a la Argentina, aprendí con mi padre a amarla así como aprendí con mi madre a amar a la “madrastra patria”, la tierra de sus padres.
Pero repito SOY URUGUAYA, y la República Oriental del Uruguay, es un país soberano e independiente de cualquier poder extranjero. No somos una provincia argentina, ni una colonia española. Si bien alguna vez fuimos colonia de España, si bien alguna vez dependimos de ella a través del Virreinato del Río de la Plata, con sede en Santa María de los Buenos Aires, ya hace más de 170 años que terminó. No somos más San Felipe y Santiago de Montevideo, ni la indómita Banda Oriental.
En los casi dos siglos transcurridos la República Argentina y la República Oriental del Uruguay se convirtieron en dos países, soberanos, independientes y construyeron una identidad propia. Somos diferentes, tal vez muy parecidos en los gustos, como dos hermanos que se salieron del mismo hogar, pero cada uno construyó su propio destino. Y como se le exige a las personas adultas, debemos respetarnos mutuamente.
Lamentablemente el Presidente actual de los hermanos argentinos, es un provocador, nunca podía haber alentado a la barra brava autodenominada “asambleístas” diciéndole que los apoyaba como siempre. Lo hizo momentos antes de llegar a la reunión, donde sabía debía encontrarse con su par uruguayo, “nuestro Presidente” elegido democráticamente por más del 50% de los votos, más allá que entre esos no se encontraba el mío. Sabía que los representantes españoles, a quienes el metió en este problema ansiaban poder mostrarle al mundo que no se había terminado todo en un fracaso. Y sin embargo buscó problemas, y el Dr. Tabaré Vázquez hizo lo que tenía que hacer. Dio por terminado todo. Autorizo a Botnia a comenzar a funcionar y su comentario fue por demás acertado: “Uruguay no tiene que pedirle permiso a nadie.”
Sinceramente no entiendo de medio ambiente, he recorrido por el mundo lugares paradisíacos donde existen fábricas y en sus alrededores la naturaleza irradia maravillosamente, no entiendo por qué motivo no puede ello suceder aquí. No hace falta ir muy lejos, en Porto Alegre encontramos ejemplos.
Pero más allá de ello, sí tengo claro: El método utilizado por un grupo fundamentalista, patotero, autodenominado “asambleístas” no es la forma de buscar soluciones. La complicidad del gobierno argentino con el bloqueo a los puentes, las groserías que hemos venido soportando de ese puñado de desubicados, con la anuencia y el aliento del actual gobierno de ese país, debimos haberlo terminado hace tiempo.
Por eso me alegro que el Presidente de mi país, haya decidido dar por terminado cualquier posible negociación, ya demasiada tolerancia tuvo, tolerancia rayana en la permisividad.
Usted Presidente sabe bien, que la tolerancia es un camino de ida y vuelta, cuando uno tolera cualquier cosa, no está siendo tolerante, está siendo pusilánime. Y podré criticarle muchas cosas al titular del Poder Ejecutivo, pero no es pusilánime, hizo gala de una tolerancia inusitada, tal vez debido a no contar con un Ministro de Relaciones Exteriores calificado para el cargo. Posiblemente por causa de haber aceptado a sabiendas, favores del Presidente de la República vecina. Pero todo tiene un límite y esta extralimitación provocadora de la persona que ocupa el sillón de Rivadavia, es inaceptable.
No tengo idea si al representante del Reino de España, Dn. Juan Carlos de Borbón, le resultaron o no aceptables las explicaciones de mi Presidente, o como dicen los noticieros argentinos apoyó al provocador. Pero tampoco me interesa, con todo el respeto que me merece, pues representa a España, país al cual también aprendí a amar como dije, con mi madre, la República Oriental del Uruguay, es un país independiente y tampoco se le deben explicaciones al susodicho.
Como venimos diciendo en Informe Uruguay, hasta el hartazgo nada teníamos que ceder ante los desmanes de los “piqueteros”, traducidos en demandas por el gobierno argentino que evidentemente los alentó, fue su cómplice y de acuerdo a las expresiones del Gobernador de Entre Ríos, Busti, los financió. Nunca les iba a alcanzar, porque ellos no querían que la fábrica de elaboración de planta de celulosa finlandesa se instalara en nuestro país, eso era todo.
Y a juzgar por el rumbo de los acontecimientos, sumado a las informaciones trascendidas, la posición argentina habría sido muy diferente, si se hubiesen instalado en la otra orilla del Río Uruguay.
Así Exc. Sr. Presidente de mi país, le ruego se mantenga firme, y no deje entrar nunca más a un piquetero argentino a manifestar a nuestro país. Que griten, insulten y pataleen, pero al oeste del Río de los Pájaros Pintados, al Oriente estamos nosotros.
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