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Año IV - Nº 260
Uruguay,  16 de noviembre del 2007
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Alberto Scavarelli
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Inoportunidad e Inconveniencia

por Dr. Alberto Scavarelli (*)
 
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            Gobernar tiene componentes esenciales, que no le son exclusivos, pero que por el espectro de sus efectos y la amplitud del escenario de los afectados por toda decisión política, los convierte en elementos esenciales de un buen gobierno de lo público en cualquier parte o tiempo histórico: Se trata de la oportunidad y la conveniencia, bajo el imperio de la legalidad que debe fundamentar toda decisión política.

            Oportunidad, tiene que ver con el tiempo de la decisión, la conveniencia en cambio   refiere a la resultancia más favorable de una resolución, mientras que el marco legal, cuya naturaleza  se comenta sola, se da por cuanto no sería posible pensar  que en un estado democrático de derecho, las decisiones de gobierno estuvieran por fuera de la legalidad, por cuanto entonces, carecerían de toda legitimidad.

            En el maltratado tema de la planta de producción de celulosa, se han violentado todos los principios de negociación, y ahora precipitada y acumuladamente  se incrementa en pocas horas.

            El gobierno de Uruguay tomó la decisión de habilitar la puesta en funcionamiento de la enorme planta industrial. Como expresáramos en estas mismas páginas hace pocos días, y lo venimos sosteniendo desde el comienzo de este   artificioso problema-  la habilitación es una resolución absolutamente obligatoria para el gobierno uruguayo y su  administración, toda vez que el emprendimiento se informa que ha cumplido con todos los requisitos técnica y legalmente exigidos por el Estado uruguayo.

            Cumplidas a cabalidad las condiciones, habilitar la planta, es un imperativo normativo que inexorablemente debe cumplirse, o se caerá en grave responsabilidad.

            Días pasados, cuando estaba todo listo para concretar la habilitación, con prensa, ministro, intendente y los inversores venidos del otro lado del mundo, sorpresivamente fuera de toda oportunidad desde Chile se manda a suspender la firma. Se interrumpe la ceremonia, y se expresa que es a pedido del facilitador español que a su vez habría recibido el pedido del gobierno argentino.

            El gobierno uruguayo no pide entonces la reciprocidad de levantar -aun temporalmente- el bloqueo, para que se vieran gestos de las dos parte, ya que la apuesta era a las reuniones periféricas a la cumbre, que tendrían las delegaciones, el mediador y el propio Rey, con los dos presidentes y la presidenta electa de   argentina y hoy primera dama.

            Inoportuno el mecanismo de convocar anunciadamente la firma  e inconveniente suspender todo cuando todo estaba listo y cumplido, todo preñado de una notoria violación jurídica de los derechos del inversor que habría cumplido su parte según el propio gobierno lo informara entonces.

            Se desarrolla el inicio de la cumbre en Chile. El presidente argentino careció de la prudencia suficiente, al recibir ante los medios internacionales, de mano propia y en plena calle de Santiago, el documento de los soliviantados asambleístas de Gualeguaychú, titulares del piquete que bloquea al Uruguay, a quienes el presidente les dice que siempre estará con la  causa de los asambleístas, en un claro modo de avalar inadmisibles procedimientos de bloqueo de un puente binacional.

            Esta declaración improvisada, fuera de protocolo,  públicamente trasmitida en directo y amplificada por las declaraciones posteriores de los operadores fue absolutamente inoportuna, e inconveniente a los propósitos conciliadores, pero además siendo público y reiterado que los asambleístas no transan con menos que con el imposible traslado de la planta terminada y protegida por la legislación uruguaya, naturalmente que la declaración de estar con la causa de los asambleístas es justamente el aval presidencial argentino a una situación insostenible.

            Se encuentran más tarde los presidentes de los dos países y la presidenta electa de Argentina, que están alojados en el mismo hotel, después que los cancilleres hacen público el fracaso en su intento por construir acuerdo alguno. De la debacle diplomática se procura salvar al facilitador español y su canciller que apenas consiguen un declaración verbal   que agradece el  intento de buena fe que realizó España desde la generosa aceptación de facilitar el diálogo propuesto por el Rey Juan Carlos de Borbón.

            El monarca, experimentado e inteligente no fue advertido que todo este tema estaba teñido de los peores ingrediente cuidadosamente mixturados: inexperiencia, errores reiterados y desatino, bien regado por la arbitrariedad del ilegal bloqueo al país por su litoral oeste por muchos meses, a vista y paciencia del inoperante para este asunto, gobierno de Argentina, y sazonado permanentemente por declaraciones y actos de absoluta inconveniencia o falta de oportunidad.

            Se encuentran los mandatarios en el hotel y se saludan efusivamente.

            Casi simultáneamente al abrazo en Santiago, se operaban los dos hechos: por un lado la ratificación del presidente argentino a los piqueteros que fueron a Chile a bloquear cualquier acuerdo;  por otra parte la resolución del presidente uruguayo, ordenando desde Chile a su ministro en Uruguay, firmar la habilitación de la planta que había ordenado días antes que quedara en suspenso. Todo a poco tiempo del regreso desde la cumbre.

            Luego los discursos en plena sesión, que es planteado primero por el presidente argentino, el mismo que tiempo atrás impidió toda participación de otros países de la región, por entender que el triste asunto era binacional. Cambió de idea y abordó el tema, con más prudencia que otras veces, pero lo planteó ante los mandatarios allí reunidos en plena sesión de la Cumbre Iberoamericana.

            Contestó el presidente uruguayo, se mostró dialogante, casi como si nada hubiera pasado, y asimiló el bloqueo a la situación de Cuba allí representada.

            Este tema ya es noticia internacional y paradigma meticulosamente documentado del error de procederes acumulados.

            La causa uruguaya es justa y el país  ha ofrecido algo que planteamos desde el inicio del problema  de estas mismas páginas: el monitoreo conjunto del medio ambiente, al que propusimos incorporar  la participación activa de veedores de las poblaciones de Gualeguaychú y Fray Bentos para tranquilidad de todos, junto a la elaboración de un reglamento modelo en el ámbito de OEA. Las cosas están como están. Los asambleístas anuncian acciones por aire mar y tierra, así de grandilocuente, y el gobierno uruguayo sensatamente, previendo su responsabilidad si no lo hiciera, determina una zona de exclusión aérea sobre la planta y resuelve impedir a su vez el paso por el puente bloqueado por los piquetes argentinos del otro lado de río.

            Ante el reto de la hora, solo resta esperar que prime la sensatez. La producción ya comenzó, el juicio de la Haya sigue su curso, y solo resta que se construyan desde el imperio del derecho internacional y la profesionalidad, los mecanismos que permitan la recuperación de este tejido relacional severamente dañado por falta de mínimos cuidados y de procederes mal aplicados.

            Lo que sigue estará  pautado por los hechos y su fuerza irrefutable. La planta contaminará o no contaminará, y ese es un dato de hecho, técnica y científicamente verificable y cuantificable. Si contamina por encima de lo admitido, deberá suspenderse la producción hasta rectificar procedimientos dando solución a la eventual contaminación. Si la planta en cambio, como se afirma, no contamina y se cumplen los estándares admitidos, debidamente controlados y con garantías para todos, el tema estará entonces definitivamente resuelto, porque caerá el fundamento de cualquier pretensión sobre el asunto.

            El grave tema del bloqueo es otra cosa, en cualquier hipótesis, es un mecanismo de imposible aceptación, como inadmisible es la omisión de las autoridades argentinas, ante la sostenida violación de un derecho humano fundamental como lo es la libre circulación de las personas, agregado el hecho de que se trata del   tránsito internacional sobre un puente que fue construido, es administrado y es propiedad de ambos países ribereños.

            Una vez más queda en claro que sobreexcitar a los pueblos es siempre mucho más fácil que la enjundiosa tarea de pacificar los espíritus desde la razón y la prudencia. Razón, prudencia, oportunidad, conveniencia y legalidad, ingredientes absolutamente escasos en esta penosa situación que padecemos. Quizás esto no hubiera sido tan penoso, si el presidente argentino hubiere enviado a un secretario a recibir la nota de los asambleístas, o lo hubiera hecho sin decir lo que lamentablemente dijo. Lo cierto es que mas allá de lo que diga la nota entregada, se logro el objetivo, volatilizó todo dialogo fecundo en la periferia de la Cumbre.

            La acción del presidente argentino, generó la reacción casi instintiva del presidente uruguayo. Ambos se sintieron traicionados. Todo hecho en el lugar y en el tiempo equivocado. Ahora se deberá a recomenzar en la tarea de reconstruir el dialogo en busca de los acuerdos necesarios con  mucha buena voluntad y garantías para todos, mientras se monitorea el aire, el agua y los ánimos, en busca de reducir la contaminación los espíritus.


(*) Representante Nacional
Partido Colorado - Uruguay
www.scavarelli.com
 
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