Ante la necesidad de rectificar
al Doctor Robert Malthus
* Fernando Pintos
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Se suele reconocer al pastor anglicano Robert Malthus como el fundador de las teorías demográficas. Su obra principal, An Essay on the Principles of Population, as it affects the future improvement of Society, with remarks on the speculations of Mr. Godwin, Mr. Condorcet and other writers (1798), formula una idea que sería el preciso motor para las profecías pesimistas de muchos teóricos a partir de entonces y que, además, fascinaría a incontables escritores de ciencia-ficción. Básicamente, esta formulación consistía en lo siguiente: los alimentos son imprescindibles para asegurar la existencia del hombre, y la atracción entre los sexos también lo es. A partir de esta premisa, tarde o temprano habrá de llegar el momento en que la fuerza de la población superará, en mucho, la capacidad de las tierras útiles para producir medios de subsistencia. La humanidad crecerá en una progresión geométrica, pero los alimentos disponibles lo harán en una progresión aritmética& De esta manera, Malthus explicaba que si la población aumentaba 512 veces en los siguientes 225 años -es decir, para el ya no tan lejano año 2023-, la producción lo haría apenas unas 10 veces. La directa consecuencia de aquello sería que el planeta albergaría demasiada gente pero muy poca comida.
La importancia de aquellas predicciones, que nutrieron las más oscuras fantasías del intelecto y lo seguirán haciendo por muchísimo tiempo, ha hecho que -muy injustamente- se pase por alto la relevancia que tuvo su autor para la teoría económica. En 1804 Malthus fue nombrado titular de la primera cátedra de Economía Política, en un instituto dedicado a formar ejecutivos de la East India Company. Abandonó entonces su parroquia, para dedicarse a escribir y enseñar. A partir de allí, publicó en 1815 el panfleto An Inquiry into the Nature and Progress of Rent, el cual fue seguido por Principles of Political Economy (1820), The measures of Value (1823) y Definitions in Political Economy (1827)& Créase o no, para su época el reverendo Malthus fue un teórico económico tan importante como David Ricardo.
Pero volvamos ahora al Malthus malthusiano& Éste en muchas cosas tuvo razón, y apreció claramente algunos elementos primordiales en la ecuación que conducirá al colapso de la humanidad. La demografía se descontrola y entonces el homo sapiens se reproduce desmesuradamente. Cada nueva boca que llega al mundo, reclama alimentos y servicios con urgencia. Pero cuando las tierras se agotan, la producción ya no alcanza y el espectro del hambre se yergue en el horizonte de la especie& Hasta ahí, correcto. Pero digamos que Malthus, hombre a mitad de camino entre los siglos XVIII y XIX, dejó en el tintero algunos factores que de seguro habrán de empeorar el panorama radicalmente. Uno, que el hombre moderno es gran productor de basura y llegará el momento en que no habrá dónde acomodar tantísimos millones de toneladas de mugre, escoria y desperdicios& Según el suplemento dominical de El País, titulado BASURA CERO, tendríamos para 2005 el panorama siguiente: "&El mundo produce dos billones de toneladas anuales de desperdicios. Durante cada día de 2004, los montevideanos generaron 672 toneladas en sus casas&". Sin comentarios. Dos, que también somos formidables generadores de deshechos orgánicos y no es aventurado que, con una población de casi seis mil millones, aquéllos -tanto los líquidos como los sólidos líquidos y sólidos- sobrepasen los dos mil millones de toneladas anuales. Y tres, que por no ser un Jules Verne, el doctor Malthus jamás previó derrames marítimos de petróleo, ni estallido de plantas atómicas como Chernobyl, ni criminales agujeros de millones de kilómetros cuadrados en la capa de ozono que protege el planeta&
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