Son los ciclos económicos los que
determinan los resultados electorales
por Castor López
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Una breve revisión de la historia política de nuestro país durante los últimos 35 años demostraría que los periodos de los gobiernos nacionales, cualquiera sea su signo y origen, siempre han resultado cronológicamente consistentes con los ciclos de la economía argentina, quizás con una intensa ínter-actuación, pero con una marcada influencia del resultado de la gestión económica.
Así, el estancamiento económico del periodo 1974-1976, con el modelo de “inflación cero” del Ministro Gelbard y, a partir de la muerte del Presidente Perón y el sucesivo desgobierno de Martínez de Perón, desembocaron en el drástico sinceramiento del Ministro Rodrigo y en la ruptura institucional, con el golpe militar del General Videla.
Aquel gobierno militar, por esa propia condición, soporto una caída del -2% del PBI entre 1977 y 1978 pero, una recesion económica iniciada en 1980, la abrupta devaluación del peso del Ministro Sigaut en 1981 y la posterior guerra con Inglaterra por las Islas Malvinas, produjo un derrumbe de la economía argentina del -9% de su PBI entre 1980 y 1982 y la caída del régimen militar.
Con el triunfo del Presidente Alfonsin en 1983, se produjo el retorno al sistema democrático y la economía –en un contexto de post-guerra y de inflación estructural- bajo el plan indexatorio del Ministro Grinspun, sufrió una nueva declinación del -7% del PBI entre 1984 y 1985, que solo fue tolerada por la generalizada esperanza en la reciente democracia.
El innovativo plan Austral detuvo las expectativas inerciales de la inflación, haciendo crecer la economía un +10% entre 1985 y 1987 y permitió el triunfo del gobierno en las elecciones legislativas. Fueron inconsistencias económicas las que generaron una renovada evolución inflacionaria de los precios desde un 400% en 1988 al 3.400% en 1989 y sentenciaron la entrega anticipada del poder.
Asumió el Presidente Menem ese año y, luego de peligrosos rebrotes inflacionarios en 1990, lanzo con su Ministro Cavallo el plan económico de Convertibilidad del peso frente al dólar en 1991 y el PBI argentino creció un +33% hasta 1994, generando otra vez un claro correlato entre la marcha de la economía y los resultados electorales.
Aquel gobierno pudo soportar los efectos de las sucesivas crisis asiáticas, rusa, mexicana y brasilera, que provocaron una caída del -3% del PBI en 1995 y logro ajustadamente su reelección ese año. Iniciando un nuevo periodo de crecimiento de casi el +20% del PBI entre 1995 y 1998.
Una nueva recesion económica impidió la sucesión del partido gobernante y en 1999 asumió la oposición con el Presidente De la Rua, que no supo revertir la declinación económica heredada, que había acumulado una caída del -8% del PBI entre 1998 y el 2001. Un golpe civil de dudosa institucionalidad termino con su gobierno.
El Presidente Duhalde absorbió la dura caída del -11% del PBI en el 2002 y, en un contexto internacional crecientemente favorable, desde el 2003 el Presidente Kirchner y luego Fernández de Kirchner acumuló una expansión económica del +50% del PBI hasta el 2008.
Desde fines del 2008, una nueva etapa económica recesiva –agudizada por una singular crisis internacional- se ha iniciado en nuestro país. Las estimaciones más conservadoras prevén una disminución del PBI del orden del -5% en el 2009. Históricamente, ese guarismo económico esta en los limites de la decisión política de la dirigencia y del electorado argentino de iniciar un proceso de cambio de su administración publica.
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Fuente: Fundación Atlas 1853 |
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