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Análisis Internacional
Crisis y democracia en América Latina
por Lic. Washington Daniel Gorosito Pérez (Perfil)
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¿Cuáles democracias latinoamericanas resistirán los embates de la crisis económica, tanto internacional como crecientemente interna?
¿Cuáles se fortalecerán, sucumbirán o caerán en el purgatorio de los sistemas híbridos, donde las elecciones coexisten con recortes de libertades y gobiernos autoritarios?
Con una bola de cristal, Gorosito seria profeta, pero ni él ni nadie la tiene. Sin embargo, la pregunta es importante. En la depresión de los años 30, Europa, entonces poblada de frágiles democracias como la mayoría de las existentes hoy en América Latina, fue sacudida por cambios autoritarios o totalitarios.
Las crisis generan fuertes presiones sobre los sistemas políticos. Algunas surgen desde arriba, cuando grupos económicos poderosos apoyan a líderes autoritarios ante el terror de masas enardecidas por el empeoramiento de las condiciones de vida.
Otras presiones surgen desde abajo, cuando mayorías sociales descontroladas apoyan a hombres fuertes que prometen el oro y el moro a cambio de un cheque en blanco para gobernar.
Recientemente, el Barómetro de las Américas de la Universidad de Vanderbilt, halló que independientemente del nivel de desarrollo económico, en los países con mayor desigualdad social, es más bajo el apoyo a la democracia y a la gestión gubernamental.
En los países más desiguales pareciera que las democracias tienen la cuesta más empinada que en otros más equitativos en la distribución del ingreso y de las oportunidades.
No todas las democracias de la región son sólidas, lo reitero. Un eficaz Estado de derecho constituye una buena defensa ante las tentaciones autoritarias, pero la mayoría de los países de América Latina no los tiene.
Aún ahí donde funciona, el Estado de derecho es insuficiente para enfrentar la crisis. En tiempos difíciles como los actuales, las democracias deben producir resultados aceptables para las mayorías ciudadanas, especialmente dos cosas: que los sacrificios se repartan entre todos y que no se desmorone la red institucional de protección social, el salvavidas para millones de personas.
Producir resultados no es sólo cosa de “echarle ganas” a los problemas. Un factor clave será la capacidad de los líderes y partidos políticos latinoamericanos para llegar a acuerdos para el manejo de la crisis y, así vencer el incentivo perverso de estar endosando culpas como método para ganar popularidad.
Otro factor importante será la capacidad de los grupos económicos poderosos para aceptar que deberán poner una cuota adicional, vencer el reflejo de “blindarse”.
Sobre todo, será necesario enganchar a la ciudadanía en la solución de los problemas: la participación popular en las políticas públicas puede ser una vacuna eficaz.
¿Qué prevalecerá en América Latina?
¡Hasta el próximo análisis…!
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