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Incomprensión…
por Fernando Pintos
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Durante muchos siglos, la gente como nosotros ha sido perseguida por el simple hecho de fumar cerveza y beber cigarrillos. Incontables personajes intolerantes (¿a la lactosa?) han sostenido, durante todo ese tiempo, que «ni la cerveza es para fumarla, ni los cigarrillos son para beberlos»… Es la misma clase de individuos que, desde la misma noche de los tiempos, viene insistiendo con esa impertinente y por demás absurda jerigonza de que «cualquier construcción debe comenzar siempre por los cimientos». ¡Y así estamos! A mi bisabuelo, por ejemplo, una turba desenfrenada lo linchó sin mayor trámite, por el «crimen» de haber querido construir una catedral comenzando por las cúpulas y los techos… ¡Como si él hubiera sido el responsable por todos aquellos imprudentes y desprevenidos que perecieron aplastados por el derrumbe! ¡Ingratitud! ¡Oscurantismo! Ahora que lo recuerdo, algo bastante parecido aconteció con las hermanas Amor —Flora y Fauna—, aunque en ese caso específico todo estuvo relacionado con una original interpretación de la teoría quántica, si bien aplicada al crochet. Para decir verdad, esa clase de patéticos incidentes es bastante más frecuente de lo que la gente sospecha. ¡Y eso le pasa, a un genio cualquiera, por ser incomprendido! ¡Y vaya uno, después, a explicárselo al burgomaestre!
Pero, claro está, nadie acostumbra usar medias verdes, salvo para jugar al fútbol o trabajar como payaso en algún circo de mala muerte. Aunque a veces ni siquiera se usan para corretear detrás de una pelota, junto con otros veintitantos alienados, pues muchos alegan que se confunden (las medias, no los alienados) con el mismísimo césped. (Nota: tomar muy en cuenta, como bienvenida excepción a la regla anterior, la cancha del Estadio Centenario, sembrada con simpáticos detalles orográficos que recuerdan, tanto las estepas desoladas del Asia Central como los suelos devastados por las sequías en el África Ecuatorial, sin dejar por un lado los pantanos de la Florida)… Durante muchos años, los terribles prejuicios de la gente, ¡que es mala y comenta!, me inhibieron de usar una medias de color diferente al que estuviera vistiendo. Pero después, mi contacto con las nuevas ideas que están renovando el pensamiento de la humanidad, me llevó a rebelarme contra mi propio conservadurismo. Así que, sobreponiéndome al sonrojo, comencé a experimentar, tímidamente, con medias del mismo color del saco, ¡y no del pantalón! Más adelante, rompí con otros arraigados prejuicios y experimenté con… ¡Medias del mismo color de la camisa! A esas alturas, no me importaban ya las críticas, ni la vindicta del público viandante. Pero se avecinaba una terrible prueba. Algunas de esas organizaciones que se dedican a «velar por los derechos de la moda» me criticaron ácidamente. Y no pasó mucho tiempo hasta que una convención continental de sastres de declarase «persona non grata». Así y todo, he seguido adelante, contra viento y marea. Y muy a pesar de varias amenazas de incoar juicios en mi contra —uno de ellos por «atentado contra la moda posmoderna en el grado de conspiración»— planeo comenzar a vestir, si es que se me permite el término, medias de colores diferentes a los de cualquier otra prenda que en ese mismo momento esté usando. E incuso he llegado a pensar en usar medias de diferente color en cada uno de mis pies. Sé bien que es una medida arriesgada, pues podría acarrearme destierro y ostracismo. Así que, ¡todavía lo estoy pensando! Y mientras eso hago, insisto con las medias verdes. Y sé bien que el bisabuelo estaría muy orgulloso, si pudiera verme en éstas que les cuento…
© Fernando Pintos para Informe Uruguay
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