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El desafío de pensar y el problema de no hacerlo
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por Pablo López Herrera (1) |
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(Think tanks: las usinas del pensamiento político)
Un navegante determina su derrota de acuerdo al destino de su viaje y confía en cartas náuticas confeccionadas por personas que no conoce pero en cuya autoridad confía. Ese mismo navegante, en otros aspectos más importantes de su vida actúa de una forma llamativamente irracional. Y aunque nunca hayamos puesto los pies en un barco, todos somos navegantes de la vida. A veces nos dejamos llevar por el viento o la corriente más favorable, aunque el destino final sea el más alejado de nuestras necesidades. A veces no sabemos que dirección tomar por mas cartas que consultemos. A veces elegimos un destino y tomamos el rumbo equivocado. Pero siempre nos dirigimos hacia algún destino, aunque sea un "anti destino", y necesitamos siempre cartas náuticas actualizadas para ubicarnos donde podamos ver los obstáculos a evitar, los canales y las vías de paso. Quizás sin tomar conciencia, nos pasamos gran parte de nuestras vidas ajustando rumbos y evitando peligros.
Cuando la sociedad sabe a donde va, el camino se va haciendo solo. Cuando no lo sabe, se dispersa. Los peregrinos que iban a Compostela seguramente irían corroborando a lo largo del recorrido: "¿es este el camino a Compostela?". Y con los siglos, esa dirección y esos caminos fueron haciendo el hoy llamado "camino de Santiago" (2).
Yo tengo la fortuna de haber encontrado hace unos años un "think tank" o "usina de pensamiento" que teniendo como guía a la constitución de 1853, que un día me honró invitándome a formar parte de su comité consultivo. Así - seguramente sin saberlo - me obligaron a pasar de una situación de pasiva participación como asistente a periódicas y públicas reuniones, a otra paradójicamente más activa de "pensador", de la que hago uso y abuso.
Comencé entonces de un modo diferente un recorrido personal e íntimo con escritos en los que reflexiono sobre lo que considero importante para la vida personal y social. Trato de buscar cierta coherencia entre pensamiento y acción, y con la idea de ser útil a otros, voy tratando de ir construyendo – si no un faro – por lo menos una boya virtual, con la intención de ayudar otros navegantes del pensamiento. Hay boyas que señalan rocas sumergidas a flor de agua o barcos hundidos, y las hay que simplemente muestran -normalmente en combinación con otras- un canal o un rumbo en el que el fondo está despejado de obstáculos. Y en razón de la brevedad de la vida, con cada artículo que escribo, tengo la sensación de haber dejado detrás de mí una pequeña boya, como esta misma que lees ahora.
El hombre - ser social - necesita de los demás. La vida no es una regata "en solitario" sino más bien un crucero, o mejor quizás una "arca" como lo fue el Arca de Noé, o sea una embarcación cuya tripulación tiene un destino. Pero el hombre no puede embarcarse en diez cruceros al mismo tiempo. Sin embargo, y a modo de ejemplo, en la navegación de mi vida yo pertenezco a la Iglesia Católica Apostólica y Romana (sin intención de ofender a nadie en estas horas de la "anti discriminación"), soy miembro además del "think tank" al que hacía referencia, a un club donde tengo amigos desde la infancia; me he asociado también al grupo de ex alumnos de una entidad donde hice un curso de dirección, y a una entidad de dirigentes de empresa. También estoy cercano a un centro de enseñanza universitario y a un instituto de filosofía del pensamiento económico que funciona hace unos años ya, y donde generosamente me invitan a reuniones de gran interés y profundidad. En síntesis, voy buscando lugares que van formando parte fundamental de mi vida en uno u otro sentido, y me ayudan a mantener la derrota o a corregirla si me desvío.
Pero lo que me interesa destacar aquí es que en casi ninguno de esos lugares he encontrado un ámbito en el que se reflexione de un modo mas o menos sistemático e integrado acerca de todas las cuestiones fundamentales con las que se constituye la identidad de las personas y de la sociedad y desde donde se vayan formando hombres con el espíritu de los navegantes que desembarcaron en Normandía o el de los peregrinos que caminaban desde miles de kilómetros hacia Santiago con la intención de encontrarse a si mismos, y algo más. Por eso me interesa comentarte algo, como si te transmitiera al oído "dos fijas" para la carrera de mañana.
Los ingleses son un país (¿uno?) especial, nadie lo duda. Sus amigos los franceses afirman que "si Dios los puso en una isla, habrá tenido sus razones". Estos dos países y estas dos culturas para mi entrañables han ido formando parte de mi vida en uno u otro sentido. Me sería difícil explicarles esta "duplicidad" a "los unos y los otros", o mejor dicho que lo entendieran ellos mismos. Las instituciones universitarias que pronto serán milenarias en ambos países como la Sorbonnne, Oxford y Cambridge, en lo que a la producción y difusión del pensamiento se refiere, han sido de hecho enormes "think tanks" cuyas ideas y alumnos ayudaron a dar forma a occidente.
Los "think tanks" de nuestros días, brindan la posibilidad de ampliar el pensamiento no solo al académico, al especialista, sino al hombre común con inquietudes, ayudándolo a corroborar su camino y el de otros por su intermedio. ¿De que sirve la elucubración del pensador si no la transmite al resto de la sociedad?. Y por otra parte, ¿es el pensamiento algo reservado al académico, al especialista, o debe derramarse sobre los "actores sociales" para hacerse vida?.
En lo concreto, las "fijas" a las que hacia referencia más arriba, son dos obras colectivas a mi entender esenciales de un pequeño "think tank" ingles: The Social Affairs Unit. En ambas el editor fue Digby Anderson, alma mater del grupo, ya fallecido; en la primera con Peter Mullen, clérigo autor y periodista anglicano, capellán del Stock Exchange (que en estos días debe tener trabajo extra). Hay otras publicaciones de este grupo, pero estas dos valen con creces el trabajo de procurárselas puesto que ilustran acerca de muchos temas esenciales de debate y reflexión para todas las latitudes.
La primera de las obras fue publicada en 1998 (cuatro ediciones en ese mismo año) y se titula: " "Faking it", o la sentimentalización de la sociedad" (3). La otra se publicó en 2005 y se titula más simplemente "Decadencia, el liviano abandono de las virtudes personales y su reemplazo por slogans políticos y psicológicos" (4). Una idea central que se transparenta en ambos libros es que la sociedad moderna vive "soñando con sistemas tan perfectos en los que no hay necesidad que nadie sea bueno" (T. S. Elliot).
En el primer libro, se describe como la sociedad moderna "supone que la utopía puede ser realizada mediante la mera adopción del plan adecuado". Como eso es imposible, explica como se ha institucionalizado en la misma sociedad un sistema de falsificaciones en las que el hombre moderno se ha acostumbrado a "comprar" lo barato, lo que no cuesta sacrificios, y lo que es peor, se hace creer a los ingenuos que el camino pasa por allí.
El sentimentalismo contemporáneo entonces, evita o niega la realidad, y al no distinguir lo aparente de lo real juzga por las apariencias, adquiere lo falso rápido y barato, cree que obtiene algo a cambio de nada, cree que el bien se puede alcanzar sin ninguna incomodidad, cree en la realización instantánea de los sueños, es facilista, rechaza la inevitabilidad del sufrimiento, del dolor, evita la responsabilidad personal, no ejerce el control de si mismo ni la paciencia, le "teme a la idea que el hombre tenga la capacidad natural de hacer el mal". En definitiva, mezcla o reemplaza el análisis racional de los mecanismos propios de la lógica del razonamiento, con los mecanismos del deseo, la atracción o el rechazo: "si me parece bueno, no solamente es bueno sino que además es verdad, y transforma entonces el discurso volitivo en discurso racional". De esta forma, transforma lo deseable u odiable en verdadero o falso.
Al reemplazar la continua búsqueda de "pensar y actuar bien por parte de los hombres concretos" por la del progreso externo y de los programas políticos que luchan por utópicas libertades, igualdades y fraternidades impuestas por falsos líderes, movimientos y gobiernos, el resultado ha sido provocar los efectos globales contrarios, "bajo la forma de totalitarismos que desembocan en destrucciones masivas de hombres y sociedades". Se han generado así nuevas categorías sociales, "sub clases" dependientes como los oprimidos, drogadictos, violentos y promiscuos" ( agrego yo: desocupados, pobres estructurales, excluidos, etc. etc.).
Las transformaciones expuestas, crean problemas insolubles, y los políticos se convierten en actores en lugar de agentes de cambio. Las campañas políticas -agregaría- se convierten en representaciones en las que nadie cree realmente ni el que promete que va a cumplir con lo que promete, ni - los prometidos que votan – que las promesas van a ser cumplidas. Y los gobiernos se convierten en algo así como una mezcla de vendedores de autos usados y de administradores de edificios, con perdón de ambos.
En cada capítulo de "Faking it", o la sentimentalización de la sociedad", un especialista describe como ha afectado la sentimentalización cada área de la actividad humana. Y así vemos causas y efectos de la sentimentalización en la medicina, en las políticas sociales, en la infancia, en los movimientos ambientalistas, en la propia religión y en la cristiandad, en la literatura moderna, en la música, en la forma civilizada de comer, en los medios. Una mención especial merece el capítulo de Anthony O'Hear (5) sobre la sentimentalización que llevó a la "canonización laica" de "Diana, la reina de los corazones" en el decir de Elton John...
El titulo del segundo libro al que hago referencia: "Decadencia, o el passing de las virtudes personales y su reemplazo por slogans políticos y psicológicos" es de algún modo auto explicativo. Y retoma y estudia en la práctica y para la sociedad de nuestro tiempo las implicancias del imperativo aristotélico de la necesidad de la virtud en la vida social.
Así, cada especialista analiza las "viejas" y las "nuevas" virtudes, en un marco de pensamiento que considera que "Gran Bretaña, Europa y los Estados Unidos son sociedades decadentes en un sentido especial de la palabra, que han trocado la vieja moral que sirvió adecuadamente a lo largo de la civilización, por una nueva, experimental "cuasi-moral". La vieja moralidad tenía virtudes conocidas: coraje, amor, lealtad, honestidad y prudencia. Las nuevas "virtudes" son igualdad, anti-discriminación, preocupación ambiental, auto afirmación, una actitud social sobre protectora y una mentalidad crítica.
A diferencia de las nuevas "virtudes" inventadas, las antiguas eran virtudes genuinas, y requerían comportamientos específicos de los individuos que además conformaban sus vidas de un modo particular que hacía posibles los gobiernos mas reducidos sin tecnócratas y burócratas que como ejércitos de sanguijuelas desangran las sociedades. Las nuevas son cuasi virtudes o virtudes falsas. Algunas como la igualdad, mas que constituir rasgos de conducta personal se aplican mas bien a políticas sociales. El ambientalismo, por ejemplo, es un terreno en el que puede ser ejercida la virtud, pero en si mismo no es una virtud. La transparencia en los negocios, es una manera de mostrar virtudes, pero no una virtud en si misma. Algunos son slogans, y constituyen retóricas llamadas a la indignación moral. Otros como la auto afirmación, en algún momento eran consideradas como un vicio".
En doce capítulos, se analiza en una primera parte la prudencia como orquestadora de las virtudes, el coraje como virtud clásica, el amor como virtud cristiana, el ahorro como una virtud victoriana de orígenes calvinistas, el desinterés como la virtud del administrador, y la autoridad y la obediencia como virtudes familiares. Y en la segunda parte, se tratan las nuevas o falsas "virtudes": la justicia distributiva o justicia social, las virtudes ambientalistas, las virtudes de sobreprotección, las virtudes terapéuticas o de ayuda a la búsqueda, las virtudes en los negocios: transparencia y contabilización, y las finalmente las intelectuales como la "crítica".
Prosigo mi derrota, y dejo aquí ancladas estas dos boyas, con la esperanza mas general de que el desafío de pensar contribuya a evitar el problema de no haberlo hecho a tiempo. Es mas imperiosa que nunca la urgencia en encontrar los pensamientos que guíen al hombre moderno, sobre todo si el mundo, como afirmara Jaspers, ya se ha convertido "en el escenario para los actores de pequeño formato, los intrigantes sumisos que no diferencian lo verdadero de lo falso, lo bueno de lo malo, sino que son solo los instrumentos adecuados para la función del poder", de un poder sin destino, o con un destino al que por lo menos yo, me resisto a ser arrastrado (6).
(1) Miembro del Comité Consultivo de la Fundación Atlas 1853 –
(2) Contrariamente, sin dirección no hay camino. Ejemplo práctico: las próximas elecciones presidenciales en nuestro país. De todos los candidatos posibles quizás sabemos o intuimos - mas allá de sus propias promesas o propósitos - que es lo que no harán, pero sabemos en el fondo mucho menos exactamente "qué es lo que harán" por mas que lo digan. Hay quién repite con énfasis y convicción: "ustedes nunca me van a ver haciendo esto o aquello", quizás sin darse cuenta que los negativos, no son incentivos suficientes como para definir un rumbo. Elegir un rumbo por eliminación de los caminos no deseados se puede, pero es mucho mas difícil: trescientos cincuenta y nueve grados mas difícil.
(3) "Faking it – the sentimentalisation of modern society", edited by Digby Anderson & Peter Mullen, The Social Affairs Unit, 1998
(4) "Decadence – the passing of personal virtue and its replacement by political and psychological slogans", edited by Digby Anderson, The Social Affairs Unit, 2005
(5) Anthony O'Hear, profesor de filosofía y director honorario a la sazón del Real Instituto de Filosofía, es autor de "Después del progreso, buscando el viejo camino hacia delante" , otra joya del pensamiento contemporáneo, ponderada como "vital, necesaria y erudita, ... si todavía somos capaces de aprender". En esta obra es posible encontrar un lúcido análisis acerca del progreso y la felicidad, en un mundo que ha producido mucho del primero y menos de la última.
(6) "Origen y meta de la Historia", Karl Jaspers, Editorial Alianza, 1980
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