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Cada vez menos por Danilo Arbilla |
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Las "cumbres" de ahora no son como las de antes. El rey está cansado y España ya es una parte de la vieja Europa que sólo se vale de la lengua y la historia para mejorar sus negocios, y no mucho más, en el subhemisferio latinoamericano.
La OEA sin EU está perdiendo fuerza. Para definir en pocas palabras los resultados de esta versión número 16 de la Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno Iberoamericana que se realizó en Montevideo se podría decir que fue más de lo mismo pero cada vez menos. Hasta los expertos españoles hablan de la necesidad de espaciar las cumbres y hacerlas cada dos años.
Es que son tan previsibles que dejan de importar. Y parece que tampoco a los mandatarios les importa: ésta fue la que marcó el record de ausencias presidenciales; ni Chávez vino a hacer su show en calidad de suplente de Fidel. Lula prefirió ir a la playa. Kirchner vino por unas "horitas" para hablar algunos asuntos de negocios con Zapatero y ya de paso pedirle al rey que medie en el conflicto con Uruguay por las "papeleras" y así restarle posibilidades de intervenir al Mercosur, y a Brasil que ejerce su presidencia, que es donde correspondería que se dilucide el diferendo que afecta y transforma en letra muerta los estatutos de esta alicaída asociación.
Estaba en la tapa del libro que se iban a aprobar declaraciones contra EU. Y así fue; hubo dos: una contra el "muro", manifestando preocupación y con llamamiento, pero sin condena a pedido del propio México, y otra contra el embargo a Cuba. La sutileza fue que esta vez directamente le llamaron "bloqueo", tal cual lo califica la propaganda.
No es que no estén bien, pero lo que le quita seriedad es que pasen por alto algunas otras cosas muy concretas como la situación de la isla en materia de democracia y de respeto a los derechos humanos. Hubo una época en que sí encararon ese asunto, incluso con recomendaciones expresas al dictador presente. Ahora parece que eso quedó borrado de la agenda.
Las migraciones fueron el tema central para la convocatoria. A España, por supuesto, le importa mucho, pero no pudo lograr que se llegara a oficializar una categorización de inmigrantes legales e ilegales. Aquí también, más allá de la larga declaración aprobada -mucha letra y expresión de deseos-, se obviaron cosas concretas y no se analizaron otras muy llamativas directamente vinculadas al punto en cuestión.
Horas previas al inicio de la cumbre la prensa uruguaya divulgó una decisión judicial española que desconoce lo establecido en un tratado uruguayo-español para la emigración entre ambos países, que data de 1870.
Nada se habló sobre tópicos específicos como ése, pese a que el propio titular de la Secretaría General Iberoamericana (Segib), que organizó el evento, constituía una prueba irrefutable de que ese acuerdo funcionaba sin problemas cuando la corriente era desde España hacia el río de la Plata. En efecto, los padres de Enrique Iglesias, ex canciller uruguayo y ex presidente del Banco Interamericano de Desarrollo, llegaron a Montevideo, desde Asturias cuando el actual secretario de la Segib tenía dos años y ahí se radicaron hasta el fin de sus días al amparo de ese lejano tratado. Como dijo el presidente boliviano Evo Morales, "cuando la migración era de norte a sur no había muchos problemas, pero cuando el flujo migratorio pasó a ser de sur a norte se criminaliza y se construyen muros y hay deportaciones".
Es extraño asimismo que hablando de migraciones, de entradas y salidas de gente, a nadie se le haya ocurrido poner sobre la mesa, por lo menos como un caso interesante de análisis, uno de los fenómenos más llamativos en esa materia como lo es el de Cuba, de donde han emigrado cientos de miles de personas, y en donde es bastante difícil entrar -sobre todo para los periodistas- pero muchísimo más difícil salir si se trata de cubanos.
Si hubiera que señalar lo más relevante de esta cumbre que tuvo como anfitrión a uno de los países miembros del Mercosur, el que además es su sede permanente, fue que puso de manifiesto la ya indisimulada crisis y pér- dida de peso de esta asociación sureña, de la cual los presidentes de dos de sus miembros -Brasil y la postulante Venezuela- no vi- nieron y el de un tercero, Argentina, lo hizo sólo por un ratito.
El autor es presidente honorario de la Comisión de Libertad de Prensa e Información de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP)
Fuente: El Universal de México
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