“Los instintos de los animales son poderosos, el ser humano debe tomar ejemplo de ellos y agudizar sus sentidos en la observación de su entorno” fue la reflexión de un veterano hombre de campo.
La expresión de este juicio fue a instancias de una entrevista que efectuáramos a Carlos Arrieche Ferrer ex propietario de una estancia del paraje Piedras Blancas, sobre la predicción del tiempo; vinieron a su memoria las instancias previas a las inundaciones que azotó a nuestro país en el año 1959.
Hoy los diversos medios de comunicación masivos brindan información sobre el estado del tiempo y predice cuáles serán las condiciones climáticas de los días venideros. En esa época las herramientas de difusión de las noticias sobre el clima eran otras, el hombre de campo –particularmente- se tenía que valer de la observación del comportamiento de diversos animales o fenómenos de la naturaleza.
Por ejemplo: apreciar un chajá parado sobre un poste, el ganado vacuno echado en la ladera de una cuchilla en horas que generalmente pastan, ver a los caballos con el anca contra el viento, etc., etc., es indicador de que se avecina un temporal, o ver la algarabía de una tropilla: retozando y relinchando particularmente en primavera es señal de buen tiempo. Son estos los escasísimos ejemplos de un sinnúmero de comportamientos del reino animal sobre las condiciones climáticas presentes o venideras.
El ex propietario rural Carlos Arrieche cuenta que en el año 1959 siendo un mozo de unos 18 años de edad iba acompañado por un peón recién llegado a la zona: Don Honorio Devitta, recorrían los llanos comprendidos entre los bañados de Los Ajos y el arroyo del Sauce Caído, apreciaron que los cupíes cada día tenían mayor altura. Tan es así que andando a caballo se les podía descabezar o romper el copete de los mismos con el pie apoyado en el estribo.
Don Honorio que no era un conocedor de estos ecosistemas le interrogó a Carlos:
- “Esto es normal?”
- “Para mí es nuevo, nunca he visto esto”,
- “Esto tiene que anunciar algo” sentenció el peón.
Carlos memorizó que el día que empezó a llover en la ocasión del famoso temporal del año 1959, mientras tomaba mate en la cocina del casco de la estancia de Piedras Blancas observó que en la planchada que rodeaba el aljibe del patio se formó un charco de agua, las gotas que caían formaban “globitos” y Honorio aseveró: “esto es temporal, va a ser grande y ahí está la explicación del cupí”. Inmediatamente interrogó el otro: “ahí está la cuestión del porque?, Y tuvo su respuesta: “por aquello amigo, cuando una gota cae y hace una burbuja espere agua abundante”.
Realmente fue abundante y Carlos comentó: “nunca en mi vida como hombre de campo vio un terutero sobre un poste del alambrado, como en esa ocasión, porque no tuvo mas remedio que posarse ahí ya que los campos estaban inundados y es un ave de vuelo corto”.
Al cupi en esta región también lo llamamos tacurú, se trata de un montículo de tierra arcillosa que abundan en suelos anegadizos y es el nido de unas hormigas pequeñas (termiteros). En la parte inferior de estos nidos existen diversas galerías de acceso a su interior y el nido está en la parte superior del mismo.
El narrador de esta historia o anécdota recordó: “superó más de un metro de altura, cosa que nunca había visto; nosotros cortábamos el copete del cupí –porque ahí anidan las larvas- y nos servía para alimentar los pavitos chicos. Fue cuando aprendí que el nido estaba arriba y debajo eran puras galerías”.
Obviamente estos insectos estaban previendo el gran temporal que se avecinaba y si mantenían la altura de los veinte centímetros iban a quedar sumergidos y significaba la muerte. Al respecto Carlos meditó: eso indica que el reino animal nos da un ejemplo del manejo de los sentidos y de la intuición para la prevención de muchas cosas........”
NÉSTOR ROCHA, DIFUNDIDO EN EL PROGRAMA RADIAL “AL RITMO DE LA VIDA” DE CASA AMBIENTAL QUE SE EMITE POR RADIO UNIVERSO AM DE LA CIUDAD DE CASTILLOS.