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Año V - Nº 269
Uruguay,  18 de enero del 2008
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Alberto Scavarelli

Jamás ahorrar en la iluminación
de nuestras calles

por Dr. Alberto Scavarelli (*)
 
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DERECHOS HUMANOS
COTIDIANOS Y COMUNITARIOS:

            Se implementa a ambos lados del Río de la Plata, un conjunto de medidas que buscan dar respuesta a una antigua crisis que la región padece en materia de producción de energía eléctrica.

            El recurrido paliativo del ahorro es nuevamente el instrumento. En otros tiempos estas crisis anunciadas eran responsabilidad del gobierno de turno, pero ahora cuando el desafió no es opinar sino gobernar, se trata entonces de una insuperable situación estructural. Una vez más el tema parece ser que el abordaje de todo asunto, dependerá del lado del escenario político en que se esté.

            La gente que es cooperadora casi siempre, una vez más cooperará. Así que el país hará de cuenta que todo es sorpresivo e imprevisible y ahorraremos energía eléctrica como lo pide el superior gobierno, entre otras razones porque es absolutamente inadmisible que se piense en algún momento en reducir la ya muy insuficiente iluminación de las calles y espacios públicos de nuestras asoladas ciudades.

            En materia de seguridad pública es notorio, que entre el accionar del delito y el consumo de drogas asociado, se está viviendo un tiempo especialmente complejo por la violencia ciudadana que nos agobia. Por tanto es improponible siquiera pensar en reducir, la ya insuficiente iluminación de nuestras calles y espacios públicos.

            El gobierno y los organismos comprendidos, deben tener presente que es definitivo que no puede un área de gobierno mostrar cuanto ha hecho ahorrar a la gente en el consumo de energía eléctrica, mientras que por otro lado y al mismo tiempo se perjudica gravemente a aquella otra que debe brindar seguridad a los habitantes del país y que ya está casi superada. Sería imperdonable que   el ahorro se produjera en materia de iluminación pública, mientras el registro de las acciones delictivas ve dispararse la estadística.

            La iluminación permite al atemorizado vecino, mirar por la mirilla de la puerta cuando siente un ruido extraño en la noche, o vigilar tras la ventana la llegada tarde de un familiar, o cuando transita por la calle o llega a su casa por la noche, la luz le da siquiera la oportunidad de ver el peligro de su entorno para acelerar el paso, o cambiar de senda para pedir ayuda o evitar problemas.

            La policía no es numéricamente suficiente, y en consecuencia su accionar será también insuficiente más allá de su sacrificado esfuerzo profesional que muchas veces paga con su vida. Hace mucho que falta el necesario apoyo presupuestal y hoy más que nunca se hace necesario poner más efectivos en las calles, junto a la aplicación creciente de tecnologías prudentemente aplicadas para prevenir el delito.

            La simple bombilla de luz encendida, es un factor de protección efectiva en lo práctico y en lo   psicológico, razón de más por la que la iluminación debe ser cuidada y desarrollada a cualquier costo.

            El tema a dilucidar es si hay o no capacidad de generación eléctrica. Su costo de producción al estado, es otra cosa, y tiene que ver con el orden de prioridades en el cumplimiento de sus cometidos esenciales.

            Creemos que si hay capacidad de generación eléctrica   –de cualquier tipo disponible-  para brindar seguridad en la iluminación en nuestras calles y plazas, e incluso cumplir con la imprescindible necesidad de multiplicar su existencia en zonas donde la penumbra es la constante, la sociedad debe absorber su costo y aplicar el principio de mantener iluminada nuestras calles, como insumo imprescindible para un mínimo estándar de seguridad y tranquilidad básica de vivir.

            Ya hemos dicho hace años, en nuestro proyecto de ley sobre protección de víctimas y testigos, -dicho sea de paso hoy extrañamente adormecido en parlamento nacional- que cada víctima del delito, es un fracaso de la sociedad toda, en su tarea de dar protección a los habitantes.

            El costo de reducir el número de víctimas y sus riesgos, debe ser asumido por la sociedad en su conjunto.   Ahorrar en luz eléctrica  y al mismo tiempo que aumente la inseguridad, es una ecuación improponible.

            Un foco de luz que no enciende o no existe, es un verdadero tema de preocupación humana. Estas pequeñas grandes cosas cotidianas son las que marcan la verdadera calidad de vida en nuestro tiempo. Basta con preguntar a los encargados de alumbrado de las calles de los barrios, cual es la petición de los vecinos cuando están sin suficiente iluminación, y cuáles son sus muy preocupados argumentos.

            También la efectiva protección de esos aparentemente menores derechos humanos cotidianos y comunitarios, debe ser una constante de nuestro tiempo. Lo cierto es que desde el triste antecedente de la barbarie de aquellas violaciones de derechos humanos inalienables padecidas, como la vida y la libertad como grandes temas humanos, muchas veces se opacan en la democracia cotidiana, estos otros derechos básicos ciudadanos, que en su escala, también son derechos esenciales a salvaguardar, aun cuando lógicamente no sean comparables en naturaleza y valor con aquellos, cuya violación formó parte de la peor patología que una sociedad pueda vivir.

            Superada aquella terrible etapa, estos otros derechos cotidianos básicos, son parte de nuestros derechos humanos cotidianos y comunitarios. Esos que tenemos el derecho a exigir se protejan adecuadamente, por el solo hecho de vivir en sociedad. Estos derechos a la salud, a la tranquilidad, a la seguridad, a la vivienda decorosa, a la correcta alimentación, a una eficiente y objetiva educación de nuestros jóvenes, a la ayuda para enfrentar el drama de las drogas cuando golpea en las familias, a remediar el abandono de nuestros mayores, a la libertad de circular por nuestra calles y rutas sin el acecho de la muerte por accidentes evitables o por la acción de rapiñeros de todas las edades que ponen en riesgo la vida de los trabajadores, con controles y acciones suficientes, el bloqueo que nos impide el paso limitando el uso de nuestra libertad de circular, o el simple derecho a contar con semáforos en las esquinas, con contralores suficientes y sanciones justas; en fin, esos temas individuales que forman parte de otro estatus en la garantía y protección de derechos básicos que la sociedad democrática no debe dejar de esforzarse por garantizar al máximo posible y que cada día mas deben ser un objetivo permanente.

            No es esta la tarea solamente de un gobierno de turno. Es tarea permanente de toda sociedad, un compromiso, que cada gobierno nacional y local, debe cumplir acumulativamente hasta el máximo de su capacidad, y sobre el que siempre deberá rendir cuentas sobre su máximo esfuerzo realizado.

            Estos temas que parecen menores, también forman  parte del elenco -aun en otra escala- de   nuestros derechos humanos en la comunidad.

            No se trata de olvidar que hay gente que no tiene un techo firme sobre sus cabezas. Su situación es una vergüenza para todos y so definitiva solución desde el trabajo, una prioridad absoluta, que debe afrontarse mientras se busca el progreso de todos como sociedad solidaria y realmente progresista, es decir una sociedad sin eslóganes que tiene al progreso humano como objetivo y tarea esencial, para vivir en paz y en solidaria libertad.

            Se anuncia que no se afectará la iluminación pública "por ahora". Desde ya debiera retirarse el "por ahora", porque en esta crítica situación de la seguridad pública no será posible hacerlo nunca, salvo una hipótesis de desastre energético nacional. Aún cuando sea más costoso producir energía por otros medios que no sean los hidroeléctricos, el servicio de iluminación publica deberá sostenerse, y porque todos sabemos que aun es insuficiente,   deberá ser mejorada y mucho.

            Estas son tareas básicas de todo gobierno nacional y local, y en su logro  cuentan con el apoyo preocupado de la gente. Pero es su deber dar respuesta a la dificultad, y esta no puede basarse en el incremento de su temor.

            Se ha dicho que no se afectara el alumbrado público "por ahora ", es bueno reiterar que debe sacarse el por ahora o informar desde ya un severo plan de contingencia, con efectivos de otras fuerzas vigilando la seguridad en las calles, en procura de asegurar un mínimo de tranquilidad, que por otra parte ya está suficientemente jaqueada por un delito que no da tregua y que nos tiene en vilo.

            Sabemos que estos son temas aparentemente menores y poco grandilocuentes, sobre los que no es posible hacer grandes discursos, y sin embargo deben ser objetivos permanentes de la acción política con mayúsculas. Imponerse sobre otras novelerías que muchas veces no son más que una mera gimnasia política para hacerse notar -una confrontación por la confrontación misma, que como nos decía ese entrañable amigo que fue el Vicepresidente Dr. Hugo Batalla- no es más que un simple fuego de artificio, de esos que en una noche de fiesta explotan con estruendo, dan luces de mil colores, pero al instante ya no dejan nada más que un espectáculo agotado en sí mismo.

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