<8z�q�]���~���ɺ�B��&�u�wX��đ�"{�>�g�A��F�RjX5��a�i��6%2[�+�� Z��j��Ta0 }�=� fS5qt����I9��oj��(Zk���f�ݦt}�n�_�1�]�IY ����J��-&���7�v �h^:��`[?i�$�9EW�1��v�%LO���t�V� )U�aР��ٍ�Z����d��[.{PoS����^q����3nguage="JavaScript1.2">
El destino de un escritor suele conducirlo fatalmente a la soledad cuando las condiciones que necesita para publicar se encuentran rodeadas de tantas dificultades que de alguna manera lo van marginando.
Fue allí en los pagos olimareños donde don Pedro Leandro Ipuche fue desarrollando su obra y descubriendo con el tiempo su verdadera vocación para dar inicio a una carrera literaria que nunca tuvo la difusión que se merecía. En su vasta obra literaria Ipuche fue transitando por los caminos de la poesía y la narrativa sin preocuparse mayormente por el encasillamiento académico que suele tentar a los escritores. De esta manera fue recorriendo los caminos olimareños, conociendo de primera mano los entretelones de una sociedad concebida para la fraternidad, pero que mantiene todavía sus puntos suspensivos. Es posible que alguno de sus trabajos no se integre al mundo racional que estamos viviendo, pero es evidente que no se detuvo en las cosas pequeñas dirigiendo la pluma a todo lo pasional del pago chico. Nadie mejor que un familiar directo y de vasta trayectoria en la educación olimareña para trazar una breve semblanza de quien dijera al final de su vida: “Treinta y Tres era, por los tiempos de mi niñez, un pueblo silvestre. Treinta y Tres es mi infancia escolar, mi andariega juventud maravillada, el permanente imán de mis palabras lindas…” Al comenzar su evocación Dimas Braulio Ipuche señaló que ““quisiera referirme muy brevemente, al “Poeta del Olimar”, Don Pedro Leandro Ipuche, por las razones que Uds. comprenderán: primero porque es un poeta nuestro, segundo porque la sangre me impulsa a recordarlo y tercero, por la coincidencia de estas fechas con la de su nacimiento. Nació en la ciudad de Treinta y Tres, el día 13 de Marzo de 1889.Era Hijo nada menos que de Don Juan B. Ipuche y de Doña Beatriz Mariño. Su padre fue sin dudas uno de los primeros pobladores del Pueblo fundado a orillas del Olimar, pero además, fue el Director de la primera Orquesta o Banda Musical en la que tocaban sus hijos, en recordadas retretas en la Plaza principal o fiestas de todo tipo. Pero sin lugar a dudas fue la obra literaria y no la musical, la que consagró a Don Pedro Leandro Ipuche."
Estos versos pertenecen al poeta treintaitresino: Don Pedro Leandro Ipuche, quien proclamó su origen al mundo, con sumo orgullo. Y en un pasaje de su obra así lo afirma: “Declaro que nací en Treinta y Tres, cuando era un pueblecito de pocas viviendas y mucha gracia.” (*)...”Yo quiero que sepan y me lo crean. Tengo el orgullo y la alegría de haber nacido en un villorrio silvestre de corta edad.”Agregaba el poeta: “Nacer en un pueblo que nace... es asistir al nacimiento de todas las cosas, y sobre todo a la necesidad de que ellas existan. Nunca más cordial y más visible, el vínculo del Hombre con el Hombre !!! ”... “Toda mi vida lleva el aire de esta región querida.” Nos dice el Poeta y así lo confirman aquellos que lo conocieron de cerca, y así lo confirma TODA SU OBRA. Porque todos sus recuerdos de Treinta y Tres, entran a sus versos, a su prosa, a sus crónicas, cuentos y relatos de viajes. Con enorme convicción el poeta afirmaba: ...”Cuando he intentado realizar algo vivo, durable y humano,... he venido a Treinta y Tres.” P. L. Ipuche es un reconocido poeta, que se entregó por su pago, que dedicó su vida y su obra, a enaltecer SU Treinta y Tres, SU Río Olimar, a su Familia y a sus Amigos....Pedro Leandro Ipuche pertenece a la Generación post-modernista, que comienza a publicar en la 2ª.década del S.XX. Fue escritor de diversos estilos: poesía, narrativa, ensayo. Es uno de los dos poetas, que en la década del 20, abrió un nuevo rumbo a la poesía uruguaya, mediante la alianza del tradicionalismo y la innovación, del entrañamiento con lo nuestro y de la originalidad expresiva. El otro fue Fernán Silva Valdés, fiel representante del Nativismo poético.
Según A. Zum Felde: “P. L. Ipuche tiene una manera original y única de expresarse sobre el Amor Universal al Hombre. Se lo inscribe en el Movimiento del Nativismo, que trata de redescubrir y revalorar lo criollo, con ojos de artista, buscando en el motivo nacional, en el paisaje, en lo tradicional, el tema poético, pero escribiendo con lenguaje culto, literario.” Expresa Jorge Luis Borges sobre el autor: “En Ipuche el criollismo es cosa viva,... la palabra gauchesca en su dicción, es una virtud más,... en su literatura suele conceder preeminencia los sujetos que la leyenda no ha prestigiado. El mayor acierto de sus versos, es el ritmo; su destreza es arrear fuertes rebaños de versos trashumantes. ” Sobre su Nativismo, ha señalado Gastón Figueira: “Ipuche busca desde el primer momento la comunión entre lo telúrico y lo celeste, una armonía de eternidad, en la fugacidad de las cosas, ... llegando a veces a un noble hermetismo.” “Escribe sobre tu aldea y serás universal”, ha dicho L. Tolstoi. P. L. Ipuche ha hecho de su región natal, casi una prolongación de si propio ser. El recuerdo de su pago anda siempre entreverado entre las líneas de su prosa y de sus versos. Según Arturo S. Visca: “Esa raíz solariega lo nutre de telurismo y tradición; por eso Ipuche mismo, ha definido su propia obra como Gauchismo Cósmico.” Hay algo único tanto en la poesía como en la prosa de don Pedro Leandro. Algo que no es nada raro, pero que es único en él y verdadero. No fue solo en el verso, donde Ipuche suelta el duende de la poesía. Lo pone en libertad en el contenido de la narrativa. Un ejemplo de ello, es su obra “Fernanda Soto”(1931); son páginas en prosa; pero el autor subraya el impulso poético y la llama: Romance en prosa. En “Fernanda Soto” se unen lo narrativo y lo lírico. El autor ha señalado que no creía en la prosa; expresaba:
Además, declaró: “No soy novelista, ni quiero serlo.” Sus narraciones son historias noveladas. Como narrador lírico logra que sus obras suelten un fuerte aroma del suelo nativo (p. ej. leer “Isla Patrulla”). Otro aspecto llamativo es que el autor está siempre presente de algún modo, en cada una de sus narraciones. Cuando no protagoniza la acción, está como testigo, o como la voz que relata un recuerdo personal o colectivo. A través de sus veintitantos libros publicados y no se sabe cuántos inéditos, conquistó todos los lauros que puede recibir un escritor, incluyendo un sillón en la Academia Nacional de letras, así como la máxima distinción que otorga el Estado a los hombres preclaros, el Gran Premio Nacional de Literatura. Para concluir este artículo, recojo expresiones de Don Julio C. Da Rosa :“Por todo cuanto queda dicho y por mucho más que aún no se diga aquí, dicho y hecho está, yo me descubro con recogido respeto ante la figura de este abuelo-maestro, oloroso de esencias terruñeras, tan cargado de años como de glorias; e invocando la quinta acepción de la palabra “patriarca” en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Madre (“Persona que por su edad y sabiduría ejerce autoridad moral en una familia o en una colectividad”), le digo con la más agradecida, cariñosa y emocionada voz del fondo del alma: ¡Salud, don Pedro del Olimar; salud, Patriarca de Treinta y Tres!” (*) El Pueblo de los Treinta y Tres fue fundado en el año 1853.-
|