El impacto en América Latina
El presidente chino, Hu Jintao, y el mandatario brasileño Lula de Silva
En los últimos tiempos China se ha dedicado a estrechar sus vínculos comerciales y políticos con la región.

Hace cinco años, la mayoría de los políticos latinoamericanos raramente mencionaban a China. Ahora parece ser el país que está en boca de todos.

Los gobiernos envían a sus ministros a Pekín para vender productos o buscar inversiones y misiones chinas llegan a la región.

Y es que el voraz apetito chino para seguir alimentando su vertiginoso crecimiento encontró un buen aliado en el rol histórico de América Latina como proveedor de materias primas.

El impacto ha sido dramático. El año pasado las economías latinoamericanas crecieron a su más alto ritmo desde la crisis de la deuda en la década de los 80, ayudadas en parte por la extraordinaria demanda china.

El comercio de la región con China pasó de menos de US$10.000 millones en 1993 a más de US$50.000 millones en 2004.

De todo y para todos

El crecimiento argentino llegó a más de 8% en 2004 y muchos analistas coincidieron en señalar que uno de los principales factores en la recuperación a la crisis que afectó al país suramericano hace tres años es la demanda china de soya.

Planta textil en México (Alejandra Noguez)
La industria mexicana teme que la invasión de exportaciones chinas en EE.UU. le quite mercados.

Argentina suministra ahora el 30% de la soya que China necesita.

Una historia similar se ve en toda la región. En octubre del año pasado, China pasó a Estados Unidos como principal comprador de cobre chileno. Cuba, mientras tanto, confía en la inversión china en sus depósitos de níquel y Venezuela ya firmó acuerdos de cooperación con el gigante asiático para desarrollar sus reservas de petróleo y gas.

Caracas también anunció este año que está buscando la ayuda de Irán para dirigir parte de sus exportaciones petroleras a China y otros países asiáticos en un intento por diversificar sus mercados.

En aisladas zonas mineras indígenas, las compañías chinas invierten en proyectos para encontrar metales y hasta en las islas Galápagos se sienten los efectos con un aumento en la exportación de productos afrodisíacos populares en China como los pepinos de mar y las aletas de tiburón.

Brasil a la cabeza

Pero es quizás Brasil, la mayor economía de la región, el país más afectado por el boom chino.

Soja
Argentina suministra ahora el 30% de la soja que China necesita.

Brasil tiene enormes cantidades de muchos de los productos que China quiere: hierro, soya, bauxita, madera, zinc y manganeso. China ha pasado a ocupar el segundo lugar en la lista de socios comerciales de Brasil y el intercambio entre los dos países se ha cuadriplicado en los últimos años.

Durante un viaje a Brasil en noviembre de 2004 el presidente chino, Hu Jintao, dijo que su país invertiría US$100 mil millones en América Latina en los próximos 10 años.

Se informó que sólo en Brasil, donde las carreteras y la infraestructura portuaria son inadecuadas, las compañías chinas están dispuestas a invertir más de US$5.000 millones.

También a nivel político aumentan los vínculos con la región. Brasil y China, por ejemplo, hablan abiertamente de "relación bilateral estratégica".

Cuando Hu Jintao viajó a Brasil, Lula reconoció a China como "economía de mercado", un término que identifica a países que acatan las normas de organismos como la Organización Mundial del Comercio (OMC).

A su vez, China ofreció apoyo a Brasil en sus esfuerzos para asegurar un lugar permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU.

Oportunidad o amenaza

No todo el mundo está contento con la creciente presencia china en la región. Algunos observadores advierten de los peligros de que América Latina se vuelva demasiado dependiente del tradicional ciclo de auge y caída de sus productos.

También se preguntan qué pasaría si el rápido crecimiento chino sufre un aterrizaje forzoso.

Mientras tanto, los países centroamericanos y México temen, por ejemplo, que el bajo costo de los productos fabricados en China y los textiles golpeen sus exportaciones al mercado estadounidense.

Empresarios mexicanos también argumentan que México está perdiendo ante China en la competencia por lograr inversiones estadounidenses.

En 2003 la inversión extranjera directa en México llegó a su punto más bajo en cinco años, ubicándose en US$11.000 millones. En China alcanzó casi US$60.000 millones.

Por otra parte ese mismo año China reemplazó a México como segundo mayor exportador de productos a Estados Unidos.

La competencia con Taiwán

China también está intentando persuadir al resto de países que reconocen a Taiwán para que cambien su lealtad.

En enero, la isla caribeña de Granada oficializó sus relaciones con China en un acto que provocó la ruptura diplomática con Taiwán.

La decisión del gobierno de Keith Mitchell se tomó después de que China prometió una ayuda millonaria al país para los esfuerzos de reconstrucción, tras el paso del huracán Iván.

Unos 25 países del mundo todavía reconocen a Taiwán. Doce de ellos son países pequeños del Caribe y de América Latina.

Desde 1971 cuando la ONU expulsó a Taiwán, el gobierno de Taipei ha gastado millones de dólares en ayudar a esos países, muchas veces otorgando donaciones a proyectos privados de los líderes políticos de la región.

China tiene enormes reservas en dólares y los observadores sostienen que está ahora en una fuerte posición para ofrecer más beneficios que Taiwán en la región.

Ya sea con compra de materia prima, inversión directa o ayuda lo cierto del caso es que la presencia china, en medio de esperanzas y advertencias, es una realidad ineludible para los países de América Latina y el Caribe.