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Dónde la "Gran Mentira" nazi se perpetúa
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por Daniel Pipes |
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"Si la propaganda árabe antiisraelí y antijudía se asemeja mucho a la del Tercer Reich, es por una buena razón", escrito por Joel Fishman, del Jerusalem Center for Públic Affairs en "La gran mentira y la guerra de información contra Israel", una labor de investigación histórica perspicaz y luminosa. Fishmann comienza por exponer los aspectos aberrantes de la situación actual que quiere que Israel esté percibido como un agresor peligroso mientras que defiende a sus ciudadanos contra el terrorismo, la guerra convencional y de las armas de destrucción masiva. Por ejemplo, un sondeo de 2003 pone de manifiesto que los Europeos consideraban Israel como "la peor amenaza" que pesa sobre la paz mundial. ¿Cómo esta inversión demencial de la realidad - el único país enteramente libre y democrático Oriente Medio considerado como la principal amenaza mundial - pudo imponerse?
Para responder, Fishman revisita la Primera Guerra Mundial, lo que no tiene nada de asombroso, ya que los analistas de después de guerra fría reconocen aún más siempre hasta qué punto Europa permanece bajo la influencia de este desastre - tanto por su nueva política de apaciguamiento como por su actitud sobre su propia cultura. En la época, el Gobierno británico fue el primero en sacar partido de los progresos de los medios masivos de comunicación y de la publicidad, destinándose así tanto a la población civil del enemigo como la suya, con la esperanza de modelar el pensamiento. Las poblaciones de las Potencias centrales entonces recibieron mensajes destinados a minar su apoyo a su Gobierno, así que las de los países del Aliados oían noticias de atrocidades, algunas de las cuales eran falsas. Las autoridades británicas pretendieron, en particular, que Alemania imperial poseía una "fábrica de cadáveres" (Kadaververwerkungsanstalt), dónde los despojos de los soldados enemigos se transformaban en jabones y otros productos. Tras la guerra, cuando los Británicos se enteraron de la verdad, estas mentiras les dejaron lo que Fishman llama un resabio "de escepticismo y traición así como una tendencia a un nihilismo de posguerra". Esta campaña de desinformación británica tuvo dos incidencias desastrosas sobre la Segunda Guerra Mundial. En primer lugar, hizo que el público de los Aliados desconfiaran frente a las atrocidades cometidas por los alemanes contra los judíos, las cuales se asemejaban mucho a los horrores imaginarios propagados por los británicos, de modo que los relatos procedentes de los territorios ocupados por los nazis se ignoraran regularmente (eso explica porqué Dwight D. Eisenhower organizó visitas de los campos de concentración inmediatamente después de su liberación, con el fin de constatar y documentar su existencia bien real).
En segundo lugar, Hitler destacó con admiración la táctica británica a este respecto en su libro, Mein Kampf (1925): "En primer lugar, las afirmaciones de la propaganda [británica] eran tan chocantes que la gente los juzgó absurdos;" luego, ellos se refirieron a los nervios; y finalmente, hubo."" Una década más tarde, su admiración era concretada por la "Gran mentira nazi" que ponía la realidad sentido patas arriba, haciendo de los judíos a los perseguidores y los alemanes las víctimas. Una pesada máquina propagandista martilló a continuación estas mentiras en los espíritus del de habla alemana, con gran éxito. La derrota de Alemania desacreditó temporalmente estos métodos de inversión de la realidad. Pero algunos nazis supervivientes transportaron sus antiguas ambiciones antisemitas en países actualmente en guerra con Israel y que intentan matar a su población judía. Millares de nazis encontraron refugio en Egipto y un número más modesto de ellos se instalaron en países de lengua árabe, en particular, Siria
Fishman examina más concretamente el caso de Johann von Leers (1902-1965), miembro del Partido nazi de la primera hora, protegido de Goebbels, cómplice de Heinrich Himmler su vida durante y partidario manifiesto de una política génocid respecto a los judíos. Su artículo de 1942 "Judaism and Islam as Opposites" (el Judaísmo y el Islam - dos contrarios) alquilaba el "servicio eterno" prestado por los musulmanes manteniendo a los judíos en "un estado de opresión y ansiedad". Von Leers se escapó de Alemania después de 1945 y apareció en la superficie una decena de años más tarde en Egipto, donde se convierte al Islam y se volvió un consejero político del departamento de la información de Nasser. Allí, explica Fishman, "patrocinó la publicación de una edición árabe de los Protocolos de los sabios de Sión, restableció la calumnia de los asesinatos rituales, creó de las emisiones antisemitas en varias lenguas, cultivó el néonazismo a las cuatro esquinas del mundo y mantuvo una correspondencia calurosa con la primera generación de negacionistas del Shoah".
Este trabajo básico se reveló precioso después de la victoria histórica de Israel en la guerra de los Seis Días, en 1967, que constituyó una derrota humillando tanto a la Unión Soviética como para sus aliados árabes. La campaña de propaganda arabo-soviética que se sigó negaba el derecho de Israel a defenderse e invertía la realidad acusándolo continuamente ser el agresor. Y, como Hitler lo había analizado en Mein Kampf, éstas acusaciones desvergonzadas se declararon absurdas en primer lugar, luego finalmente aceptadas y creídas.
En otros términos, la demencia política actual está directamente ligada a la anterior. Algunos antisionistas de nuestros días se mostrarán capaces de avalar lo hecho y de aceptar que su pensamiento no es más que el resurgimiento y actualización de las tropelías genocidas adoptadas por Hitler, Goebbels y Himmler? Podrán sostener sus convicciones?
Traducción: Nicolai Nicolaievich Romanov
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