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El mito del avance de la izquierda en Latinoamérica
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por Rafael Castellanos |
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"El llamado ascenso de la izquierda en L. A. es un mito. La mayoria de gobiernos etiquetados de izquierda siguen una economia de Mercado y firmaron o buscan TLC con EUA, la esencia de lo que el discurso de izquierda repudia. Chile, Uruguay, Brasil, Peru, Panama y Costa Rica son ejemplos"
El panorama político electoral latinoamericano ha dado lugar a etiquetar una serie de resultados diversos como un solo fenómeno, llamándole el ascenso de la izquierda en el continente, lo que al analizar en detalle se desnaturaliza.
No hay tal cosa como una izquierda latinoamericana uniforme. Los diferentes gobiernos o candidatos, a quienes se les pone esa etiqueta, son de naturaleza muy diversa, tanto en sus proyectos económicos y sociales, como en su actitud frente a la democracia o el absolutismo, en el ejercicio del poder.
El llamado ascenso de la izquierda mete en el mismo saco a gobiernos radicalmente diferentes en esencia, como Bachelet, en Chile; Tavaré Vásquez, en Uruguay; Lula da Silva, en Brasil; Allan García, en Perú; Torrijos, en Panamá; Arias, en Costa Rica; todos con economías basadas en el mercado, por un lado.
Por el otro, incluye a Chávez, Morales y Correa, de Venezuela, Bolivia y Ecuador, quienes siguen políticas económicas populistas, algunas de izquierda, ciertamente, otras sin rumbo claro.
Recientemente, se suma al grupo etiquetado, Ortega, en Nicaragua, quien da señas de ir por el rumbo de Chávez y equivocadamente al candidato Álvaro Colom, con grandes posibilidades de ser el próximo presidente de Guatemala. Equivocadamente digo porque al etiquetar a alguien, aunque no lo sea, el rechazo de sectores lo puede llevar a ese lado.
Con la caída y fracaso del bloque soviético y el viraje de China al capitalismo, se desplomó el referente ideológico de la izquierda latinoamericana, se redujo a la Cuba de Castro, único remanente de ese experimento fracasado, sin poder ni dinero para alimentarla. Más de una década de desconcierto.
La cercanía de la muerte de Fidel y las evidencias del inicio de transición del poder pintan más a un gobierno corporativo, de negocios, con apertura a occidente y aparentemente listo a integrarse a la globalización.
¿Cuál es entonces el común denominador de esa izquierda que “avanza” en Latinoamérica?
Probablemente, lo único que tienen en común la mayoría de los gobiernos mencionados es un sentimiento contra Estados Unidos, más fuerte en unos que en otros, muy explotado electoralmente. Atacar al Tío Sam atrae fácilmente votos en la mayoría de América Latina.
Otro aspecto compartido es que los partidos se alineaban a la izquierda durante la guerra fría y han mantenido su clientela electoral usando esa bandera por identidad y conveniencia, pues aunque las élites cambien sus paradigmas, los electorados no cambian a la misma velocidad y ser de izquierda suena a rebeldía contra el “stabilishment”, apela a los sentimientos de romanticismo del votante, lo que no consigue igual, la búsqueda de la libertad, equidad y desarrollo por métodos capitalistas, modernos.
Pero a la hora de la verdad, de escoger la forma de gobierno, especialmente la política económica, la mayoría de esos países ha adoptado la economía de mercado en diferentes grados de intensidad, algunos firmaron o buscan TLC con los Estados Unidos, incluido Nicaragua, a pesar de que las banderas esenciales de la izquierda son profundo rechazo al modelo neoliberal y a los TLC ¿Es esto izquierda?
Los gobiernos de Chile, Uruguay, Brasil, Panamá, Costa Rica y Perú (Allan García en su retorno moderno), aunque se les denomine de izquierda actúan como naciones modernas que buscan el desarrollo de sus habitantes, su inserción en la globalidad, con programas iguales a muchos gobiernos de derecha, buscan la creación de riqueza utilizando los mecanismos de mercado, el comercio, atraen inversiones privadas, respetan la democracia y se empeñan en tratar de vivir en el imperio de la ley.
Kirchner, caso aparte, juega malabares populistas y, en una forma particular, mantiene un equilibrio complicado, con un discurso fuerte antiestadounidense y antineoliberal, y aparente cercanía a Chávez y su grupo, dirigido a su mercado interno, pero actúa cuerdamente y va sacando del desastre económico a la Argentina con una buena dosis de economía de mercado y libre comercio.
Las únicas y notables diferencias son Chávez y sus seguidores en Bolivia y Ecuador.
Fuente: La Prensa Gráfica
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