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No preguntes lo que tu país te puede dar, sino lo que tú puedes darle a él.
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Año V Nro. 395 - Uruguay, 18 de junio del 2010 |
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Si las encuestas fracasaron estruendosamente en la primera ronda electoral, no se entiende que los perdedores salgan a cantar un triunfo que las estadísticas les niega. Mockus, por ejemplo, llegó a contemplar en la cresta de la “ola” que podría ganar en primera vuelta, los resultados no pueden ser más patéticos, fue aventajado por 25 puntos por Juan Manuel Santos cuando se esperaba un duelo cerrado. En otros países con un sistema electoral similar al nuestro, el 46.5% y una ventaja de 25 puntos bastarían para proclamar ganador a quien obtuvo tan alta votación. Pero, debemos atenernos a las reglas de juego e ir a una segunda vuelta.
Al menos ahora entendemos el problema de la gobernabilidad según Mockus. De despreciar las alianzas, de considerar espurio y corrupto entrar en negociaciones, convoca una alianza tipo TOCOSAN para buscar lo imposible: unir el Polo, el conservatismo, el liberalismo y el vargasllerismo en causa común contra Santos. Todo es posible en política, la política es dinámica, dicen, para eludir el “todo se vale” para derrotar a Santos. Arriesgan, de manera suicida, a tirar por la borda una votación bastante promisoria. Santos en cambio es coherente, insiste en su propuesta inicial de unidad nacional para encarar mancomunadamente los grandes retos del país en la lucha por más empleos, por más prosperidad, por más educación, por darle continuidad a la seguridad, para abrir nuevos mercados, para hacer respetar al país y para derrotar la corrupción. Ahora surgen los magos que, siguiendo a Maturana, ven en la derrota una victoria. Mockus considera un triunfo, no ya haber ganado sino haber pasado, a la segunda vuelta. Vargas Lleras, ciertamente, es una sorpresa en cuanto derrotó las previsiones que lo situaban en 4 por ciento, pero, hablando con franqueza, decir que su resultado es una gran noticia equivale a pensar que no estaba luchando por pasar a la segunda sino evitar ser borrado del mapa político. Igual podemos pensar de la reacción de Petro que con mejores condiciones y garantías que sus viejos maestros, ni siquiera alcanzó el 50 por ciento de Carlos Gaviria. Derrota real que no se puede ocultar en la sofisticada hipótesis de un complot de todos contra el Polo. El síndrome paranoide no genera credibilidad y más bien esconde el deber de asumir el desastre y de hacer la autocrítica correspondiente. Petro es un buen orador y un líder combativo, pero, fue víctima de un fenómeno que parece caracterizar a la izquierda colombiana: ser víctima de sus yerros y sus divisiones. Petro le ganó a Gaviria la consulta con un discurso renovador, sin embargo, se tuvo que rendir en brazos de los más dogmáticos y retornó a su lenguaje procaz contra Uribe, como años atrás. Su desastre es edulcorado por una retórica insulsa que suena a estribillo.
Los resultados para los candidatos de los dos partidos tradicionales no pueden ser más trágicos. Grises y forzados, no lograron atraer ni siquiera la votación de las parlamentarias. Será el fin de dos carreras que nunca pudieron siquiera insinuarse como presidenciales. Pardo, un hombre capaz, fue sacrificado por la política errática del ex presidente Gaviria, por la connivencia con personas como Piedad Córdoba y el nefasto ex presidente Samper. La lectura contraria es muy positiva para el país y la democracia: consolidación de nuevos partidos y hundimiento de liderazgos que viven de glorias lejanas e incapaces de interpretar la nueva Colombia. Así pues, no es digerible la percepción de que todos ganaron. Hubo, en cambio, un claro triunfador, Santos, unos perdedores sin remedio y sin disculpa, otros que aceptaron la derrota y quizás se retiren. Queda por ver si se concreta el llamado de Mockus a conformar un TOCOSAN, vacío y oportunista, cuyo colbón es el deseo de derrotar todo lo que huela a Uribe y a Santos, sin otra explicación. Lo vemos difícil, no hay razones para creer que las bases del conservatismo, del liberalismo y de Cambio Radical cedan a los cantos de sirena de los girasoles. En medio de cualquier debate, sin apelaciones, otro ganador es el presidente Uribe y su proyecto político. Obtuvo reconocimiento por su denodado trabajo para devolverle la seguridad al país y por su esfuerzo sincero de abrir cauces al buen desempeño de la economía. Sus éxitos contra los violentos se pueden apreciar en la fallida escalada guerrillera de los últimos días, dolorosa pero inútil para revertir su retroceso. Una última reflexión: los verdes y sus aliados están en su derecho de ir hasta la segunda vuelta, pero igual, están en el deber de acatar los resultados. El pueblo colombiano no es delincuente, no es violento, no quiere la guerra, no se va por el atajo, defiende la democracia, no es unanimista, no es un rebaño, es un pueblo sufrido, trabajador, dolido y victimizado por los grupos armados ilegales y por la corrupción. Por ello, tiene derecho a que su expresión sea acatada y respetada. Las minorías y la Oposición tienen que respetar su voluntad y dejar de molestar y perseguir a quienes han interpretado sus angustias con lealtad y con buena fe.
Compartir este artículo en Facebook © Darío Acevedo Carmona para Informe Uruguay
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