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Año V Nro. 356 - Uruguay, 18 de setiembre del 2009
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“El Canal 4 fue el más visto en la mañana del domingo durante el debate entre los presidenciables Pedro Bordaberry del Partido Colorado, Pablo Mieres del Partido Independiente y Raúl Rodríguez de Asamblea Popular” dice el diario El País en su edición del pasado lunes 7 de septiembre. Entre los asesores de los candidatos y la producción del Canal se había acordado en que los temas a debatir transcurrirían acerca de las políticas sociales, educación y seguridad. Hubo coincidencia en la fustigación del asistencialismo, practicada en forma consecuente por este gobierno. También hubo coincidencia en la crítica negativa hacia la forma en que se han encarado en esta administración los temas relativos a la enseñanza y educación. En ese tema, Rodríguez dijo refiriéndose al larga y costosamente promocionado Plan Ceibal que “es una falta de respeto, ya que hay salas donde no hay bancos pero hay computadoras”. Más allá de poder referirnos a los temas tratados y a las coincidencias o no de los precandidatos —de eso entre otras cosas se trata un debate— este encuentro, que a la luz de cómo se vienen desarrollando las cosas parece que será EL ÚNICO, me parece que nos deja, o nos introduce, en otras reflexiones que hacen a la forma en que se vienen desarrollando los hechos en ese sentido, y de quien es la responsabilidad. Es claro que Bordaberry aceptó debatir con candidatos que, aún tomando como buenas las tendenciosas encuestas, tienen entre cinco y diez veces menos intención de voto que él. Primó la voluntad de acercar a la población la posibilidad de escuchar sus ideas. Y ya que hablo de la población, hay otra reflexión: se me ocurre, y es que la gente escucha en los medios lo que le interesa, y con todo respeto para Mieres y Rodríguez, y basándome otra vez en las encuestas, parecería en consecuencia que el interés que hizo que la audiencia se volcara a ver el programa, se dirigía sin dudas a analizar los planteos del candidato del Partido Colorado. Por lo menos en la proporción que Botinelli y sus acólitos sugieren. Supongo... Son sugestivas —hablando de contenido— las coincidencias entre el candidato del Partido Colorado, del Partido Independiente y de Asamblea Popular, que sigue sosteniendo los principios y conceptos que antes sostenía la izquierda de Mujica —en relación a la decepcionante gestión del gobierno. Decepcionante para los que esperaban algo de él, por supuesto. La falta de respeto para con los votantes es ya inaudita por parte de Mujica en sus negativas y evasivas a los desafíos al debate, y por parte de la prensa cautiva, que no le pregunta claramente por ejemplo: ¿es cierto que teme quedar en ridículo?. Y el tema ya aburre. A mí me pone de mal humor, pues siento que dudan de mi inteligencia. Es para ponerle ya punto final. El asunto no es nuevo además para la “fuerza política” de gobierno. En efecto, el Dr. Vázquez ya nos ignoró con soberbia hace cinco años, cuando sintiéndose ganador, no debatió, importándole poco lo que piensen los uruguayos todos, aspecto al que, justo es decirlo, siguió siendo fiel. El lector sabrá tanto como yo de la importancia para el ciudadano que tiene el hecho de poder escuchar en un debate propuestas, y respuestas a preguntas, por parte de los candidatos. Porque además enfrente tienen a un opositor, que se esmerará en buscar sus debilidades, y se deberá responder en consecuencia, enriqueciéndose toda discusión o cambio de ideas. Permitiendo al que escucha, optar, analizar. Por otra parte, el “acorralado”, en caso de estarlo, tendrá que demostrar su capacidad de respuesta, su inteligencia, su personalidad. Cierto es que en instancias de “acorralamiento”, Mujica ya mostró en otras ocasiones su metodología y capacidad de retruque, y los términos “nabo” y “chorizo” aplicados sin ninguna connotación gastronómica, le fueron enrostrados a su ocasional entrevistador, o al que osó preguntarle algo que no le guste contestar. Claro que hoy por hoy esos curiosos son una raza extinta!! Yo, no obstante, “quebraré una lanza” por Mujica, ya que los argumentos que impiden contundentemente que pueda acceder a la presidencia, y en consecuencia lo inhabilitan para debatir con alguien, ya fueron largamente explicados por el propio Astori en la lucha interna. Por eso, en realidad, lo entiendo. Pero hay algo en el pasado, hablando de debates y su importancia, que me gustaría recordar al lector, y sobre todo a Mujica. El viernes 14 de noviembre de 1980, los uruguayos vieron por el canal 4, después de muchos años, un debate político. Participaron el coronel y abogado Néstor Bolentini y el abogado Enrique Viana Reyes —uno de los redactores del proyecto de reforma constitucional sometido a plebiscito, — ambos consejeros de Estado, en defensa del Si, y el Dr. Enrique Tarigo y Eduardo Pons Echeverri en defensa del No. Para muchos observadores y analistas políticos, ese DEBATE fue factor determinante para que gran número de ciudadanos pusieran en la urna sin miedo, con esperanza y pasión la papeleta que inició un camino, al que Mujica debería estar eternamente agradecido.
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