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Año V Nro. 356 - Uruguay, 18 de setiembre del 2009
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Las cuatro convenciones de Ginebra, que en tiempos de guerra velan por la suerte de los militares que han dejado de combatir y la de todos los civiles, conmemora este año su 60 aniversario, aunque tiene su origen en unos acuerdos firmados en 1864. En 1859 Henry Dunant volvió horrorizado de lo que presenció en la Batalla de Solferino, en Italia: muchos de los militares heridos morían antes de llegar al hospital porque no se concebía una evacuación de emergencia para ellos. Al volver a Ginebra, fundó la Cruz Roja, estableció las bases del Derecho Internacional Humanitario e inició una campaña internacional para lograr un tratado que estableciera unas mínimas normas en la guerra. El objetivo no era acabar con los conflictos, cosa asumida como imposible, sino limitar las atrocidades que provocan. Dunant convenció al gobierno de la Confederación Helvética de organizar una conferencia internacional que redactara, firmara y adoptara una normativa que estableciera la necesidad de crear lo que ahora conocemos con el nombre de corredores humanitarios. El texto lo firmaron 16 países en 1864, se llamó Convención de Ginebra, y establecía la obligatoriedad de los Estados firmantes de permitir la evacuación de los militares heridos. En 1907 se redactó la Segunda, con el mismo espíritu y objetivo, pero en la que se abarcaba también la guerra marítima, que no se había tenido en cuenta en la Primera. En la Primera Guerra Mundial se capturan miles de prisioneros que son tratados de forma inhumana, es por ello que comienza a estudiarse la idea de que los prisioneros de guerra también deben protegerse. Surge así la Tercera Convención, firmada en 1929. Dedicada a los prisioneros de guerra, establece la necesidad de tratarlos correctamente y velar por su salud mental y física. Ese mismo año, se reconoció el emblema de la Media Luna Roja como igual al de la Cruz Roja. Tuvieron que transcurrir los horrores de la Segunda Guerra Mundial para que la Comunidad Internacional percibiera que en tiempos de guerra, no sólo era necesario salvaguardar la integridad de los militares, sino también la de los civiles. Los datos eran contundentes: durante la Primera Guerra Mundial murió un civil por cada dos militares, en la Segunda Guerra Mundial fallecieron igual número de civiles que de militares. En esa contienda participaron 100 millones de militares y murieron 70 millones de personas, por lo que se convirtió en el conflicto más mortífero de la historia. En el año 1949, Ginebra vuelve a ser sede de una Conferencia Internacional que redactará la Cuarta Convención y que revisará y actualizará las tres anteriores. Participan 63 países que firman el documento llamado ya oficialmente Convenciones de Ginebra. Dichas Convenciones sólo se aplican a los conflictos armados internacionales, a excepción del artículo 3, común a las cuatro Convenciones, que también abarca las guerras civiles en el interior de un mismo país. La adopción de éste artículo en 1949 supuso un enorme avance, ya que los anteriores tratados sólo contemplaban situaciones de guerra entre Estados. Dado que la mayoría de los conflictos de la actualidad son conflictos armados no internacionales, el artículo 3 revela una importancia capital. Actualmente, pasados 60 años de historia, 149 países han firmado y ratificado las Convenciones de Ginebra. Sin lugar a dudas, es uno de los Tratados con mayor apoyo de todo el Derecho Internacional que a lo largo de seis décadas ha tratado de “humanizar” la guerra. ¡Hasta el próximo análisis…!© Lic. Washington Daniel Gorosito Pérez para Informe Uruguay
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