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Año V Nro. 356 - Uruguay, 18 de setiembre del 2009
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José Leandro Villalba, nacido en Mercedes el 30 de Dic. de 1939, era un muchacho simpático y amable, el menor de tres hermanos, luego de terminar sus estudios, debió emigrar a la ciudad en busca de trabajo.
El encuentro con José Mujica Cordano
Villalba reconoció a uno de los sujetos cuya foto había visto en la seccional en la que trabajaba como administrativo, (al propio Mujica) En estas fotos mostraban a personas en "búsqueda y captura" por orden la justicia. En ese momento tenía dos opciones. Una era no cumplir con su deber, y no notificar nada, olvidarse de sus obligaciones como policía y como ciudadano y dejar libre a integrantes de una banda requerido por participación en innumerables secuestros asaltos de bancos y asesinatos. La otra era ser valiente y notificar la presencia de los terroristas en el bar. Villalba cumple con los deberes de su cargo y lo comunica a su seccional, en unos minutos radio patrulla intercepta a José Mujica Cordano, quien en ese entonces tenía documentación falsa a nombre de José Mones Morelli, el cual resiste el arresto a balazos, hiriendo de gravedad a un agente luego del largo tiroteo y terminando muy herido. Estando abatido y a pesar de haber herido a un agente, los compañeros no lo ejecutan, lo llevan rápidamente al Hospital Militar. Mujica es salvado gracias a la pericia médica y el buen trabajo de los doctores del Hospital Militar. La vendetta mafiosa Villalba pensaba que estaba protegido por un estado de derecho que ni siquiera hoy mismo nos puede proteger, y volvía silbando a su casa, como lo solía hacer, aquella fatídica noche del 10 de enero de 1971 sin saber que José Mujica Cordano ya había sentenciado su destino. Un comando de 6 hombres esperaba a Villalba en un coche en la oscuridad de la calle Echandía esquina Monte Caseros.
Allí mismo, en el estilo que tienen estos grupos cobardes, se llamen ETA O Al Qaeda o TUPAMAROS, sorprenden al joven por la espalda y le dan varios disparos con sus 9 milímetros. Luego lanzan sobre su cuerpo volantes en los que decía: "así se paga la delación", en un sentido de la palabra hasta ridículo, que solo tiene sentido si viene del ingenio de nuestro casi seguro futuro presidente.
El crimen paga y bien
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