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Año V Nro. 356 - Uruguay, 18 de setiembre del 2009
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A mediados de 2007, el idilio entre el matrimonio Kirchner y el Grupo Clarín comenzó a tambalear. Clarín había criticado duramente al gobierno por su manejo de la crisis energética. Y la investigación de ese medio sobre las maniobras inescrupulosas con fondos y cargos públicos por parte de la ex piquetera de Gualeguaychú ungida Secretaria de Estado Romina Picolotti, terminó de exasperar al irascible santacruceño. A partir del conflicto entre el gobierno y los productores agropecuarios en marzo del año pasado, los medios de comunicación de Clarín, le dieron definitivamente la espalda a los Kirchner, destruyendo lo que quedaba de una alianza que había rendido a ambos, jugosos beneficios. Kirchner, cuyas reacciones son siempre viscerales, respondió a los gritos. Insultó públicamente a Clarín, a su CEO y a los periodistas que se atrevían a hacerle alguna pregunta en las raras ocasiones en que las acepta. Y atacó, finalmente, donde realmente duele, enviando al Congreso por intermedio de su mujer —la Presidenta— un proyecto de ley de radiodifusión, en cuya letra grande se lee claramente la venganza. Efectivamente, las previsiones de la norma obligarían a Clarín, si se aprobara, a deshacerse de la mayor parte de sus empresas, ya que no se podrá tener más de una frecuencia de FM, una de AM, una licencia de TV abierta, y una red de cable —si no se opera por TV abierta. Pero esta norma también perjudica seriamente a los demás operadores de medios de comunicación, puesto que todos ellos, en mayor o menor medida, deberán deshacerse de frecuencias y emisoras. El panorama se complica si le agregamos otro elemento: la mayor parte de los dueños de medios de comunicación son parte o tienen muy fuertes vínculos con el poder político. La semana pasada se supo que los Kirchner quieren aprobada la ley antes de fin de mes; paralelamente, el Comité Federal de Radiodifusión (COMFER) rechazó la fusión entre Multicanal y Cablevisión, empresas que pertenecen a Clarín. Las acciones del Grupo cayeron 30%. Además de avanzar sobre los medios, el Gobierno se apropió del negocio del fútbol y precipitó la venta de Telecom, que esperan para comprar, ansiosos, dos de sus amigos, Eduardo Eurnekian y Ernesto Gutiérrez, de Aeropuertos 2000. Telecom, que factura más de U$S 2.600 millones anuales, deberá venderse en sesenta días. El otro interesado en comprarla es Clarín, a quienes preferirían vender los italianos dueños de las acciones. Pero claro, saben que no obtendrían la aprobación del ente regulador para el negocio. El Ministro de Planificación Julio De Vido lo dijo en voz alta, hablen con la gente de Aeropuertos… El proyecto de Ley autoriza a las empresas de servicios públicos a participar en el mercado de la TV. En especial, a las empresas de telefonía fija que sean en un 70% de capital nacional. Ese requisito lo cumplirá solamente Telecom, porque Telefónica, al ser de capital español queda excluida y seguramente deberá también desprenderse de su canal de aire Telefé, codiciado desde hace tiempo por otros dos amigos de Kirchner, Cristóbal López, emperador de las salas de juego y Rudy López, ex chofer de Néstor Kirchner en Santa Cruz devenido empresario de medios, y que amasó una fortuna en pocos años. Lo que viene detrás es el multimillonario negocio del Triple Play, es decir, la red de telefonía fija, televisión por cable e Internet por parte de un mismo proveedor. En el mercado hoy existen tres jugadores: Telecom y Telefónica, que brindan servicio de voz e Internet, y Multicanal/Cablevisión (Clarín), que ofrece televisión por cable e Internet. Las tres empresas comparten el mercado de la Internet, con aproximadamente un millón de abonados cada una. Si se aprueba la ley cada una mantendría en términos generales sus abonados, pero para los tres servicios en lugar de los dos actuales. Fuera de juego Telefónica por ser de capital extranjero, y obligado Clarín a desprenderse de Cablevisión, el negocio quedará para Telecom, una vez comprada por los amigos de Kirchner. No se trata solamente de negocios. Desde la época de Menem los peronistas aspiran a dominar el espectro de las comunicaciones para instalar la propaganda oficial en los hogares y digitar las editoriales de la prensa. Kirchner, desilusionado de Clarín a quien imaginaba en ese rol, estaría ahora a punto de lograrlo. Para ello necesita que la ley se apruebe rápidamente, lo que no parece sencillo. Aun cuando en Diputados logre el quórum necesario, al que con sus propias huestes no llega, deberá pasar la barrera de Senadores, donde no solamente le faltan votos sino que corre el riesgo que el Presidente del Cuerpo, Julio Cobos, quien ya se pronunció contrario al proyecto, lo haga circular Comisión tras Comisión hasta que llegue el 10 de diciembre, y con él, el recambio de legisladores. ¿Soportará Néstor Kirchner otra derrota, y de tal magnitud? ¿Tolerará Héctor Magnetto, el poderoso CEO de Clarín que su multimedios sea licuado por el Gobierno? ¿Resignarán los amigos de Kirchner el multimillonario negocio que comprende la televisión, el cable y la Internet? ¿Aceptarán pacíficamente los propietarios de los demás multimedios argentinos —ni pocos ni débiles— ceder al Gobierno sus propios espacios de poder? Nada de esto es probable, pero algo sucederá. Mientras tanto, los generales de esta guerra de poder preparan sus tropas para la gran batalla que se librará, curiosamente, en un campo de batalla que hasta hace muy poco era también coto exclusivo de los Kirchner. El Congreso de la Nación.© Ramón Polanco
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