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Año III - Nº 157 - Uruguay, 18 de noviembre del 2005

 

 

Basta de una vez por todas
Por Helena Arce


Las cosas en su lugar, en este mismo número escribí un artículo sobre lo que pienso de la Sra. Leites, y no me retracto ni una palabra de lo que digo.

Creo que a lo largo de mis artículos no he engañado a nadie, siempre manifesté mi rechazo total a quienes se alzaron contra la democracia en armas, instalando en nuestro país una guerrilla urbana. Esa guerrilla urbana, reivindicada por quienes siguen viviendo en el odio, y que puede resultar muy romántica a los jóvenes que no la vivieron, pero que no tenía nada de romántica. Era todo lo contrario, un grupo de gente se creyó "dueños de la verdad compasiva por los demás", descreyeron del sistema y se levantaron en armas contra la Democracia, la Justicia, la Constitución y las leyes, y en medio de ella, quedamos los uruguayos que queríamos vivir en paz, trabajar, estudiar, salir adelante mediante el fruto de nuestro esfuerzo y mediante el voto elegir a nuestros gobernantes. El miedo a quedar en medio de un enfrentamiento, de estar en el lugar que explotara una bomba, de ver algo que uno no debiera ver, los jóvenes usados como carne de cañón, las personas divididas, con odio por los demás, de un lado o del otro, incluso dentro de las mismas familias, fueron las características de aquella época, y todos vivimos en carne propia estas situaciones.

También he dejado expresa constancia de mi repudio total hacia un Presidente Constitucional, que traicionó al pueblo uruguayo, pues fue el directo responsable de instalar la dictadura que nos asoló durante más de 10 años, deshonrando su investidura.

La dictadura que vivimos, tampoco fue un juego. Solo quienes la sufrimos tenemos plena conciencia de los oscuros años que vivimos. Pues todos, no únicamente quienes cayeron presos o debieron exiliarse, sufrimos sus efectos. Recuerdo además expresamente, que los perseguidos durante la dictadura no fueron únicamente los guerrilleros, también quienes pensaban distinto a los dictadores y fueron descubiertos.

He expresado más de una vez, lo que pienso de aquellos militares que traicionaron a la Patria, metiéndose en el bolsillo la Constitución que juraron defender, pues la Patria así con mayúsculas no es un ente abstracto, la Patria somos los uruguayos que la formamos. Esos que durante aquellos años, fuimos los tiranizados y perseguidos, por aquellos militares que comandaban las fuerzas, y se autoproclamaron dueños de los uruguayos.

No voté la ley de la pretensión punitiva del Estado, así como me rechinó los dientes la amnistía total e irrestricta a quienes estaban presos, o se habían exiliado sin importar lo que hubiesen hecho, no me voy a extender sobre esto remitiéndome a lo que expreso en el artículo sobre las manifestaciones de la Sra. Leites y el Sr. López.

Realizadas estas precisiones, entiendo que es una iniquidad, que a más de 20 años de vida democrática aun haya familias que no sepan donde fueron a dar los restos de sus seres queridos.

Hay miles de posibilidades: la operación zanahoria, que los hayan enterrado en cal, que los hayan tirado al mar, etc., etc..

Creo que es hora, de una vez por todas, que aquellos que estuvieron involucrados directamente en los hechos, dejen de tener de rehén al pueblo uruguayo y por sobre todo a todas las Fuerzas Armadas.

Quienes hoy la integran, si estuvieron involucrados en los hechos, los menos, eran mandos inferiores que cumplían órdenes y la enorme mayoría eran niños pequeños.

Y aún hoy los y nos persigue, el viejo fantasma del pasado.

Y yo, que suelo dar palo a los políticos debo quebrar una lanza por ellos, les han dado en la administración anterior, y en la presente, infinidad de posibilidades para decir que se han hecho de los cuerpos de aquellas personas que desaparecieron. De decir la verdad y salir impunes de ello. Respetando la ley de la pretensión punitiva del Estado, ley que evidentemente no se debería poder cambiar sin que haya un referéndum, pues fue refrendada por el voto directo de la ciudadanía.

Imagino, pues no soy abogada, que esta ley interpretativa que impulsa el gobierno, si cuenta con el aval de un destacado jurista como es el Dr. Gonzalo Fernández, debe ser constitucional.

Ahora bien, me pregunto: ¿Hasta cuando los Comandantes en Jefe, y sus subalternos directos de aquella época, creen que pueden seguir sin decir de una vez por todas, la verdad?

¿Puede ser que un país entero, y dentro de éste, todos los efectivos que integran las Fuerzas Armadas, pues también forman parte del pueblo, no lo olvidemos, estemos anclados en el pasado por 5 o 6 señores, que no aceptan informar que hicieron de ellos?

Aquellos guerrilleros de ayer, entendieron, se insertaron en el sistema, y hoy son legisladores electos por la ciudadanía. Aquellos guerrilleros que no lo entendieron, si se presentan a las elecciones no salen ni por descarte.

Ustedes, jamás siquiera, les dio el cuero para presentarse a una elección, viven con las jubilaciones que les pagamos todos los uruguayos a quienes nos privaron de la libertad, jubilaciones generadas por los salarios que les pagábamos por ello.

Se le dio, y se les sigue dando la oportunidad de decir la verdad, sin que la Justicia los juzgue, sin ni siquiera tener que poner la cara. Ustedes la cara la ponían cuando nadie podía osar cantarles cuatro verdades y seguir viviendo, por lo tanto nadie pretende que sean capaces de ponerla ahora, que cualquiera como yo puede hacerlo.

El Dr. Tarigo predijo en su momento que todo terminaría alrededor del 2010, cuando estuvieran todos muertos. No hace mucho el antiguo guerrillero, y hoy Ministro de la República, José Mujica dijo algo por el estilo. Pero estamos en el 2005, y quedan aun padres, tíos, hermanos, hijos, que no saben donde fueron a parar los huesos de sus seres queridos y necesitan saberlo.

Eso es lo único que se les está pidiendo, que digan en secreto, sin dar la cara, que hicieron con los restos. ¿Es tan difícil entenderlo?

Yo no voy nunca al cementerio, a mis seres queridos que se fueron, los llevo en el corazón, pero se donde están, se donde los dejé el día en que sufrí su pérdida. A pesar de ello, puedo entender la desesperación de quienes no tienen esa posibilidad, ¿Ustedes no pueden entenderlo? ¿A tal punto llega la falta de empatía emocional que los caracteriza?

No pretendo a esta altura, a los años que tienen, que se arrepientan de haberse levantado en armas contra la Patria que juraron defender, mueran convencidos que tenían razón, en el momento de abandonar este mundo se enfrentarán a su propia conciencia y a ella deberán rendirle cuentas. Pero hoy, hoy no tienen derecho a continuar dejándonos a los uruguayos con este problema sin resolver.

Por supuesto es lógico que no logren entender sobre los derechos de las personas, prueba suficiente dieron de ello, Lo que no cabe en mi mente, es que no logren entender que mientras siga este problema sin resolver, seguirá existiendo una causa que utilicen los exaltados para seguir dividiendo al pueblo uruguayo. ¿O es eso lo que persiguen?