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Zapatero a tus zapatos
Por Roberto Bogorja |
Leo atónito un titular en el diario "El Observador" de Montevideo, en donde manifiesta "La Iglesia pide rezar por una salida al conflicto", en la que se refiere a la búsqueda de una salida al tan manido tema de las mal llamadas "papeleras".
Si no estoy desubicado, estamos viviendo el siglo veintiuno, es decir ha pasado mucho tiempo desde Cristo a la fecha, entre ello una tremenda evolución en la humanidad, tanto en el conocimiento, como en el pensamiento, y fundamentalmente en la libertad. Esta última que se vuelve a reflejar en los primeros, como libertad para investigar y formular las más diversas teorías acerca de la materia como del espíritu, aparejando así la libertad de culto, y con ello la del pensamiento y de su expresión.
Por otra parte desde los tiempos remotos he sentido que la Iglesia tiene su rol de acción en lo espiritual y no en lo material. Especialmente desde el momento en que se secularizó todo lo relativo a las normas legales, de convivencia, sociales, éticas, etcétera, que rigen las actividades entre los seres humanos. En particular en las naciones modernas, republicanas, democráticas, que se rigen fundamentalmente por un estado de derecho y no por normas teológicas. Cosa que se da en nuestro Uruguay, y en donde expresamente se manifiesta la desvinculación entre nuestro Estado y la Iglesia (tanto católica como de otro credo).
Esto me lleva a las siguientes reflexiones, las cuales las expreso siguiendo sólo un orden de eliminación de absurdos a los que so pretexto de protagonismo más que de buena disposición se ha embarcado la Iglesia Católica, tratando de emular aquella mediación papal entre Argentina y Chile, dos naciones más cercanas que la nuestra a mezclar lo profano con lo religioso, especialmente en ese período.
En primer término debemos entender que tratándose de un tema muy terrenal, como es una disputa por un tema de instalación o no de una planta industrial. Que ha generado toda una distorsión para tratar de encubrir el verdadero interés el cual es la perdida de competitividad de las empresas argentinas, por tanto un tema de intereses económicos.
Entonces me pregunto ¿Qué tiene que ver Dios (el de los católicos o el que Ud. quiera creer) en este tema terrenal y económico? Aunque elimináramos la discusión de la existencia o no de Dios, y de cual es el verdadero Dios, la cual yo no soy quien para ponerla en duda, ¿es que acaso ese ser todopoderoso se ocupa de estos temas?
Y si así fuera, alcanza con que nos pongamos a rezar para que cambie los resultados.
Continuando con la suposición de que fuera así, no sería más práctico que el Presidente de los Argentinos, y toda su nación, ligada a la Iglesia, aceptará entonces los designios de Dios de instalar las plantas allí.
¿O será que como nosotros no somos un Estado ligado a la Iglesia Católica, entonces somos demoníacos, y por tanto le queremos hacer el mal a los católicos argentinos? Si fuese así ya no sería un tema de contaminación, sino de santidad. ¿Entonces porque en un Estado demoníaco, la Iglesia Católica tiene una sede e intenta influir tanto? Si Ud. me dirá que es para eliminar el demonio de nuestro país. Entonces querido lector, el demonio es Ud. y somos todos los uruguayos pues estamos contaminados por él, y por tanto nos debemos enfrentar a una nueva cruzada, inquisidora, comandada por el Vaticano y secundada por su mano ejecutiva el Presidente Kirschner.
La época del oscurantismo se terminó, no volvamos atrás, los temas seculares, los resuelven los hombres como hombres, los del más allá los resuelve Dios (léase bien, Dios, no los hombres en su nombre).
Se terminaron la inquisición, la caza de bruja, los milagros y la palabra santa dicha por meros hombres para sacar ventajas personales. Con rezar no resolvemos el problema, si con diálogo y buena disposición. Por tanto, creo que es hasta aceptable que Cotugno haya ofrecido mediar en el conflicto. Pero antes que ello se han de agotar los canales diplomáticos y gubernamentales, para recién luego aceptar los de buenos oficios.
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