Jornadas de Atención Veterinaria a los Caballos de Carretoneros y Cocheros en Nicaragua
Dr. Enrique Rimbaud
Decano de la Facultad de Veterinaria
Managua - Nicaragua
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Son casi las nueve de la mañana y el sol se instala implacable desde el firmamento, el calor aun se aguanta pero amenaza ser agobiante, desde el vamos, el olor a pupuseada de caballo preña el aire y solo se escuchan relinchos quedos de las bestias cansadas y las risotadas nerviosas de los "carretoneros" intercambiando "chiles" a la espera de que iniciemos la "clínica"...
Bajo la sombra de unos chilamates, los estudiantes montan la infraestructura mínima, un toldo prestado a una empresa local, mesas, sillas y baldes cedidos por la alcaldía de turno, comenzando a ordenar el instrumental, los equipos y los medicamentos donados por las empresas importadoras y distribuidoras de medicamentos veterinarios que desinteresadamente ceden sus productos por una causa noble.
Rostros duros, curtidos por tantos soles, las manos ásperas y callosas de quien trabaja duramente, mal vestidos y con calzados rotos, los "carretoneros" van llegando, desenganchando sus caballos, marcando un claro contraste con los rostros limpios y cuidados y las gabachas blancas de los estudiantes.
Aliviados de su carga, libres de los arreos chimadores, los caballos dan rienda suelta al cansancio, bajan la cabeza, aumentan su frecuencia respiratoria intentando atrapar un aire que nunca les alcanza, y disfrutan de un momento de paz en su diario vivir mientras esperan.
Los carros al pasar enlentecen su marcha, curiosos por el espectáculo bizarro de tantos coches de carretonero parqueados y los caballos todos juntos rodeando un toldo con muchachos de blanco, algunos paran a preguntar que pasa, algún turista pide que paren, se apea y saca fotos, seguro que es alguna expresión popular que mostrar al regreso de su viaje, otros filman sin bajarse, capturando la pobreza en el lente de su costosa cámara nueva.
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Los caballos pupusean, orinan, se pelean, algún garañón monta aquellas yeguas desprevenidas, se mezclan los mecates, patean, poco acostumbrados a la montonera, levantan la cabeza y bajan las orejas, visiblemente nerviosos, sin saber para que esperan.
Cuando la "clínica" comienza, los estudiantes trabajan agitadamente, uno por uno, van pasando los caballos, mientras los estudiantes los examinan, arman las fichas clínicas, toman muestras de sangre y materia fecal para hacer estudios epidemiológicos de enfermedades, desparasitan y vitaminan los animales, y consultan a sus profesores en cada caso clínico, que tratamiento hacer, que indicaciones dar.
Quizás los estudiantes no sean conscientes, que mientras atienden los caballos de los "carretoneros", además de hacer la practica necesaria para su entrenamiento profesional, están realizando un servicio a la comunidad, brindando asistencia a quienes no tienen recursos económicos para pagarla. Mientras se entrenan en tomar el pulso o reconocer síntomas, mientras practican como se da una inyección intravenosa o intramuscular, un sondaje nasoesofagico, van creciendo en valores, de forma subliminal, van incorporando íntimamente a su propia ética la solidaridad, la generosidad, transformándose en un profesional altruista, holistico y competente.
Los "carretoneros" viven en condiciones de pobreza extrema, sus familias tienen ingresos menores a un dólar diario, y representan a veinte mil familias del país, como veterinarios, consideramos que es nuestro deber contribuir por lo menos velando por la salud de sus caballos.
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Neumonías, roturas de casco, cataratas, garrapatas, cholladuras, chimaduras, clavos halladizos, cardiopatías, cólicos intestinales, son parte de innumerables enfermedades que desfilan frente a sus ojos reconociendo en cada una las clases recibidas, viendo en la practica lo que la teoría les ha brindado, incorporando el conocimiento ávidamente, sin descanso, es un caso tras otro, un enfermo detrás del otro.
Nagarote, Ojo de Agua, Puerto Sandino, Moyogalpa, Granada, Masaya, Jinotepe, los diversos distritos de Managua, en todas estas localidades se han organizado jornadas, y se seguirán haciendo, cerca de quinientos caballos atendidos por mes, aliviando un poco sus pesarosas vidas, porque vale la pena!!!