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El Voto Epistolar o Consular
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por Francisco Gallinal |
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El voto epistolar o el voto consular, son las dos modalidades que el Frente Amplio pretende incorporar a nuestro sistema electoral con el propósito de lograr que, quienes viven fuera del país, puedan de todas formas ejercer su derecho al voto y de esa forma incidir en la elección de cada gobierno.
Uno es el voto por carta, que obviamente habilitaría a todos y cada uno de los uruguayos que residen en el exterior del país a emitir su voto y enviarlo por correspondencia, dentro de las condiciones y en los términos que determine la legislación correspondiente.
El otro es el voto emitido en el extranjero, ante las representaciones consulares, prácticamente en las mismas condiciones en que se emite en el país, con los contralores que se pueden establecer en cada uno de los consulados o de las embajadas que se habiliten a tales efectos.
Ambos sistemas padecen de distintos defectos que hacen imposible su aprobación, al menos para el Partido Nacional. Y esos defectos pasan fundamentalmente por la absoluta falta de garantías, respecto no solamente al carácter secreto del voto, que en todos los casos se debe preservar. Sino también respecto a la inexistencia absoluta de controles que aseguren la legitimidad del sufragio. Es imposible pensar en la existencia de urnas, delegados partidarios, en todos los rincones del mundo en que un uruguayo quiera participar, así como es inaceptable sostener que el voto por carta pueda otorgar garantías.
Con éstas dos objeciones sería suficiente para rechazar estas modificaciones que se pretenden incorporar al sistema; cuidar la legitimidad del voto es cuidar y proteger la democracia. Pero, aún siendo importantes los argumentos, no son los principales.
En efecto, a nuestro juicio lo que corresponde discutir es si es bueno para el país, para la sociedad, y muy especialmente para los que habitamos este territorio, los que tenemos constituido nuestro domicilio aquí, los que disfrutamos y sufrimos de las ventajas y desventajas de vivir en el Uruguay, que quienes no viven en él incidan decididamente en determinaciones tan importantes.
¿Es bueno para una sociedad, que quienes no van a recibir los beneficios, ni a sufrir los perjuicios de una decisión tan importante como la de elegir un gobierno, participen en esa definición? ¿Qué lo hagan desde el exterior de ese país, existiendo la posibilidad que a él no vayan ni de visita en el transcurso de los cinco años que dura el gobierno que van a elegir?
Más allá de los muchos argumentos de carácter constitucional que en algún momento hemos expuesto, en virtud de los cuales el voto está reservado a quienes habitan en nuestro territorio nacional, nos parece que este último es el más contundente y el más importante al momento de no habilitar un voto de esas características.
Nosotros no queremos fuera del país gente exiliada por motivos económicos, porque le falta trabajo o porque no encuentra acá todas las comodidades o garantías para vivir. Pues bien, mejores esas condiciones e implementemos un modelo de país que frene la emigración permanente; pero no con parches cuya instrumentación es discutible, y cuyo valor es dudoso.
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