El hipercumbrismo y la batalla
semántica por "América Latina"
por Julio Burdman
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Cuatro cumbres, casi simultáneamente, tuvieron lugar en el estado brasileño de Bahía esta semana: MERCOSUR, UNASUR, Cumbre de América Latina y Caribe y Grupo de Río. ¿Por qué tantas?
Un primer análisis, optimista, destaca que estas reuniones multiplican las oportunidades de diálogo y cooperación. Pocas décadas atrás, nuestros países estaban separados por historias de desconfianza e hipótesis de conflicto militar: los memoriosos se siguen sorprendiendo de los puentes políticos y económicos que han trazado los estados de la región. Los integracionistas entusiastas aplauden toda reunión entre presidentes latinoamericanos, y a más reuniones, más aplausos. Algo de esto pudimos ver en varias crónicas periodísticas.
Un segundo análisis, escéptico, destaca que la profusión de cumbres y denominaciones expresa el caos del proceso de integración latinoamericana. Diferentes proyectos se han creado en las últimas décadas, sufrieron el estancamiento, y se han acumulado unos sobre otros: ALALC, ALADI, SELA, CAN, MERCOSUR, UNASUR. Los escépticos señalan que el presidencialismo latinoamericano es eficaz para poner las cosas en marcha, pero ineficaz para continuarlas, ya que los sucesivos gobiernos buscan implementar proyectos nuevos y propios, en lugar de profundizar los anteriores. Agregan, no sin razón, que muchas de estas cumbres suelen ser más para el protagonismo de los presidentes, que para el desarrollo de las instituciones supranacionales.
Un tercer análisis, a medio camino entre los dos extremos anteriores, se pregunta si en el hipercumbrismo de esta semana no hubo algo nuevo en materia de definiciones. El conglomerado de cumbres de Brasil pareciera indicar una intención de fusionar las múltiples iniciativas regionales. Por otra parte, esboza una nueva definición en el concepto de integración.
Venimos de una batalla semántica: ¿qué es América Latina? En el proceso de integración europeo, Europa es un concepto político. Un club definido por sus miembros: diferentes países accedieron a él, en sus sucesivas fases de ampliación, aún cuando no formasen parte de su definición geográfica, y se europeizaron. Es el caso de Chipre, y podría ser el de Turquía si su membresía se concreta algún día.
Cuatro cumbres para una Unión de América Latina y el Caribe en 2010
Las cuatro cumbres celebradas en Brasil en apenas un día y medio concluyeron con un prometedor acuerdo para crear y poner a funcionar en 2010 la Unión de América Latina y el Caribe, otro nuevo organismo que pretende afianzar la independencia regional.
La "combocumbre", bautizada así por el presidente ecuatoriano, Rafael Correa, incluyó una reunión del Mercosur, otra de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), una tercera del Grupo de Río y la primera Cumbre de América Latina y el Caribe (CALC), todas ellas en el balneario brasileño de Costa do Sauípe.
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Fuente: Infolatam
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En cambio, a la América "latina", esa definición aún le falta. Y la discusión estuvo en estado de ebullición. ¿Latinoamérica o Sudamérica? ¿O Iberoamérica? ¿Hispanoamérica? ¿Las Américas, Panamérica, Interamérica? Sus diferentes denominaciones no se refieren solo a lo que incluyen: también, a lo que excluyen. Y cada una de ellas, representa un proyecto diferente, que las diversas cumbres reflejaron.
Entre fines del siglo XIX y mediados del siglo XX, las conferencias panamericanas inauguradas en Washington, dieron lugar a la Unión Panamericana primero y a la Organización de Estados Americanos después. Y estuvieron caracterizadas por la influencia de Estados Unidos. La versión más reciente de la doctrina panamericana fueron las cuatro Cumbres de las Américas realizadas entre 1994 y 2005, con el devaluado proyecto del Área de Libre Comercio de las Américas como eje de agenda. En la última, la de Mar del Plata, se empantanó.
Menos ambiciosas, las Cumbres Iberoamericanas que se realizan todos los años desde 1991 tienen por objetivo crear un espacio de cooperación entre las ex colonias españolas y la madre patria; el "ibero" amplía las fronteras de la tradición "hispanoamericana" para incluir a Brasil y Portugal.
Pero ha sido la creciente influencia de Brasil el principal factor que en los últimos años ha reinstalado el concepto de Sudamérica -aún cuando la constitución brasileña de 1988 habla de "integración latinoamericana". Se trata de la América latina que discute el concepto de la Latinidad y establece un límite geográfico: Colombia. Para Itamaraty, esta es la "comunidad natural" de los países que la integran: excluye al México incorporado al NAFTA y a la Centroamérica del CAFTA. La Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR) es la denominación que adquiere este concepto. Que, en su diseño original, se iba a materializar desde la ampliación del MERCOSUR (el Mercado Común del Sur) o su fusión con la Comunidad Andina de Naciones (CAN).
Esta semana, un cuarto concepto político vio la luz: el de América Latina y el Caribe como unidad política. Sobre las bases del SELA, se puso en marcha una Cumbre Latinoamericana que, con la excusa de Cuba, planteó una nueva definición que vuelve a excluir a los Estados Unidos y Canadá, pero incluye a todos los demás. Detrás de ello, hay un entendimiento entre Brasil y México que no estuvo presente en los años previos. Varios hechos aceleraron la historia: las dudas sobre el NAFTA en el contexto de crisis, la incertidumbre acerca de la relación entre Washington y la región después de la era Bush, la desconfianza sobre el nuevo rol de Chávez en Centroamérica y el Caribe y aún la hipótesis de una apertura gradual en Cuba, parecieran escribir una nueva agenda entre los dos países latinos más importantes de la región, que habían estado desencontrados por dos proyectos diferentes. Pero aún es prematuro para ir más lejos en el análisis: la semántica es un comienzo, pero no mucho más que eso.
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