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Año V Nro. 317 - Uruguay, 19 de diciembre del 2008   
 

 
historia paralela
 

Visión Marítima

 

El cielo encapotado
por Simón A. Consalvit

 
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         Desde que Antonio Leocadio Guzmán mediando el siglo XIX abrió los fuegos contra la oligarquía, la consigna de "Principio Alternativo, no reelección" ha fatigado las páginas de la historia venezolana. El general Páez era el Gran Elector y se turnaba con Soublette en la presidencia. "Principio alternativo" era un grito contra el monopolio del poder, considerado como factor de inequidad y perturbación.

         En el siglo XXI, la consigna decimonónica retorna a la escena política: "Principio alternativo", contra la obsesión de la presidencia vitalicia que domina al jefe de la revolución bolivariana. Con tales propósitos intentó el golpe de Estado el 4 de febrero de 1992, lamentablemente frustrado porque de haber triunfado ya pertenecería a la historia, y estaríamos disfrutando de la paz que nos niega desde hace cerca de veinte años.

         Tiene diez en el poder, le faltan cuatro, pues la Constitución dispone la toma de posesión del sucesor el 10 de enero de 2013. Para entonces, sumará catorce años en la presidencia. Aunque la reelección fue negada en el referéndum constitucional de 2007, ahora rescata la consigna "Uh, ah, Chávez no se va", como una respuesta desafiante al 23-N.

         El 15 de agosto de aquel año presentó su proyecto de reformas, un bosque barroco que le sirvió de camuflaje para incluir la única que lo desvela, y lo hizo como quien no rompe un plato. El documento tenía por título "Anteproyecto para la primera reforma constitucional / Propuesta del presidente Hugo Chávez". No se habla de reelección, sino de "continuidad de elección".

         Gran refinamiento lexicográfico para eludir la impopular palabra "reelección". Ni don Andrés Bello habría sido más metafórico. Un cuidadoso uso impropio de las palabras, para electores lerdos.

         Ninguno de los dictadores del siglo XIX postuló la presidencia vitalicia. Tampoco Cipriano Castro, en el XX, ni, ¡válgame Dios!, Juan Vicente Gómez. Don Cipriano se hizo reelegir, pero no le sirvió de mucho; hizo extender el periodo de tal modo que le tocara presidir el primer centenario de la Independencia. Jurungó tanto al azar, desafió a los dioses, que enfermó, viajó a Europa el 24 de noviembre de 1908, y el compadre Juan Vicente le dio el golpe de gracia el 19 de diciembre.

         Ahora nos toca registrar el centenario del golpe de Gómez con otro golpe a la Constitución. Gómez tuvo 17 constituciones. No se sentía eterno y, como venían las cosas, las iba toreando. Quizás por eso murió en la cama. Su astucia es irrepetible. La historia, en suma, está llena de lecciones, baste como ejemplo la del Ilustre Americano. Nadie más dueño del país que el general Guzmán Blanco. Y, sin embargo, comprendió que la gente merecía un descanso de tiempo en tiempo. Aviso: la asfixia es impredecible.

         Ahora vemos que de nada sirvió el referéndum constitucional del 2 de diciembre 2007. El veredicto popular quedó reducido al juego de ruleta: probar hasta que salga el número. Pienso discretamente que tampoco servirá de nada la vuelta de la fortuna, en el supuesto (negado) de que tenga éxito. Reconozcamos que para el jefe de la revolución basta el grito de "Uh, ah, Chávez no se va" para que todos los poderes se le rindan y se movilicen sus escuadrones a costa de nuestra paz.

         Sin embargo, el dilema no está en la Asamblea Nacional, sino en el hastío popular, en la fatiga, en la repulsa que el país siente por un discurso agresivo y monótono, y el gran fracaso del "socialismo del siglo X XI". Pero hay algo más en el nerviosismo de someter la enmienda reeleccionista "antes de 60 días".

         En "febrerillo loco" comenzará la estación de las malas noticias. El país descubrirá el fiasco de los ensayos ruinosos de la revolución.

         "Yo ya me autopostulo para las elecciones del 2012", dijo, ufano, el jefe bolivariano esta semana. Me pareció oír a don Cipriano. De modo que, a ver cómo la nación reacciona a lo largo de los 4 años de campaña de Júpiter tonante. Estamos a un siglo del golpe de Gómez, y a 4 décadas de unas elecciones (entre Barrios y Caldera) que se decidieron por 30.000 votos, según recuerda desde Ciudad Guayana el doctor Luis Enrique Díaz, fiel lector.

         En la era democrática no había hombres "providenciales".

         La alternabilidad republicana fue una de sus grandes conquistas, pero falló al no prohibir de modo absoluto la nefasta reelección, vicio del cual nadie salió bien en los 200 años de historia.

         Si la rebelión de Guzmán abrió los fuegos contra la reelección fatigante, los guerreros de la Revolución federal, con Zamora a la cabeza, incendiaron el mapa al grito de "Federación o muerte".

         Entonces cantaban, "el cielo encapotado anuncia tempestad". Centralismo y presidencia vitalicia nos remiten a las batallas del siglo XIX, libradas en procura de la Venezuela democrática que derrotará todo intento de volver atrás.

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Fuente: Cedice
 
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