EL PANORAMA POLÍTICO URUGUAYO
por O.A.
Las elecciones municipales del 8 de mayo, si bien arrojaron un leve decrecimiento en las cifras del Frente, (del 50.4 % pasaron al 48,1), le dieron en cambio una extensión muy importante de poder, al permitirle conquistar las Intendencias de 7 departamentos del Interior, alguno en forma amplia y previsible (Canelones), otros previsiblemente pero por menor margen, y otros en forma inesperada. Ese predominio además se caracteriza por abarcar una mayoría muy sustancial en materia de importancia de los departamentos, su PBI, su población y su ubicación estratégica. Si a ello se le une el imperturbable dominio de la capital, con su medio millón de votos inamovibles sea cual sea el merito de la gestión municipal o las características del candidato, el resultado es de un predominio político muy grande, muy sólido y que previsiblemente se extenderá por mucho tiempo, pues a todo lo expuesto hay que agregar la total subordinación al gobierno actual de los sindicatos, de la Universidad, de los organismos intermedios y de la propia Prensa, especialmente la televisiva, que más por razones comerciales que por motivos ideológicos, se ha subido al carro.
Todos sabemos que este panorama es el resultado de dos movimientos opuestos que fueron a converger en este momento de la historia: la estrategia muy bien orquestada del Frente para desacreditar a sus contendores, fanatizar a sus adeptos y practicar a la perfección una técnica demagógica y populista que resulta infalible para obtener votos, aunque luego resulte funesta para gobernar la nación; y una decadencia vertical, absoluta y global de los partidos tradicionales y en especial del Colorado, cuyo mal gobierno de varios períodos, unido a circunstancias externas desgraciadas, operaron para servirle en bandeja al adversario el ejercicio del poder.
Para quienes no compartimos en absoluto la enorme mayoría de las propuestas, actitudes, programas e ideas del conglomerado gobernante, ni apreciamos virtudes siquiera modestas en sus principales líderes; y especialmente para quienes somos de izquierda y vemos con horror cómo todo el mundo sigue denominando así a este contubernio que abriga a toda clase de tendencias inclusive las neo fascistas, (una especie de peronismo a la uruguaya), la situación nos llena de inquietud y preocupación por el destino del país y de sus generaciones jóvenes. Cuando todos los ciudadanos no frentistas estábamos dispuestos a observar con paciencia y seriedad el ejercicio del gobierno en los primeros tiempos, y a conceder los plazos naturales y necesarios para formular un juicio objetivo y sólido al respecto,- he aquí que las primeras resoluciones, actitudes y gestos resultan ya muy significativas, desde la reanudación inmediata de las relaciones con el dictador cubano hasta la designación de unos ministerios notoriamente faltos de la pregonada especialidad, y que han sido conformado estrictamente en base a las cuotas políticas.
El famoso "cambio" que no faltó en ninguna campaña electoral, ni siquiera en la de Montevideo donde hablar de cambio implicaba criticar al anterior gobierno frentista, no se ha visto hasta hoy más que en los nombres y en los anuncios, y especialmente ha sido puesto en absoluta contradicción en dos aspectos fundamentales: la voltereta espectacular del presidente, quien luego de apoyar todos los plebiscitos empujados por los sindicatos fascistas, se niega ahora a aplicar la reforma constitucional relativa al agua y promueve el aporte de capitales privados para los entes del estado, por un lado; y por otro, la sumisión total a las políticas económicas del siempre demonizado FMI y demás organismos internacionales, vergüenza que no sabemos cómo toleran los famosos revolucionarios del FA. Estos aspectos demuestran que una cosa es hacer oposición y otra muy distinta es gobernar, como lo admitió y proclamó desde el primer día el diputado Baraibar. La hipocresía y la demagogia del sector gobernante son tan demostradas como impúdicas.
Pero por si todo esto fuera poco, ha aparecido otro factor que, sinceramente, NO lo preveíamos, pese al prejuicio adverso que innegablemente (aunque con sólidos motivos) tenía uno respecto del elenco gobernante. Suponíamos que siendo las propuestas frentistas tan antiguas, tan repetidas, tan conocidas y arraigadas, iban a ser objeto de proyectos serios, meditados, estudiados de tiempo atrás, que solamente estuvieran condicionados por circunstancias nuevas o hechos no conocidos. Más allá de que estuviéramos en contra o a favor de tales proyectos, se esperaba de ellos cierta solidez, cierta profundidad. Pero NO. Lejos de ello, hasta hoy no hemos visto más que improvisaciones, propuestas ligeras y formuladas públicamente sin el menor cuidado, que luego son recogidas, rectificadas, retiradas, negadas y hasta sustituidas por otras opuestas. Todos recordamos el absurdo anuncio del M. del Interior sobre los presos, la torpe iniciativa del M. de Ganadería sobre los precios de la carne, las idas y venidas en relación a OSE y así sume y siga. Pero hoy tenemos un ejemplo gráfico, paradigmático, de lo que está siendo esta improvisación y falta de preparación: es nada menos que en una materia tan delicada como la elaboración, tramitación y redacción de los proyectos de ley, aspecto fundamental en la vida de un país. Se ha aprobado la ley sobre los PANES, un verdadero desastre en todos los sentidos, en un aspecto que era la "superstar" de las propuestas frentistas, el número clou, el precio del año, el niño mimado, lo máximo. Desde el procedimiento aplicado, pasando por las contradicciones internas que se desnudaron, hasta la redacción y formulación de un proyecto que ni siquiera quienes estuvieran de acuerdo en el fondo del asunto pueden aceptar, este ha sido un ejemplo claro de la inepcia del gobierno. En un próximo artículo desmenuzaremos los incontables defectos de este adefesio cuya única utilidad será la de hacer resucitar al Partido Comunista y a su triste líder.