El sitio de Montevideo
por Ec. Diego Labat
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Montevideo está sitiada. La basura no se levanta, las calles no se arreglan, no hay obras, no hay mejoras, aparecen fraudes en los casinos, la contribución y la patente aumentan. El sindicato hace, deshace y reclama y el intendente parece estar paralizado.
La situación actual no es una casualidad. Estamos cosechando lo sembrado en las últimas dos décadas. Son muchos años de creer que los recursos son infinitos, que todo es cuestión de voluntad, que los buenos administradores son tecnócratas que no entienden nada. Y cuando uno persistentemente hace las cosas mal, tarde o temprano paga las consecuencias.
En el comienzo estuvo la decisión de Tabaré de otorgar un aumento generalizado para recuperación salarial sin pedir nada a cambio, sin aumentos de productividad ni cumplimiento de objetivos. Se dijo que la mejora en la productividad vendría después pero sigue sin llegar. La segunda administración frenteamplista fue quizás la peor de todas las gestiones. Arana firmó convenios que no podía pagar, su secretario se vio involucrado en problemas de corrupción, los casinos dieron enormes pérdidas que ahora empezamos a conocer.
Año tras año aumenta la porción del presupuesto destinado a sueldos y bajan las inversiones, aun sin tener en cuenta las variadas tercerizaciones que se han hecho. A su vez el gasto municipal crece y ha sido necesario aumentar los tributos para sostenerlo. La obtención de nuevos recursos ha sido en lo único que la intendencia ha sido proactiva. Modificaciones del catastro que encubren aumentos, vehículos sobrevaluados, inspectores que únicamente sancionan y no educan han sido las formas preferidas.
El actual intendente empezó con aparente mano dura pero fue sólo la primera impresión. Luego ha quedado impotente y no muestra reacción; los problemas lo han superado. Por ejemplo, durante el actual conflicto, por tres días no se recogió la basura y el intendente solo atinó a pedir la ayuda de la población. No piensa ni tiene un plan de contingencia.
Si en un momento de auge de la economía esta intendencia tiene problemas financieros y no puede pagar las deudas contraídas, qué le puede pasar a las finanzas municipales si el ciclo se revierte. Por supuesto que para esto tampoco hay un plan B.
Hasta 2005 la culpa era del gobierno nacional que tenía bloqueado a Montevideo, que no le daba recursos y lo discriminaba. Ahora gobierno nacional y departamental están en las mismas manos y la cosa sigue empeorando. Igual siempre se encuentran culpables; la prensa, los oligarcas, los cajetillas de Pocitos y si no directamente la “vieja y querida derecha” que ha inventado este último conflicto.
Es justo también reconocer la falta de acción de la oposición. Mientras en el ámbito nacional se muere un perro en un pueblo del interior e interpelamos al Ministro correspondiente, en Montevideo ocurren las peores atrocidades y no se cuestiona de la misma manera. En general se dejan pasar los temas.
La oposición no ha sido suficientemente crítica del gobierno municipal ni ha hecho propuestas. El argumento para esto es “que se peguen entre ellos”, pero mientras tanto la población percibe que no hay preocupación por los temas departamentales.
La ciudad no resiste más. Es tiempo que los montevideanos dejemos de ver pasar las cosas. Es tiempo que desde la oposición se cuestionen las cosas que se hacen mal. Es tiempo de que Montevideo cambie, pero que cambie de verdad.
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