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El Uruguay está a la venta
por Hana Fischer
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En la obra “Manual del Perfecto Idiota Latinoamericano”, sus autores –Plinio Apuleyo Mendoza, Carlos Alberto Montaner y Álvaro Vargas Llosa- dividen a los gobernantes izquierdistas del continente en dos ramas: los “vegetarianos” y los “carnívoros”.
Los “vegetarianos”, serían aquellos que evitan la confrontación con el mundo exterior y el despilfarro fiscal. Los “carnívoros”, en cambio, se aferran a una visión marxista de la sociedad, y procuran fomentar tensiones sociales.
Estos autores colocan a los Kirchner, de Argentina, en un lugar indeterminado entre los carnívoros y los vegetarianos. A Tabaré Vázquez, de Uruguay, no dudan en ubicarlo junto con los “inofensivos”.
Esta percepción de que los políticos uruguayos se han caracterizado por su moderación está muy extendida. Por ejemplo, a menudo, cuando hablamos con amigos argentinos y comentamos con preocupación la realidad de nuestro país, nos dicen: ¡Sus gobernantes, comparados con los nuestros, son un lujo!
Para salir de dudas, decidimos investigar el tema. Quisimos dilucidar, si es exacto que las autoridades uruguayas han sido más prudentes que sus homólogos del otro lado del Río de la Plata; asimismo, si la actual administración efectivamente pertenece al grupo de los “vegetarianos”.
La conclusión es que lo que diferencia a unos y otros es cuestión de “estilo”. Pero, en lo concreto, los políticos uruguayos han hecho más daño a la población, y sus políticas han sido más perniciosas. Veamos algunas muestras:
Juan Domingo Perón es considerado el paradigma del líder populista. Sin embargo, según el Pick’s Currency Yearbook, el aumento del costo de la vida entre 1950 y 1975 en Argentina fue 196.675%, mientras que en Uruguay alcanzó 323.173%.
En 2006, y con un contexto externo sumamente favorable para Sudamérica, 17.497 uruguayos emigraron; en Argentina, con una población doce veces mayor, únicamente lo hicieron 13.227.
La izquierda uruguaya siempre vociferó contra la influencia extranjera y en nombre de la “soberanía”, saboteó todo intento que realizaron los partidos tradicionales de modernizar al país. Sin embargo, desde que son gobierno han establecido dos clases de marcos jurídicos: uno para las inversiones extranjeras y otro para las nacionales. El director del Departamento de Consultoría de KPMG sintetizó la realidad actual, al decir que “el Uruguay está a la venta”. Aseguró que la mayoría del empresariado autóctono está vendiendo, a causa de que “la actitud del gobierno no ha sido tan grata como con el inversor extranjero”, por la reinstalación de los Consejos de Salarios, y la ley que responsabiliza de las obligaciones tributarias de las firmas con las que se contratan servicios.
Además, las figuras relevantes del régimen confirman que apuntan a instaurar el marxismo. Coincidentemente, el 1 de mayo durante el acto de los trabajadores, hubo ácidas críticas hacia las cámaras empresariales. La sensación que les quedó a los industriales fue que se buscaba “generar odio entre la población”. Allí, los líderes sindicales expusieron sin pudor que iban a luchar para que el partido gobernante se eternizara en el poder.
¿Cómo han de atarse todos estos cabos sueltos? Los actuales gobernantes y sus aliados sindicales, buscan el poder absoluto. Y para eso hace falta dinero, tiempo y esconder las intenciones. Trasmitir la imagen de “vegetarianos”, mientras depredan sigilosamente a la población.
Pero, si los uruguayos están emigrando masivamente en medio de una aparente bonanza, y están vendiendo sus empresas, quizás les convendría a los inversores extranjeros poner sus barbas en remojo.
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