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Operativo destrozar a Cristina
por Laura Etcharren
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El desquicio del ex presidente, la ausencia de la presidente, el demente de D’ Elia y las cacerolas que suenan.
Lejos de arribar a una solución, el conflicto gobierno/campo se profundiza y explota en las calles de todo el país. Otra vez se escucharon masivamente los ruidos que fueron la antesala del final más espeluznante en el 2001.
Los encendidos sociales ya no se clasificaron por barrios. El pedido de diálogo, siempre presente entre los vecinos de Recoleta, Barrio Norte, Caballito y Belgrano tuvo su adhesión en Palermo, Parque Centenario, Villa Ortúzar, etc. Todo ello en el marco de Capital Federal. También en la Provincia de Buenos Aires y en las distintas Provincias Argentinas se sintieron los reclamos. Sucede, que las enquistadas retenciones, el mal empleo de las palabras y la agitación de la violencia alcanzaron durante este patético fin de semana largo su nivel más alto. Con lo cual, se pudo visualizar que además del problema agropecuario, la sociedad argentina asiste a una agudización de los miedos ante las constantes amenazas de Luis D’ Elia. Individuo enarbolado en el kirchnerismo y alineado con el ex presidente más que con la presidente misma.
Un piquetero que invita a los habitantes “bien nacidos” a armarse para revertir lo que ha dado en llamar “golpe económico”. De este modo se presenta en los medios de comunicación como un instigador de la violencia y pretende, a través de un lenguaje pueril, convocar al pueblo al demencial acto del día miércoles en Plaza de Mayo organizado por Néstor Kirchner en apoyo al gobierno. Un acto que, lejos de reflejar un respaldo innecesario, aparece como un operativo para destrozar, aún más, a Cristina.
Porque en estas instancias, el ex presidente no solo demuestra sus ansias desmedidas de poder e ingerencia dentro del gobierno sino también, su intención de acabar con ella. De ahí su provocativa ida a la plaza de todos los argentinos y los manejos retóricos que conjuntamente entabla con los piqueteros.
Mientras tanto, ella, está casi ausente. Como si no existiese. Como si el mandato estuviese a cargo de un fantasma o bien, fuese desempeñado por las caras visibles de los Fernández. Ausencia que demuestra cierta incapacidad y que revela fuertemente a los argentinos. A quienes la votaron y a quienes no. Porque con esta forma de no proceder de la presidente, los ciudadanos nos encontramos a la deriva. Más cerca del naufragio que de la trillada evolución que a estas alturas no es más que una quimera. Una venta de simulacros en el contexto de un gobierno selectivo al momento de evaluar los estados de situación y el compromiso con los derechos fundamentales.
Criterios parciales y equivocados alrededor de personas retóricamente hundidas en el siglo del miedo que buscan apartar a la gente del necesitado siglo del perdón para salir de esta barbarie instalada en los grandes centros urbanos. Razón por la cual, nuestro país atraviesa por una difícil crisis que requiere de una salida para poder cambiar este paradigma vigente de ficticio progresismo.
País incendiado desde todo punto de vista con un paisaje humeante que volvió a hacerse sentir frente a la nueva quema de pastizales. Como si no bastase con el caos existente, los inadaptados de siempre retornaron con la piromanía y sentaron las bases de la inconciencia enmascarada de conciencia.
Gentileza de: Sociedad y Medios |
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