El Mercosur en ascuas
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por Roberto Álvarez Quiñones |
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Con un tono más parecido al de un procónsul romano que al de un estadista moderno, el presidente venezolano Hugo Chávez hace unos días dio un ultimátum a los parlamentos de Brasil y Paraguay para que aprueben el ingreso de su país al Mercosur.
El mandatario de Venezuela anunció que si en un plazo de tres meses ambas legislaturas no han aceptado el ingreso venezolano, retirará la solicitud presentada en julio de 2006.
Esto, dicho así a secas, aunque no es una forma edificante para comenzar una convivencia de hermanos en un bloque de integración económica, podría considerarse un "exceso de celo" de un presidente por los intereses de su país.
Lo que pasa es que un poco antes ese mismo presidente dijo que los senadores de Brasil son "loritos que repiten lo que dice Washington", porque criticaron su decisión de no renovar la licencia de Radio Caracas Televisión (RCTV), el canal más antiguo y popular de la televisión de Venezuela.
Además, el ultimátum no fue a secas, estuvo condimentado. "No esperaremos más, porque no tienen razón política ni moral los congresos de Brasil y Paraguay para no aprobar nuestro ingreso", dijo Chávez.
Luego calificó de "impertinentes" las declaraciones del canciller brasileño, Celso Amorim, en las que éste dijo que Venezuela debería disculparse con el Congreso de su país para que se agilizase la aprobación del ingreso.
"Venezuela no tiene nada de lo que disculparse, es el Congreso de Brasil el que debe disculparse por inmiscuirse en los asuntos internos de Venezuela", respondió Chávez.
O sea, que el mandatario venezolano le diga loros de EU a los senadores brasileños es correcto, pero que ellos critiquen a su gobierno es una injerencia en los asuntos internos de Venezuela. Curiosa lógica la de Chávez.
Mientras, en Asunción el vicepresidente paraguayo, Luis Castiglioni, dijo: "Rechazamos el intento de coacción por parte del señor Chávez al Congreso paraguayo. Reivindico a todos los paraguayos. Si no lo hace el Presidente, lo hago yo como vicepresidente de la República".
Ofensas aparte, creo que el Mercosur tiene ya suficientes problemas como para echarse encima uno más y tan grande que puede acabar con el bloque. Está claro que Chávez desea convertir a esa entidad en una plataforma política suya, pero de peso subregional —Venezuela le resulta ya muy pequeña— para su enfrentamiento con Estados Unidos.
Quien así no lo perciba es demasiado ingenuo, o quizás tonto. No fue para eso que se creó el Mercosur, que aún hoy aspira a seguir los pasos de la Unión Europea (UE) en materia de integración.
En fin, los parlamentarios brasileños y paraguayos dirán si aceptan las petroamenazas de Chávez, o deciden defender los auténticos intereses del bloque y de sus respectivos países.
Fuentes: Diario Exterior y La Opinión, Los Angeles
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