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Profesor Rosalío A. Pereira
Conferencias Rotarias
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por Julio Dornel |
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La divulgación cultural de nuestro departamento ha tenido varios cultores que desde distintos ángulos han ido creando un espacio editorial con títulos que representan en la actualidad un invalorable aporte a las letras rochenses.
Hace algunos meses el profesor Leonidas Larroza tuvo la gentileza de garabatearnos la dedicatoria del libro “Conferencias del Profesor Rosalío A. Pereira” donde se resumen algunos de sus aportes a las Ruedas Rotarias y que representan mojones literarios que la cultura rochense debe tener presente para mantener viva la conciencia colectiva del departamento.
Como lo señala el Profesor Larrosa Terra en el prologo del libro “Deberíamos decir algunas de sus conferencias, puesto que las no documentadas, aquellas que cada semana produjo en la “Rueda” merecerían por su brevedad y su hondura, haber tenido un destino más universal que el que naturalmente tuvieron al estar destinadas íntimamente a los compañeros que ¡por tantos años! tuvimos ese privilegio. Adelantado de su tiempo , ROSALIO A. PEREIRA usó el instrumento de Rotary para organizar foros sobre los más diversos temas de interés general.” Estas crónicas representan un verdadero testimonio intelectual que pasan por el análisis de los grandes temas de la sociedad, demostrando la prédica transformadora del Profesor Pereira, que debería servir de guía a las nuevas generaciones.
Difícil tarea elegir alguna de sus conferencias para recordar al PROFESOR en un nuevo aniversario de su desaparición física (8 de julio de 1995).
Nos detenemos en la parte sustancial de la conferencia celebrada en la ciudad de Minas en el año 1992 correspondiente al Distrito 4980 de Rotary Internacional sobre Alfabetización Funcional. “Empiezo por recoger palabras pronunciadas por el Presidente del Comité, nuestro amigo don Hipólito, acerca de la poca importancia que suele darse a algunos temas . Con frecuencia suele ocurrir que le restamos importancia a aquello sobre lo cual creemos saber mucho y nos parece totalmente superado. Nos pasa con el fútbol y perdone el compañero Rocca Couture que yo invada un ámbito que le pertenece. Como algunas veces ganamos unos campeonatos, ya creemos no necesitar más en eso. También ocurre en educación. Como gracias a la obra de Varela , fuimos por algún tiempo, primeros en América, creemos que no queda mucho por hacer, ni siquiera cumplir lo que aún nos resta de lo mucho y bueno que Varela propuso. En Rotary suele suceder algo parecido. Recuerdo una anécdota contada por gente que nos enseñó mucho sobre Rotary. Decía don Joaquín Serratosa Cibils que cuando él y otros maestros del rotarismo uruguayo, concurrieron a una de las primeras conferencias internacionales, llevaban preparado sendos discursos, con los cuales pensaban impactar allá por el norte. Grande fue su sorpresa cuando, sin oírlos, los invitaron a ingresar a un salón en una de cuyas puertas se leía; “ENTRE PARA APRENDER” y en otro “SALGA PARA ENSEÑAR”. Esto quiere decir que Rotary es eso, una revisión de cosas que creemos saber y que, no obstante siempre necesitamos reaprender. Si miramos los Estatutos del Rotary, sus objetivos, sus principios, comprobaremos que allí no hay cosas nuevas, sino por el contrario, viejos ideales de la especie humana. La amistad, la fraternidad, la solidaridad, la paz y el ideal de servicio, son muy antiguos sueños del hombre, a los que nadie dio antes la prioridad, el énfasis y la presencia activa que Rotary ha podido darles. ¿Quién pudo hacer en el mundo, una organización de más de un millón de hombres, por encima de fronteras, por encima de idiomas o de credos, comprometidos todos en la defensa de aquellas nobles causas? También en el punto que hoy nos ocupa, Alfabetización Funcional, debemos hacer lo que hace Rotary; ponernos en marcha por aquellos caminos que el hombre conoce, pero, por lo general no recorre. En nuestra carrera docente, de ya muchos años, nos hemos convencido que solo se aprende o se ha aprendido lo que se siente placer en aplicar. Creo que la verdadera alfabetización es la que aprovecha y encausa ese afán de utilizar lo que se sabe, en el caso, el dominio de la lecto-escritura. El libro, la prensa y, en general todo lo que en el mundo se imprime, sigue siendo la principal fuente de abastecimiento cultural. La denominada “cultura de la imagen” aún en sus mejores realizaciones, ofrece un aporte importante, pero complementario. Quienes estudian estos temas, reconocen que hay, si, en el mundo, menos lectores, como consecuencias de la acción de los restantes medios de información, pero también afirman que los actuales lectores leen más. Que haya menos lectores puede significar que hay quienes han perdido interés en la lectura o que carecen de tiempo para hacerlo, pero que quienes lean, lean más, demuestra que en ellos se reconoce e incrementa el valor de la lectura. No se necesita tener muchos años de docente para reconocer que entre la gente que envía sus hijos a la escuela y aún al liceo, hay varios grados o categorías. Hay en este país, quienes envían sus hijos a la escuela, por el cobro de la asignación familiar. No sé si nuestros sociólogos y nuestros trabajadores sociales han investigado el hecho. Si por cualquier causa cesa el pago de ese beneficio, el niño deja la escuela. Hay también hogares que envían sus hijos a secundaria , porque cumplida la etapa de primaria , no saben qué hacer con ellos. A lo sumo, preguntados sobre el punto, suelen contestar: “Por si algún día necesitan eso.” Similar criterio rige, a menudo, l conducta de algunos o de muchos, que costean clases extraordinarias a sus hijos (idiomas, contabilidad, ahora computación) por si algún día lo necesitan”: a lo mejor esa posibilidad no llega nunca o, acaso está llegando ya; pero ni el alumno ni los padres suelen conceder a ese aprendizaje, la necesaria dimensión capaz de proyectarlo eficazmente en la vida.”
Como podemos apreciar en esta breve síntesis de una de sus conferencias el profesor Rosalío A. Pereira justifica con creces el acierto rotario al editar sus trabajos, como homenaje y reconocimiento al ilustre rochense.
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