Miembro de apdu
   
Año IV - Nº 243
Uruguay, 20 de julio del 2007
separador Inscripto en el Registro de Derechos de Autor en el libro 30 con el No 379
 
separador

ha

historia paralela

2012

legra

humor político

apdu

 
1

Honrado en la casa propia y bribón en la ajena

por Carlos Alberto Montaner
 
separador
 
mail
mail Email del Autor
pirnt Imprimir Artículo

           Hace una década, el analista argentino Gerardo Bongiovanni predijo que la presencia de las multinacionales en América Latina reduciría sustancialmente los niveles de corrupción en la región. La hipótesis parecía razonable. Si esas empresas provenían de sociedades en las que la norma era el comportamiento ajustado a la ley, una vez instaladas en Iberoamérica contribuirían con su ejemplo al adecentamiento de la vida pública en estas naciones. Actuarían como focos de irradiación de lo que hoy se llama ´´responsabilidad corporativa´´. O sea, la idea de que los empresarios no están exentos de someterse a un código ético, exactamente igual que se espera de los médicos, los abogados o cualquier otro profesional.

           Bongiovanni, con cierta melancolía, acaba de rectificar su opinión en un foro organizado en Madrid por la Fundación Internacional para la Libertad: ha sucedido lo contrario. Las multinacionales --las norteamericanas, las europeas y las asiáticas-- se han adaptado a los podridos hábitos latinoamericanos y, con pocas excepciones, pagan coimas y vulneran las reglas, escudándose tras el argumento de que ésa es la única forma de hacer negocios en la región. O pagan o tienen que irse, porque sólo mediante el soborno de funcionarios deshonestos pueden ganar licitaciones públicas. Naturalmente, no todos los países operan con el mismo nivel de corrupción. En Chile, Uruguay y Costa Rica los hábitos de gobierno son mucho más sanos, de acuerdo con los informes de Transparencia Internacional, una organización dedicada a evaluar la honradez de las naciones en el mundo.

           La corrupción genera un daño doble. Por una parte, eleva los costos de transacción. Si una empresa internacional de comunicaciones o de energía reparte millones de dólares entre los funcionarios y los políticos que les han garantizado una posición ventajosa en el mercado local, sin duda alguna esos costos serán agregados a las tarifas de los consumidores finales. La corrupción no le cuesta al empresario, no sale de su bolsillo: es abonada por los indefensos consumidores directamente o por medio de los impuestos.

           Pero el daño intangible es el más peligroso: en las sociedades en las que la corrupción es rampante, y en donde nunca o casi nunca se castiga a los culpables, la población se vuelve totalmente cínica y se distancia del Estado. ¿Cómo sentir que el ámbito público nos pertenece y ha sido segregado libremente para nuestro beneficio si sólo sirve para enriquecer a la clase dirigente? Por esa brecha moral es que penetran los Chávez y los Evos de este mundo. Por eso los golpes militares o las acciones violentas de los insurrectos suelen tener cierto apoyo popular en América Latina: no son vistos como agresiones contra el Estado de derecho, sino contra la injusticia y el peculado. Por eso, también, la corrupción de las multinacionales no es sólo un delito económico: es un grave atentado contra la democracia.

           No tiene sentido que en las naciones del mundo desarrollado se persiga el lavado de dinero mientras las empresas internacionales más importantes participan en el exterior de una forma de delincuencia más destructora y dañina. ¿Cómo puede aliviarse ese problema? Evidentemente, con sanciones ejemplares. Si la Unión Europea les ha impuesto a la americana Microsoft, a la alemana Siemens o a Telefónica de España multas de centenares de millones de dólares por obstaculizar la competencia, ¿cuánto deberían pagar las multinacionales por prácticas aún peores en el continente latinoamericano? ¿No es mucho más grave comprar presidentes, ministros y legisladores que tratar de manipular el mercado?

           El argumento de que ésa es la única forma de hacer negocios en el tercer mundo no es válido. Si no estamos dispuestos a admitir el derecho de un médico a engañar a sus pacientes, de un abogado a mentir a sus clientes o a los tribunales, no es posible que les concedamos a los empresarios una patente de corso para salir a hacer trampas en el extranjero. Si violar la ley es el único camino disponible, es preferible no transitarlo y concentrar las actividades empresariales en donde el juego sea limpio. No es aceptable ser una persona honrada en la casa propia y un bribón en la ajena.


Fuente: Diario Exterior

1

 
21
Informe Uruguay se halla Inscripto en el Registro de Derechos de Autor en el libro 30 con el No 379
Depósito legal No. 2371 deposito Nos. 338018 ley No - 9739, dec 694/974 art. 1 inc A
20
Los artículos firmados son de exclusiva responsabilidad del autor y no reflejan, necesariamente, la opinión de Informe Uruguay
20
up
 
Estadisticas Gratis