Las venas tapadas de América latina Presentación de un libro de Marcos Cantera Carlomagno

            No hay tema más debatido en América latina que las causas de nuestro sempiterno subdesarrollo. Durante décadas, el rezago general del subcontinente ha sido explicado como el resultado de la dependencia económica y la explotación colonialista e imperialista. A partir de esa óptica, el fin del subdesarrollo exige la superación de dicha dependencia a través de una serie de reformas o, incluso, de la ruptura total con las estructuras que la mantienen con vida. A este proceso se le ha dado un carácter pacífico en algunos casos y violento en otros. Pero ni la alternativa revolucionaria con Cuba a la cabeza ni los muchos modelos reformistas y desarrollistas llevados a la práctica durante décadas por gobiernos civiles y militares de los más diversos colores ideológicos han logrado, siquiera, mitigar el atraso en cuestión. Por el contrario, muchas veces han llevado a un mayor empobrecimiento. También ha habido y hay explicaciones político-institucionales, según las cuales las llaves del subdesarrollo latinoamericano se encuentran en la debilidad de sus instituciones, siendo condición sine qua non para el crecimiento social el fortalecimiento de las mismas. Últimamente, se ha comenzado a subrayar los aspectos culturales, sosteniéndose que el subdesarrollo de América latina está en la mente de sus pobladores, y que por lo tanto es menester elevar el nivel cultural, mejorar la educación y lograr un cambio radical de actitud en la población.

            Pero las viejas teorías de corte economicista e institucional continúan dominando ampliamente el escenario. En un libro de reciente publicación (La brecha entre América latina y EEUU, 2006), compilado por Francis Fukuyama, se analizan las causas del atraso de América latina. Sintomáticamente, una pregunta central de esta obra es: ¿cómo y cuándo se produjo la brecha en el desempeño económico entre América latina y Estados Unidos? Los historiadores, politólogos y economistas involucrados (Tulio Halperin Donghi, Enrique Krauze, Jorge I. Domínguez, James A. Robinson, el mismo Fukuyama y Natalio Botana entre otros) coinciden en que no son la geografía ni la cultura sino que la política, las instituciones y la estructura social, además de la economía, los elementos centrales a la hora de explicar esa debilidad de América latina frente a EEUU.

            Común a casi todas las teorías que en la economía y en la política ven el motivo del atraso de la parte sur y central del continente es la identificación de un actor más o menos específico e identificado (llamémosle el lobo del cuento o el malo de la película), el cual prácticamente nunca pertenece al mundo latinoamericano. Es el caso de las empresas multinacionales, de los intereses colonialistas e imperialistas, de las corporaciones mundiales, de las agencias de inteligencia o de difusas asociaciones globales y globalizadoras que de una manera u otra sacan provecho de nuestro atraso y lo profundizan. A partir de esta perspectiva, los latinoamericanos hemos establecido un cómodo reparto de roles: nosotros somos las víctimas y “ellos” los victimarios, nosotros somos los buenos y “ellos” los malos, nosotros los solidarios y “ellos” los egoístas. A veces, incluso, como en el Ariel de José Enrique Rodó, se ha pretendido convertir a los latinoamericanos en seres espiritualmente superiores y a los norteamericanos en criaturas inferiores. Pocos son entre la clase intelectual latinoamericana (Domingo Faustino Sarmiento es quizás la excepción más brillante) quienes han invertido los papeles, viendo en la sociedad al norte del Río Grande un modelo a imitar.

            A diferencia de los intentos explicativos económicos e institucionales que sitúan los orígenes del subdesarrollo latinoamericano en diferentes puntos y situaciones durante el correr de los últimos dos siglos, el libro Las venas tapadas de América latina sigue otro sendero, intentando ir más lejos, para buscar en la génesis misma de nuestra historia, y en sus bases culturales, las causas de ese atraso endémico que nos aqueja. El análisis de valiosas fuentes primarias muestran que la situación general en la Península Ibérica en épocas de los Reyes Católicos, el Descubrimiento y el armado de la Conquista del Nuevo Mundo fueron procesos signados por las mismas coordenadas mentales que rigen aún la vida cotidiana en el mundo latinoamericano, creando una extraña sensación de continuidad entre las características fundamentales de aquella lejana sociedad hispana y nuestra contemporaneidad latinoamericana.

            En el texto se bosquejan, además, algunos puntos de estudio futuro (por ejemplo las consecuencias culturales y económicas de la Inquisición y el desarrollo altamente diferenciado en Europa a partir de la Reforma protestante), fundamentales a la hora de comprender los motivos por los cuales las venas de América latina, abiertas o tapadas, nunca han logrado encauzar la sangre necesaria para que el organismo que recorren pudiera crecer y gozar de buena salud.