¡Elemental, mi querido Watson! Aplicando la lógica no me gana nadie por Eduardo Gamero

En Uruguay se está copiando a la Argentina, y lo que se está haciendo con esta ayuda a "los pobres" es fomentando la vagancia. Este gobierno no mira los ejemplos de otros países, y hace lo mismo sin ver los efectos nefastos que esto genera.

No suelo opinar en temas políticos, menos en económicos, pero a aplicar la lógica no me gana nadie.

A mi modo de ver las cosas, el Plan de Emergencia está mal implementado, y no entiendo cómo, gente que se supone capacitada y que por eso votamos, no vió la pedrada que se les venía en contra.

Porque no todos los que deberían recibirlo, en situación de real pobreza, lo están recibiendo, y porque comenzaron a recibirlo quienes se lo gastan en pasta base y pagaron la primera cuota de los nuevitos celulares para después dejar clavado al comercio con las restantes.

¿Qué clase de estudios siguieron para determinar a quién deberían dar la ayuda que llegaron a conclusiones tan erradas? ¿No sabían que acá estamos llenos de vivos? Había que ir a llorar y después salir riéndose y pensando "¡Já...! ¡Ahora nos dan plata sin hacer nada!".

A esa gente, no la necesito... no quiero ayudarla. Es la misma que me rompe la ventana del auto todo podrido que tengo para afanarme las pocas monedas que junto para los cuidacoches y para los que me lavan el parabrisas en los semáforos. ¡Ya sé que hay cada figurita que más vale no encontrarla, no soy un angelito!... Pero si está laburando, y lo hace bien, tiene derecho a una recompensa.

Es la misma gente que hace que ya no podamos pasar por ciertos lugares por los que antes podíamos. Y antes también había pobres. Pero ser pobre no es lo mismo que ser delincuente, ser pobre no es lo mismo que ser un dejado, ser pobre no te da derecho a llenarte de hijos obligándolos a vivir en la miseria que viven y obligándolos a que salgan a pedir.

Porque también está el negocio: cuantos más hijos tenés, más "sucursales", y más dinero entra en tu rancho. Algunos/as son verdaderos empresarios/as.

Hurgadores hubo en todas las épocas, mal que nos pese, y los hay en todas partes.
Antes, a un conjunto de ranchitos de lata rodeado de cartones y basura, les llamábamos cantegril, pero podías pasar cerca, ahora les llamamos asentamientos y ni la Policía (¡otra que bien baila la tarantela!) se atreve a entrar.

Yo, como cualquier uruguayo, no necesito hacerle el caldo gordo a esta gente, y cargar con el peso social de mantenerlos. Necesito fuentes de trabajo, y el que quiera laburar que labure, pero el que no... ¡que se lo coman los piojos!

El tema pasa porque puedas decidir qué hacer con tu vida, dónde gastar tu dinero, en qué cosas y con quién; si no podés decidir -porque hay desempleo-, estamos frente a un problema de todos, pero si podés decidir -porque hay oportunidades, hay una economía que fluye, las empresas ganan dinero porque la gente la tiene y la gasta, y se pagan buenos sueldos a medida de estímulo-, y aún así tomás una decisión cómoda, el problema es sólo tuyo.

Hay que aplaudir otras políticas, como las de dar trabajo a mujeres jefas de hogar, pero la verdad es que la implementación del Plan de Emergencia, es como serruchar la rama en la que estamos sentados.

¡Y yo los voté! Y porque los voté, tengo más derecho que nadie a que respeten la confianza que deposité en ellos.

Porque creí en un montón de cosas que, ¡ojo!, todavía sigo creyendo. Creo en la solidaridad, pero también tengo que rendirme ante la evidencia del capitalismo: cuando uno se desloma para obtener algo, tiene el derecho de obtenerlo, y tiene que obtener (como mínimo) lo que necesita para vivir. Si querés seguir deslomándote... ¡dale nomás! Pero no porque yo tenga más lo que significa que realicé un esfuerzo superior, los demás tienen que tener el derecho a que yo les regale nada.

Esto del Plan de Emergencia, lamentablemente, por más que parezca una ayuda, es prolongarles la agonía. Y no sólo la de ellos, sino la de todos los uruguayos y la del país entero, porque no aporta en nada a que el mecanismo de recuperación económica comience a moverse. Es continuar remendando el bote en vez de buscar un bote nuevo.
Y nos vamos de un tema a otro, para generalizar, pero si somos claros, la lógica y las matemáticas, no tienen vueltas.

Es muy difícil la paz social con elementos desestabilizadores. Los uruguayos cada vez estamos recurriendo más a armarnos para defendernos, cuando esa tarea no tendría que estar en otras manos que en las de la Policía, y ésta cumplir con su deber.
Sin embargo, estamos viviendo una escalada de violencia que se cataloga como una "sensación" nomás.

No dudo de que ante la aparición de errores, los mismos no se estén ya corrigiendo o que vayan a corregirse, lo que me llama la atención es la falta de previsión. ¡Que no podés regalar porque no se valora, está en la tapa del libro! No voy a descubrir la pólvora con esta afirmación.

Siempre el que recibe tiene que dar algo a cambio, pero algo que implique algún tipo de esfuerzo de su parte. Acá se pensó en ayudar y no sé cómo fue que no se vieron las consecuencias inmediatas del simple acto de regalar.

Si fuera sociólogo podría dar explicaciones de por qué suceden las cosas, y la tendría bastante más clara de cómo evolucionan las sociedades y sus individuos.

Pero no lo soy, y ahora me encuentro con una sociedad que ya no tiene los mismos valores, y que encima, le alimentamos los vicios. El entorno les falló... nosotros mismos les habremos fallado..., no sé qué habrá sido, pero un EQUIPO DE GOBIERNO no puede cometer los errores que comete un simple ciudadano. Primero porque se trata de un individuo contra un grupo (por aquello de que muchas cabezas piensan más que una) y segundo porque el individuo tiene otras cosas para hacer, como por ejemplo, subsistir, mientras que al grupo le pagan para que se dedique a eso.

No vamos a ponernos históricos porque todos conocemos cómo fue el pasado; tampoco intentamos buscarle los orígenes a la crisis que venimos padeciendo porque ese fue el comienzo de uno de los problemas y ya no hay que pensar más en eso; ahora estamos en otro momento: el de encontrar soluciones.

Yo voté a quienes creía más capacitados para eso, y todavía les estoy manteniendo la confianza. Lo que me exaspera es que se cometan errores casi infantiles.

Si vamos a alquilar una casa, si vamos a pedir un crédito, si vamos a postularnos para un trabajo, en todos lados te piden referencias. Entonces no es entendible que haya sucedido lo que sucedió, independientemente de que ahora se corrijan los errores; ¡quiero ver cuándo se van a terminar de corregir! Y cuándo se van a implementar otras acciones correctivas en todo el aparato burocrático.

Lo que dicen los políticos mediáticos no tiene nada que ver con la realidad, ellos dicen lo que CREEN que debería ser; siempre fueron directores técnicos pero nunca tuvieron que pegarle a una pelota.

Pero el Plan de Emergencia es sólo un aspecto.

Hablan del 911 y de los celulares de los patrulleros, y todo el servicio todavía sigue siendo un espanto. No hay nafta, no hay efectivos. Lo viví... no me lo contaron. Me da lástima darme cuenta de que todavía no estoy seguro de decirle a mi pibe de 8 años que si tiene un problema en la calle "vaya con un Policía", como me decían mis viejos a mí.

Y hablan de la Línea Azul para denunciar el maltrato a los niños y si llamás son más problemas que soluciones. Y también lo viví.

Todo fuera de los aspectos más elementales de la lógica.

Pero también insisto: hay cosas que están bien. Esto del Proyecto Participativo es una buena idea, darle intervención a la gente. Está bien que te dejen opinar sobre el destino que se les debe dar a los fondos.

A mí lo que me molesta es la falta de ejecutividad, de velocidad de respuesta y de previsión. Ayer estaba viendo en televisión al Sr. Rafael Michelini diciendo que contra el Estado hay una gran cantidad de juicios pendientes y que les va a tomar unos 2 años llegar a tener todo organizado y clasificado. ¡¡2 años!!

Ellos deberán tener tiempo. El tiempo que nos falta a la mayoría de los uruguayos, que estamos volviendo a pensar en emigrar...

Bueno, que sume y no que reste. ¡Todavía se puede!