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Año V Nro. 365 - Uruguay, 20 de noviembre del 2009
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Hamid Karzai fue declarado vencedor de las elecciones afganas, y con ello el panorama para los Estados Unidos y sus aliados de la OTAN en Afganistán no es el más prometedor. La legitimidad de la victoria de Karzai en los comicios electorales, después que el opositor Abdulá Abdulá se retiró de la contienda aduciendo que se avecinaba un fraude masivo, está en entredicho. En la primera vuelta no participó más del 40% de la población y las cifras oficiales, que todos esperaban nunca fueron publicadas. La encargada de realizar los comicios, la Comisión Electoral Independiente (CEI), anunció por boca de Azizulá Ludin, funcionario nombrado por el propio Karzai, la suspensión definitiva de la segunda vuelta, que debió llevarse a cabo el 7 de noviembre. Proclamado presidente de Afganistán por “default”, tímidamente los principales líderes occidentales le reconocieron su victoria. Ya hay quienes afirman que este es otro caso como el de Saddam Hussein, en el que el apoyo norteamericano a un líder político obra como un bumerang del que no se sabe su trayectoria. Los más escépticos critican con razón el que se implante, casi que por la fuerza, una democracia formal prácticamente ajena al día a día de pobreza y guerra en que viven los afganos. Y con este escenario dramático, aún así, se emiten comunicados diplomáticos, 8 años después del aparente inicio del proceso de democratización, que invitan a la celebración y auguran momentos de prosperidad. El comunicado difundido por la embajada estadounidense en Kabul llega al extremo de felicitar al ex contendor Abdulá “y los otros candidatos por sus esfuerzos por fortalecer el futuro democrático de Afganistán”. Todo lo cual no pasaría de ser una clásica formalidad escrita en el más aséptico de los lenguajes diplomáticos, de no ser porque los refuerzos de tropas solicitadas, (ya llegaron 40.000 hombres) no surtió ningún efecto positivo, y requieren de la presunta estabilidad institucional que otorga un presidente electo legalmente y dispuesto a cooperar. En los próximos días el Presidente Barack Obama debe decidir el envío de otros 40.000 efectivos y ya empieza a gestarse una tensa situación en la que los atentados terroristas de los talibanes no cesan y prácticamente se multiplican en cantidad y poderío, conforme se intensifica la ofensiva militar estadounidense. Hace unos días renunció a su cargo Matthew P. Hot, el máximo oficial civiel en la provincia de Kabul y cuestionó abiertamente las directrices que se están impartiendo en Afganistán. “Mi renuncia puede leerse en la carta publicada por The Washington Post, no está basada en como estamos haciendo esta guerra, si en por qué y con qué propósito”. El ataque terrorista más sangriento de los últimos dos años que cobró la vida de 100 personas e hirió a otras 200, ocurrió cuando la Secretaria de Estado Hillary Clinton inició su visita a Afganistán. Entre los muertos de ataques posteriores se encuentran seis funcionarios de la ONU que cuidaban el proceso electoral. Debemos tener en cuenta que la poca legitimidad de Karzai que asumirá su segundo periodo de gobierno, no será un gran apoyo para que los Estados Unidos y sus aliados de la OTAN consigan más apoyo de la población civil afgana. Algo que es fundamental para lograr el éxito militar en la campaña desarrollada en el país asiático desde hace ya 8 largos años y a la que algunos analistas militares estadounidenses han dado en llamar: “el Vietnam de Obama”. ¡Hasta el próximo análisis…! © Lic. Washington Daniel Gorosito Pérez para Informe Uruguay
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