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Maravilla de todas las maravillas
Internet – Messenger – Camaritas – Micrófonos - Parlantes
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por Helena Arce |
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Pienso muchas veces en mis abuelos, como tantos uruguayos soy nieta de emigrantes. Ellos como tantos se vinieron jovencísimos a nuestro país, y como la inmensa mayoría no volvieron a ver a sus familias que habían quedado en casa. Las cartas iban y venían, pero con cuanta demora llegaban a destino.
Aun recuerdo en el lejano 1983 cuando hice mi viaje de Ciencias Económicas, la desesperación de todos al llegar a destino esperando las cartas con las noticias de casa. La máxima innovación a la que llegué fue el comprarme un grabador y enviar a casa mi voz, junto con sonidos que llamaban mi atención. Así recuerdo haber grabado el sonido de la Fontana de Trevi y las campanas de la Catedral de Sevilla. Era reconfortante cuando comenzaron a llegar hasta mí, los cassettes con las voces familiares.
Pero hoy increíble maravilla, mediante la computadora, una camarita y un micrófono uno puede traer a casa, a aquellos que se encuentran lejos.
Cuando dejé Montevideo y me fui a Durazno primero, a Maldonado después, lo más doloroso fue el perder contacto con mi familia, justo es decir que mis padres me llamaban todos los días, creo que la mayor parte de sus ingresos iban para pagar el teléfono. Pero cuando descubrí los correos electrónicos recuperé a mis hermanas, el trato diario, aunque más no fuera escrito. Y estábamos dentro del mismo país.
Pero ahora podemos vernos y hablarnos, y si bien es cierto ello no sustituye la presencia física, el abrazo, el beso, cuanto suaviza por cierto la ausencia.
Termino de compartir una tertulia familiar, mi prima hermana, la hija de mi tío, y su familia en su casa, en San Pablo, y nosotros acá en casa. Tomábamos unos refrescos, pues allí hoy hacía tanto calor como acá, y brindábamos. Yo alababa su reloj cucú y ella mis plantas, sus nietos, su hija y su esposo me hablaban así como mi esposo y mi hijo a ellos. . Realmente era una reunión familiar, donde disfrutábamos estando juntos.
Así sin duda debe ocurrir imagino, con quienes han debido partir de nuestro país, tienen la posibilidad de reunirse en algún momento del día y estar casi juntos.
Se sí que ello no sustituye el estar realmente juntos, pero pienso en mi viejo en cuan pocas oportunidades tuvo de compartir con sus hermanos, aquellos que me miraban desde sus cuadros, en las paredes de la casa de mi infancia con sus familias. Papá me decía: Este es el tío José con la tía Juanita, y tus primos Pepe y Eduardo, y este es el Tío Francisco con la tía Silvia y tus primos Antonieta, José Carlos y Gilberto. Los primeros estaban en Rosario de Santa fe y como dice la canción de Páez, Rosario siempre estuvo cerca, era el viaje preferido de mi infancia el ir a visitarlos, pero la familia de mi tío Francisco vivía en Río de Janeiro, no había posibilidades de visitarlos, es más mi padre tuvo la dicha de ir solo una vez a verlos. Esos primos hermanos brasileños, de los cuales al único que conocí personalmente fue a José Carlos, cuando vino a ver a la familia en su luna de miel con Norma, su esposa. Yo era una adolescente, recuerdo poco, más que nada su abrazo emocionado con su tío, mi inolvidable viejo, que tanto parecido tenía con su padre ya fallecido.
Pero ahora hace varias noches que tanto mi hermana como yo tenemos nuestro rato con Antonieta y su familia, nos reímos juntas, rearmamos la historia de nuestros padres. Esos hermanos que tanto se quisieron, a pesar de lo poco que se vieron ante la temprana muerta de sus padres, y el haber debido separarse pues familiares residentes en diferentes países, se hicieron responsables por ellos.
“!Cuánto hubieran disfrutado nuestros padres un contacto como este!”
Pero pienso también en mi abuela, esa Tana que partió tan joven dejando a sus hijos, con tanta preocupación, como disfrutaría pensando que sus nietas a pesar de la distancia han logrado unirse, restablecer los lazos familiares. Bendito sean los adelantos que tanto nos unen.
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