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Migrantes y Pertenencias Por Anabella Loy Licenciada en Antropología
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Trabajo investigando la cultura de los inmigrantes desde hace muchos años. Y una de las preguntas que le hago a cada entrevistado, cada vez que tengo el privilegio de sentarme frente a él o ella con el grabador de por medio, es: ¿cuál es su patria?
El lugar de nacimiento es, por lo general, un punto de referencia central para el migrante, en lo que tiene que ver con su identificación étnica -o nacional-.
Los inmigrantes españoles que entrevisté en 1999 me dieron respuestas que explicaban los sentimientos asociados a sus distintas pertenencias, que habían variado a través del tiempo transcurrido, y fluctuaban entre la preferencia por la tierra de origen, la doble adscripción y la fuerte pertenencia hacia el país receptor.
Transcribiré a continuación algunos párrafos de testimonios recogidos por mí, omitiendo la identidad de sus autores, algunos de los cuales seguramente fallecieron en los últimos siete años.
Vaya mi homenaje y mi agradecimiento a todos ellos.
"El sitio donde uno nació siempre tira, ¿sabes?, hay algo que está más allá de nuestro entender o nuestro comprender, algo que nos tiene como amarrados, al pueblecito, a mi pueblecito chiquito. Debe ser que lo llevo más entrañablemente, porque a mí, si me dieran la oportunidad otra vez de volver a vivir, si me dijeran: "elige entre la infancia en tu aldea o tu juventud en las noches bulliciosas de París", yo diría, me voy a la aldea, a mi pueblo a vivir aquellas cosas que viví en mi infancia y en mi primera juventud. Me llenaron más, y ahora que soy viejo me doy cuenta que siguen llenándome más que el barullo y el deslumbre que me dio París.
...(En España) quedaba la novia, quedaban los parientes, y sobre todo quedaba esa cosa que no entiendo ni comprendo, pero que tira siempre, esa cadena invisible que tira hacia el sitio donde uno ha nacido, se ha criado, la escuelita, los amigos, las calles, las placitas donde de niño uno ha correteado. Ese algo, es algo que tira y tira y tira de uno continuamente, no sabría cómo llamarlo, es algo que se ha ido consustanciando con uno a medida que iba creciendo, ha ido viviendo, se ha ido desarrollando con la persona. Se metió ahí y no se fue, está ahí y se hace presente constantemente" (Asturiano)
"Ahora estoy repartido, entre allá y acá, porque a mí, allá me tira siempre, aunque falta mi padre, falta mi madre, tengo hermanos, pero acá tengo mis hijos. Así que tengo la vida repartida. Y acá moriré, acá me enterrarán, como a mi hermano"
(Gallego)
"Mi patria, España, la madre patria, mi madre patria mientras yo viva, pero el Uruguay lo adoro también, porque en el Uruguay ya tengo bastante tiempo acá. Yo me parece que me siento más gallega que española, porque hablo más, porque los españoles son más delicados en hablar, ¿no?. A veces hablo gallego.
(Gallega)
"No le puedo contestar, no le puedo contestar, porque no sé si eso es mi patria, o no sé lo que es. Yo sé que estoy aquí. Me siento español, me siento mallorquín y me siento uruguayo cuando tengo que ser uruguayo".
(Mallorquín)
"Mi patria, las dos, una porque soy español, ¿no?, y la otra porque resido acá, ya lo asimilo como mi patria también. Tengo las dos patrias, no reniego de la mía".
(Catalán)
"Soy más uruguayo que español. Mi patria es ésta, ahora, aunque ya le digo que no renuncio. Extrañaría irme para allá, porque ya encontraría todo distinto, la gente ya desconocida, otra gente, porque mismo familiares hay pocos, tiene que extrañar uno, ya no lo conocen, ni me conocen a mí también".
(Asturiano)
"Acá somos todos uruguayos y somos todos de Nacional".
(Gallego)
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Algunos testimonios del primer Montevideo que vieron estos inmigrantes al llegar, entre 1920 y 1960, decían lo que sigue:
"El encuentro con Uruguay era nada, Montevideo era nada, yo Montevideo lo vi crecer, no había rambla, no había ningún edificio, donde está el Palacio Salvo se vendían cosas españolas a vintén, donde está el Palacio Municipal era el cementerio inglés. Montevideo era muy chiquito y muy pobre".
(Asturiana, inmigrada en 1926)
"El camino (se refiere a Millán) estaba todo empedrado. Y yo le dije (a un coterráneo): decime una cosa, ¿ésto es la América?, pues yo venía ilusionado, yo venía con uno que se vino rico de allá, se creía que todos eran ricos acá, yo venía ilusionado, yo venía con la intención de hacer plata un año o dos y volverme otra vez".
(Mallorquín, inmigrado en 1929)
"Llegar al Uruguay fue una de las desilusiones grandes de mi vida, ver la Ciudad Vieja, ¡qué ilusión tenía yo de América!, me imaginaba que era una cosa de rascacielos".
(Gallego, inmigrado en 1952)
"Me llamaba la atención el asunto de los tranvías, tranvías no había visto".
(Asturiano, inmigrado en 1935)
"Montevideo me encantaba, me gustaba. A los pocos días de venir acá fui con mi sobrina al Parque Rodó, fue el primer paseo, fuimos a sacar una foto al Parque Rodó, me encantó. Le digo una cosa, que soy española y España la adoro porque es mi patria, pero yo el Uruguay lo adoro".
(Gallega, inmigrada en 1956)
"No sabía nada del Uruguay, nada, absolutamente nada. Ni sabía que existiera. Vine acá porque me dijo mi patrón. En aquel tiempo el Uruguay era muy humilde".
(Mallorquín, inmigrado en 1929)
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Y un botón más para la muestra, algunas opiniones acerca de los uruguayos:
"Son buena gente los uruguayos, mejor que los argentinos".
(Asturiana, inmigrada en 1929)
"A mí me gustaba la gente porque era muy amable. Me gustaban y me gustan, y soy ciudadana uruguaya".
(Asturiana, inmigrada en 1933)
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Estos inmigrantes llegaron a nuestras costas por distintos motivos, la primera posguerra, la guerra civil española, las dificultades económicas, y fueron testigos lúcidos de hechos históricos significativos.
Resignificaron sus pertenencias y sus identidades, integrándose a una cultura de su misma raigambre. Igualmente, transitaron a su manera el camino que va desde sus etnicidades a la "uruguayidad", si cabe el término.
E hicieron posible, junto con inmigrantes de otros orígenes, el Uruguay multiétnico cuya diversidad deberíamos preservar.
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