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No preguntes lo que tu país te puede dar, sino lo que tú puedes darle a él.
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Año V Nro. 391 - Uruguay, 21 de mayo del 2010 |
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Escribimos estas líneas el lunes 10 de mayo, cuando ya se conoce el panorama general resultante de las elecciones departamentales y municipales de ayer, pero el escrutinio primario aún no está completo. El Partido Nacional aparece ganando once Intendencias, que pueden ser doce si los votos observados del departamento de Florida le permiten descontar la mínima ventaja –29 votos- que a estas horas le lleva el Frente Amplio. Los blancos recuperaron algunos baluartes tradicionales, como Treinta y Tres, Paysandú y quizás Florida; retuvieron feudos que parecían amenazados, como Cerro Largo; pero no lograron reconquistar plazas codiciadas, como la de Maldonado, y perdieron su efímero primer lugar en Artigas. El saldo es ampliamente positivo para los émulos de Oribe, que ratificaron que en estas elecciones siempre votan bien (recuérdese que también lo hicieron en el año 2000, después de haber sufrido una derrota muy dura en las elecciones presidenciales del año anterior).Comprensiblemente, algunos dirigentes blancos salieron a decir que los resultados del domingo anuncian los del mes de octubre del año 2014...Permítasenos dudar, respetuosamente, de pronósticos formulados con tanta anticipación, y extrapolados además desde el plano departamental al nacional.
El Partido Colorado también tiene motivos para festejar. Retuvo la Intendencia de Rivera, conquistó contra todos los pronósticos la de Salto, y en Montevideo aumentó sensiblemente su votación del pasado mes de octubre. Obtuvo ediles en algunos departamentos donde no los tenía, como Maldonado y San José, y ganó alcaldías en departamentos blancos, como Cerro Largo, o frenteamplistas como Canelones (Río Branco y Soca, respectivamente). Seguramente, el paso de las horas agregará alguna otra conquista en este rubro. Quiere decir pues que el proceso de renovación y recuperación del Partido Colorado, iniciado con las internas del año pasado y la consagración del liderazgo de Pedro Bordaberry, continúa desarrollándose exitosamente. Llama la atención lo mal que siguen tratando las encuestas al Partido Colorado. Algunos dijeron que la elección en Rivera estaba “disputada”, y Marne Osorio ganó la Intendencia con casi el 50% de los votos. Otros afirmaron que la Intendencia de Salto era una de las “seguras” para el Frente Amplio, ignorando el fenomenal y triunfal crecimiento de la candidatura de Germán Coutinho. En Montevideo el “techo” de los colorados parecía ser el 14%, a gran distancia del Partido Nacional, pero se llegó al 18%, menos de dos puntos por debajo de los blancos.
Es obvio que la permanente subestimación de los colorados no tiene sólo valor anecdótico. Los ciudadanos que quieren, ante todo, evitar nuevos triunfos del Frente Amplio, no votan a quienes no parecen tener chance de estar en la definición. Los donantes que con sus aportes permiten solventar los gastos de la campaña electoral, se muestran comprensiblemente renuentes cuando se les convoca a apoyar lo que parece ser una causa perdida de antemano. De esta manera las encuestas pueden incidir en los resultados, aunque no sea esa la intención de quienes las elaboran. Para explicar sus yerros, algunos encuestadores señalan que el votante colorado suele ser reacio a declarar sus preferencias. Si así fuere, varios antecedentes similares debieran llevar a profesionales de larga experiencia a corregir ese factor, o por lo menos a relativizar las estimaciones que se hagan sin haber ponderado su incidencia. Además de ganar en Rocha y en Artigas, el Frente Amplio retuvo la Intendencia en las tres mayores circunscripciones electorales del país: Montevideo, Canelones y Maldonado. Sin embargo, la jornada del domingo tuvo sabor amargo para los tricolores. Perdieron las conquistas alcanzadas cinco años atrás en Salto, Paysandú, Treinta y Tres y probablemente Florida. Además, el 46% que habrían obtenido en Montevideo marca una merma clara de su caudal electoral capitalino, otrora próximo al 60%. En el caso del Frente Amplio, las derrotas electorales tienen un significado especial. Hasta ahora, la vía electoral sólo había sido para “la fuerza política” la vía de la acumulación, el éxito y la conquista de posiciones de poder. Pero desde el domingo, los frenteamplistas saben también por experiencia propia que en las urnas no sólo se gana, sino que también se pierde. Esta vivencia democrática elemental constituye toda una lección para quienes la experimentan por primera vez. Ahora el Frente entiende de otra manera, seguramente, lo que dijo Mujica cuando en su discurso inaugural ante la Asamblea General, expresó que no hay partidos políticos predestinados a ganar siempre, ni tampoco los hay condenados a perder siempre. La alternancia de los partidos en el poder, por mandato de la ciudadanía, es connatural a toda democracia auténtica. Reconocer esta verdad no ha de causar ninguna dificultad a los muchos frenteamplistas que son, en lo político, tan liberales como el que más. Los otros, los que se sienten poseedores de verdades absolutas y consideran a la democracia como una concesión a las circunstancias, tendrán que aceptar que la historia no es el cumplimiento lineal de ninguna profecía, sino la siempre renovada hazaña de la libertad, con todos sus cambios y contradicciones. Desde esta perspectiva, la entrega de algunas Intendencias a los nuevos titulares que la ciudadanía eligió para ellas, es la preparación para la entrega del gobierno nacional a quien lo gane en las urnas. Más tarde o más temprano, ese día inexorablemente llegará. No puede omitirse una referencia, por lo menos, a un fenómeno excepcional que se registró en esta elección: un 13% de votos en blanco y anulados en el departamento de Montevideo, y un 70% de ciudadanos del mismo departamento que, habiendo podido votar para elegir concejales y alcaldes, optó por no hacerlo. Quizás el primer grupo de “rebeldes” esté compuesto casi íntegramente por frenteamplistas, desconformes con su candidata pero no tanto, todavía, como para votar a otro partido. Fuerte señal de alerta para el Frente, pero al mismo tiempo, oportuno recordatorio para los partidos fundacionales: no pueden especular solamente con el desgaste del Frente. Para captar el voto de los desconformes, deben ser capaces de atraerlos. El segundo grupo comprende, evidentemente, a ciudadanos de todos los partidos, que no entendieron o no aceptaron la elección municipal. Para el ciudadano común, municipios y alcaldías constituyen un “invento” desconocido y de improbable utilidad. Sólo la testarudez de Tabaré Vázquez es responsable por haber impuesto esta elección a último momento, sin darle a nadie –ni a la Corte Electoral, ni a los partidos políticos, ni a la ciudadanía- el tiempo necesario para prepararse adecuadamente para ella. La respuesta popular fue la abstención masiva y ampliamente mayoritaria, en la capital de la república y primer baluarte frenteamplista. Otra señal de que el tiempo de las heladeras se termina.Compartir este artículo en Facebook © Ope Pasquet para Informe Uruguay
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