En 1966 el Uruguay vivía en democracia. Una democracia plena. Una democracia sin exclusiones. Sin pobreza extrema. Sin niños pidiendo en los semáforos. Una democracia que, sin alharacas, aseguraba a todos buena educación pública, seguridad, atención de salud y seguridad social. Una democracia en la que el presidente no se burlaba de sus opositores desde una tribuna y en la que los funcionarios de un gobierno no eran noticia por sus careos en juzgados, por controvertidas ventas de empresas estatales o por sus denuncias cruzadas de negocios poco claros.
¿Cómo explicarle a los que no lo vivieron que aquel año un grupo terrorista, que decía combatir "las libertades burguesas" de que gozaban los uruguayos, haya asaltado sucursales del Banco La Caja Obrera y el Banco Popular, haya detonado explosivos en la planta emisora de Sadrep y en la puerta de los domicilios de funcionarios de gobierno, haya asesinado a un comisario de la Policía en Sauce y hayan visto cómo se encontraban varios enterraderos de armas e imprentas clandestinas? ¿Contra qué dictadura peleaba esa gente?
¿Contra cuál gobierno de facto luchaba Eleuterio Fernández Huidobro cuando se pidió su captura, el 5 de enero de 1967, en plena democracia? ¿Contra qué dictadura se enfrentaba a tiros a finales de noviembre de ese año cuando un funcionario policial fue herido en una balacera con una banda por él integrada, que se parapetaba en una cabaña en El Pinar? Contra ninguna, porque no la había. Tampoco cuando ese año se arrojaron bombas al consulado de Estados Unidos y a la empresa Burroughs. Tanta democracia y libertad había que el 11 de abril de 1967 el Movimiento Revolucionario Oriental y el Movimiento Revolucionario Nacional de Chile se reunieron en Montevideo y propusieron la formación de un movimiento de liberación latinoamericana, como proponía Fidel Castro desde Cuba.
También había democracia en 1968, cuando se robaban bancos para financiar la violencia y se hacía violencia con armas, explosivos y vehículos que se robaban en otros operativos. ¿Dónde habrá quedado esa plata, que era mucha? ¿Es verdad que se sacó del país y que se la puso a trabajar, para que hasta hoy siga financiando aventuras y campañas?
¿Contra qué dictadura se peleaba cuando el 11 de mayo de 1968 un sacerdote, que visitaba Cuba más que el confesionario, dijo en televisión que estaba dispuesto a tomar una metralleta para luchar por la revolución en Uruguay, reconociendo que había "lucha armada" contra un gobierno que había sido elegido por las urnas? ¿A qué dictadura combatía la FEUU cuando el 8 de junio de 1968 proclamó que "cada estudiante universitario es un agitador"? ¿Qué gobierno militar había cuando los tupamaros secuestraron el 7 de agosto al presidente de UTE?
No. No lo había. Había una democracia que un grupo terrorista despreciaba y otros tontos útiles ayudaron, por acción u omisión, a empujar hacia el colapso con paros, huelgas y más violencia.
Esos señores son los mismos que hoy se llenan la boca hablando de democracia y de derechos. Los mismos que ahora aceptan ser funcionarios y cobrar sus sueldos, que antes juzgaban obscenos. Los mismos que hoy gozan de las libertades formales que antes aborrecían y combatían.
Los mismos de siempre
Fueron ellos. No estaban combatiendo a una dictadura. Estaban derrumbando una democracia, una forma de gobierno que -por lo visto- sólo les sirve cuando ellos son la mayoría.
Fueron ellos, los que hoy hablan de educación, los que el 16 de setiembre de 1968 atacaron con bombas de alquitrán la sede de la Alianza Cultural Uruguay-Estados Unidos. Fueron ellos, los que hablan de secreto bancario, los que en los últimos cuatro meses de aquel año asaltaron a mano armada las sucursales de UBUR, el Banco de Londres y América del Sur, la Sociedad de Bancos, el Banco de Crédito, el Banco Mercantil, el Banco popular y el Banco Comercial. Fueron ellos, que hoy tienen el descaro de hablar de seguridad, los que el 23 de octubre de 1968 balearon al policía Almundo Correa, y los que el 25 de noviembre de ese año robaron 225 kilogramos de gelinita del polvorín de una empresa. Los mismos.
Fueron ellos. Los mismos que hoy gobiernan Montevideo y hablan de recuperar el Hotel Casino Carrasco, fueron los que en la madrugada del 29 de noviembre de 1968 asaltaron la tesorería de ese casino, llevándose 25 mil dólares. Los mismos que hoy hablan de producción, los que el 13 de enero de 1969 pusieron una bomba en la Asociación Rural del Uruguay que sólo por error no llegó a detonar. Los mismos que hoy hablan de contener los precios, los que el 30 de abril de 1969 colocaron dos bombas incendiarias en la sede de la COPRIN.
Los que hoy se peinan para visitar el Hotel Conrad, fueron los que el 18 de febrero de 1969 robaron 220 mil dólares del Casino San Rafael, de Punta del Este.
Fueron ellos, que hoy manejan la política laboral, los que el 2 de octubre de 1969 se robaron 36 mil dólares con los que la Intendencia de San José se disponía a pagar el sueldo de sus funcionarios. También ellos, los que ahora hablan de un Frigorífico Nacional, los que el 7 de abril de 1970 asaltaron fuertemente armados el Frigorífico Castro. Ellos, cuándo no, los que en aquel año asaltaron el Banco Palestino, la Sucesión Mailhos, el Banco Mercantil, el Centro de Instrucción de la Armada, la National Cash Register, la Casa Soler, la administración de Ottonello Hnos., la textil Cupar, la tienda El Mago, el Banco del Plata, los depósitos de Sudamtex, la Esso, la Fleishmann y tantísimas empresas más.
Ellos, siempre ellos. Los que hoy dicen que la elección se define entre la Teja y Carrasco, fueron los mismos que el 29 de setiembre de 1970, en plena democracia, dinamitaron el Bowling de Carrasco. Ellos, que dicen estar siempre del lado de los más desvalidos, los mismos que el 12 de noviembre de 1970 asaltaron la Caja Nacional de Ahorros y Descuentos, y se llevaron alhajas prendadas por quienes menos tenían, en un robo estimado en unos 7 millones de dólares.
Fueron ellos. Hoy golpean a la puerta, otra vez, cubriéndose pudorosos con una piel de cordero que más de un desprevenido no advertirá. Pero nada podrá borrar el horror que provocaron. ¿O acaso es posible pensar en un colapso de la democracia como el de 1973 sin grupos sediciosos que, en tiempos de plena institucionalidad, mataban, secuestraban, ponían bombas, robaban a manos llenas y causaban daño sin miramientos?
Cuando comenzaron a delinquir, a comienzos de los sesenta, la gente les asociaba con Robin Hood. Ellos decían que habían llegado para sacar a los ricos para repartir entre los pobres.
¿Otra vez los uruguayos, taitantos años después, se van a creer el mismo cuento?
El gobierno cívico militar comenzó el 27 de junio de 1973 por aplicación de las medidas prontas de seguridad... como único medio para enfrentar el terrorismo tupamaro.
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