La influencia directriz
por Oscar Almada
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Tal era el nombre que la Historia colocó al método que el presidente Julio Herrera y Obes supo en su hora manejar para incidir en el desarrollo de la política nacional. No es del caso reseñar en qué consistía ese método, pues las realidades actuales son otras. Pero la intención de influir en la decisión ciudadana a la hora del sufragio, valiéndose del aparato estatal que es de todos y al que mantenemos todos, ha vuelto a manifestarse en el actual período de gobierno del Presidente Vázquez y del F.A.
Se inició con la ocurrencia de realizar presuntas “reuniones de gabinete” en público, en localidades pequeñas, so pretexto de “recibir directamente los planteamientos de la gente”, cosa que es posible sin menear al gabinete por todos los caminos, y que no era sino propaganda directa del gobierno. Hace muy poco tiempo se realizó una última parodia de algo tan serio e importante como es la sesión de los ministros y su presidente.
Continuaron las ceremonias con que el presidente simulaba “celebrar” ciertas fechas patrias, lo que aprovechaba para publicitar rimbombantes resoluciones con las que procuraba poner un sello personal en las cosas tradicionales de la patria. En la última oportunidad, en pleno año electoral, aprovechó el 19 de junio para anunciar nada menos que el traslado de los restos del prócer, lo que suscitó tantas críticas que se ha puesto la idea en cuarentena.
Son diarios los casos de propaganda directa con que el propio P. Ejecutivo y los Entes presentan las grandes “realizaciones” del actual elenco que nos ha tocado en desgracia, por supuesto pagadas por el erario público al que contribuyen frentistas y no frentistas, utilizando todos los medios de difusión. A esta redacción llega semanalmente un volante de propaganda a todo color con una presentación que bien querríamos tener nosotros en nuestra edición de Espacio de papel, en la que se describen las enormes obras con que nos vienen beneficiando. Llega además por correo certificado.
Pero lo más flagrante ha ocurrido inmediatamente de las elecciones internas. Aterrorizado el Sr. Presidente por el fracaso cosechado en las mismas, no encontró mejor solución que reunir a todo su elenco en un salón público de la Intendencia de Montevideo para reclamarles a los administradores que se presentaran ante la ciudadanía para “defender” los logros de este gobierno de las críticas que como siempre reciben de la oposición, más aún en estos momentos de barullo electoral. Eso, proclamado públicamente sin el menor pudor, como si se tratara de la cosa más natural y lógica del mundo.
No sabemos obviamente sino de referencias históricas qué hacía exactamente don Julio Herrera y Obes, pero seguramente era cosa de niños al lado de lo que el populismo realiza para aferrarse con uñas y dientes a un ejercicio del poder que le ha quedado evidentemente muy grande.
© Oscar Almada para Informe Uruguay
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