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"La Argentina está camino a volver a convertirse en importador neto de energía y combustibles"
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por Juan Carlos De Pablo |
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En qué se parecen, en la Argentina de los últimos años, la producción agropecuaria y la de combustibles?
En varias cosas. Una y otra se venden tanto en el mercado local como en el internacional, y en ambos casos no sólo mejoró el tipo de cambio real sino también el precio internacional. De manera que tanto en la producción agropecuaria como en la de combustibles se planteó un conflicto distributivo, frente al cual el gobierno –vía la aplicación de prohibiciones y fuertes impuestos a la exportación– privilegió el mercado interno frente al internacional, y el corto al largo plazo.
Pero también hay diferencias. La más importante de las cuales es que mientras la producción agropecuaria es hoy apreciable mayor que la de hace una década, la de combustibles es notoriamente menor.
¿Cómo se explica esto? En particular; ¿hay una "lógica decisoria" agropecuaria, y otra diferente en el sector combustibles? No, existe una misma lógica que, en función de diferentes características o circunstancias, genera distintos resultados.
Algo que es real, pero que a efectos de la explicación es irrelevante, es el hecho de que en buena medida la producción agropecuaria está en manos de argentinos, mientras que la de combustibles está en manos de extranjeros. En efecto, la proporción de la producción agropecuaria que está en manos de extranjeros, como la producción de combustibles que está en manos de argentinos, es mínima. Pero la explicación de la diferencia que se ensaya en estas líneas no es de naturaleza nacionalista.
Más importante todavía es el hecho de que en la producción agropecuaria es posible modificar el uso de un mismo recurso (determinada cantidad de tierra), dejando de destinarlo a la producción de algún bien para dedicarlo a la producción de otro. La Argentina se está "descarnando" y se está "sojizando", no solamente como consecuencia de que China nos compra soja y no carne vacuna, sino también como consecuencia de que como la soja no se consume internamente pero la carne vacuna sí, el aumento del precio internacional de la carne vacuna generó la prohibición de exportaciones, mientras que el aumento del precio internacional de la soja "sólo" generó mayores retenciones a la exportación. Hoy más de la mitad de la producción agrícola total está concentrada en un producto que no se consume localmente (¡mejor que los chinos no encuentren alguna porquería en la soja que les enviamos, como contrapartida a las restricciones no arancelarias que le pusimos a algunas manufacturas provenientes de China!).
Por el contrario, de un pozo sale gas o petróleo, o gas y petróleo, pero una vez que se hicieron las enormes inversiones –inicialmente mucho mayores, en proporción a las que se realizan en el sector agropecuario-, desde el punto de vista del tipo de producto que se obtiene ya no hay nada más que hacer. Y de la destilación de petróleo salen proporciones casi fijas de cada uno de los combustibles, de manera que a diferencia de la producción agropecuaria no hay posibilidad de sustitución entre la producción de bienes castigados y no castigados por la política de precios.
Precisamente, en medio de un "buen momento" del sector agropecuario en general protestan los productores de carne vacuna… que no pueden dejar de serlo, de la misma manera que protestan los extractores, destiladores y distribuidores de combustibles, que no sólo no pueden aprovechar los precios internacionales del producto, sino que venden localmente en pesos a precios muy similares a los existentes en la convertibilidad, con costos internos que no tienen nada que ver con los de la convertibilidad.
Desestimé el aspecto nacionalista pero –fuera de consideraciones conspirativas- hay un rasgo que sí es relevante. Si en la Argentina, como en muchos países, la exploración y explotación de combustibles está en manos de empresas multinacionales, las decisiones de dónde invertir y esforzarse sí aprovechan la facilidad de operar alternativamente en muchos países. ¿No es una tragedia que si algún petrolero o gasífero local, buscando alguna otra cosa, accidentalmente llegara a descubrir algún yacimiento de petróleo o gas, estaría al borde del suicidio porque le quitaría al gobierno la única razón que lo puede llevar a introducir realismo en la estructura tarifaria? De buena gana al productor de carne le gustaría cruzar la frontera y producir en Uruguay o Brasil, pero esto es tecnológicamente imposible.
¿Cómo sigue esto? Cabe esperar nuevos aumentos en la producción agrícola, particularmente en productos que no se consumen localmente –básicamente, soja-, esperando que los chinos no digo que se apiaden de nosotros sino que necesiten nuestra soja para alimentar a su pueblo, y también cabe esperar nuevas disminuciones en la producción petrolera, gasifera y energética.
La Argentina está camino a volver a convertirse en importador neto de energía y combustibles. Porque en los últimos años el aumento de la demanda y la disminución de la oferta internas implicó reducción de los volúmenes exportados. Pero en ausencia de ajustes tarifarios y de hablar en serio con el sector, la reducción de los volúmenes exportados… continuará hasta que desaparezcan, luego de lo cual comenzaremos a importar.
¿A qué precio?, pregunta cualquiera que tenga medio dedo de frente. A los precios internacionales. No conozco un sólo estudio que esté anticipando en el mercado internacional, una reducción del precio del petróleo y sus derivados. ¿Subsidiaremos la diferencia, o un día nos iremos a dormir con determinado precio de la nafta en las estaciones de servicio, y al día siguiente nos despertaremos con precios duplicados?
Esta es parte de la herencia que el actual Gobierno le deja a quien se siente en el sillón de Rivadavia, a partir del 10 de diciembre de 2007. Tarde o temprano habrá que afrontarla desde la lógica expuesta en estas líneas, que explica por qué frente a parecidas reglas de juego, productores agropecuarios y de combustibles deciden de manera diferente.
Fuente: El Diario Exterior
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