Difundiendo a Quijano
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El rey desnudo |
por Carlos Quijano - Colaboración de Pedro Hernandez |
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I
La distinción es, sin duda, académica; pero ha hecho camino y tiene uso corriente. Habría una inflación de costos y otra, típicamente monetaria. De otro modo: los precios pueden subir independientemente - ponemos la palabra con cuidado - por razones que pueden. ser propias, sin previo aumento de las disponibilidades monetarias o de los medios de pago; Pueden subir, por ejemplo, a consecuencia del crecimiento de los impuestos y/o del crecimiento de los salarios. Pueden subir también debido al aumento puro y simple de los medios de pago. Los estudiantes de economía saben que la teoría cuantitativa, en su forma clásica o en sus formas modernas, le asigna al aumento de los medios de pago una influencia decisiva y aún exclusiva. Los precios serían una función de la moneda, una variable dependiente. De formulación tan simple se está ahora lejos. Las dos variables precios y moneda, son independientes, una, la masa de medios de pago, no es siempre causa de la otra, los precios. Pero en realidad la inflación de costos no puede prosperar y continuar si no aparece también más moneda, para pagar los más altos precios.
De todas maneras lo importante es que, afinado el análisis, se haya llegado a esta verdad elemental: los precios no suben sólo porque los medios de pago aumentan; pueden subir también antes de que esa masa haya crecido. En uno y otro caso se produce la ruptura del equilibrio; pero es posible que las fricciones sean mayores cuando los costos aumentan, sin que aumenten paralelamente los medios de pago.
- Estas reflexiones previas, son necesarias para abordar una vez más el estudio de nuestra situación.
A estar a los últimos índices de Zaffaroni, tendríamos que en 1956 sobre la base 100, 1948, el valor de las exportaciones en dólares habría tenido un aumento del 17 por ciento y el de las importaciones del 3 por ciento. Respecto al volumen de la producción, los índices serían éstos: 34 por ciento de aumento en el volumen de la lana; 74 por ciento en el de la agricultura; 35 por ciento en el consumo de energía de la industria. Por su parte los factores que gravitarían directamente sobre los costos habrían tenido esta evolución: Presupuesto Nacional, aumento del 122 por ciento; Presupuesto Municipal de Montevideo 128 por ciento; salarios, 202 por ciento. Por último, los índices correspondientes a los medios de pago y el costo de la vida, registrarían, respectivamente, un aumento del 95 y del 82 por ciento o para este último, siempre a estar a Zaffaroni, del 115 por ciento.
Admitimos las cifras de Zaffaroni, aunque respecto a algunas de ellas es prudente hacer reservas. No, claro está, porque haya dudas sobre la alta probidad científica que el autor pone siempre en sus investigaciones, sino porque el relevamiento oficial de los datos, relevamiento del cual inevitable y forzosamente tiene que servirse Zaffaroni, no merece fe. A falta de otros datos, no hay más remedio que servirse de los que tenemos.
Además, como en tantas otras ocasiones lo hemos dicho, la inexactitud de las cifras puede que no conspire contra la exactitud de la tendencia; que el margen de error no oscurezca la verdad esencial del proceso. .
- Y bien, si es así, ¿qué dice ese proceso?
a) El crecimiento del valor en dólares del comercio exterior - exportaciones e importaciones por separado y en conjunto - ha sido muy inferior al crecimiento de los gastos presupuéstales, de los salarios y de los medios de pago.
b) El aumento de los gastos presupuéstales y de los salarios ha sido también superior al aumento de los medios de pago y aún del costo de la vida. De lo cual, a su vez derivan éstas otras dos conclusiones.
a') Si se toma el valor del comercio internacional, especialmente el de las exportaciones, como un índice indirecto del valor de la producción nacional - no desconocemos que esto es muy relativo - resulta que tenemos más moneda que producción, más medios de pago que bienes.
b') Pero a su vez también resulta, a virtud de que gastos presupuéstales y salarios han aumentado más que los medios de pago, que estamos asistiendo a una inflación predominantemente de costos. El aumento de los medios de pago sigue con lentitud al aumento de los costos y eso provoca o produce desequilibrios y fricciones que se traducen por “la falta de dinero" en plaza.
- El último informe del Banco de Pagos Internacionales señala que en 1956, los salarios horarios han aumentado rápidamente en varios países y - concepción ortodoxa - que ese aumento ha sido superior al de la productividad. He aquí un cuadro de los porcentajes de esos aumentos en cuatro países, durante los últimos tres años.
I
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Alemania
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EE.UU.
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Francia
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R. Unido
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1954
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2.6%
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2.3%
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5.7%
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5.7%
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1955
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6.7%
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3:9%
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7.3%
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8.4%
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1956
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8.8%
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5.3%
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10.6%
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8.4%
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Si se vuelve a los cuadros de Zaffaroni se observa que en los tres años. referidos el aumento de los salarios sobre la base 1948 ha tenido (en Uruguay) esta evolución:
II
1954
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121%
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1955
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147%
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1956
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202%
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Y si se toma en la serie el año anterior, como base, encontramos, después de hechos los pertinentes ajustes
III
1954 (sobre 1953)
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15.1.%
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1955 (sobre 1954)
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11.7%
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1956 (sobre 1955)
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22..2%
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Con referencia a los aumentos producidos en los cuatro países del cuadro I, Jean Luc acotaba: "Se puede discutir la exactitud de esas cifras; no se puede negar la tendencia que señalan. Es indudable que los progresos de la productividad no han alcanzado promedialmente 10 por ciento en Francia, ni 8 por ciento en Inglaterra, ni aún 5 por ciento en los Estados Unidos, en 1956. El alza del poder de compra resultante de los salarios distribuidos ha sido pues más rápida que la de los productos disponibles para el consumo. Todavía, la "productividad" es un criterio discutible, porque sus progresos pueden aplicarse sólo a los sectores de los bienes de equipamiento - es a menudo el caso - y no aumentar la masa de los bienes "comprables". Sobre esta última observación hemos de volver si cuadra; pero establezcamos desde ya que ella sirve para mostrar una de las diferencias fundamentales de estructura entre los países desarrollados y el nuestro. Nosotros no tenemos industrias de bienes de equipo - en términos más corrientes - no tenemos industria pesada. Apenas industrias de transformación y de bienes de consumo. La inflación de costos, entre nosotros, pues, ejerce una acción más directa y peligrosa. Si no hay aumento de la productividad en el sector bienes de consumo, no hay aumento de ella en ningún lado y por tanto la tijera se abre sin esfuerzo: por un lardo marchan los costos en alza; por otro una producción estancada o de crecimiento lento. Igual número de bienes y más caros o aumentos de esos bienes inferior o muy inferior al aumento de los costos de los mismos. Pero esto es una primera aproximación. No han de olvidarse otros factores. Por ejemplo, el hecho de que los márgenes de ganancias pueden ser aquí mayores que en los países recordados o sea que la distribución del ingreso ofrezca distintos porcentaje. Tal vez - es punto, ya dijimos, sobre el que nos gustaría volver - esta característica ha permitido hasta ahora el muy alto crecimiento de los salarios.
De todos modos parece que, a primera vista y sin tener en cuenta las distintas estructuras, puede llegarse a otras dos conclusiones:
- a") Los salarios han aumentado más que la productividad.
- b") Esos aumentos han sido muy superiores a los registrados en los países de mayor desarrollo económico.
Como antes dijimos, la inflación de costos provoca a la corta o a la larga el aumento de los medios de pago. Y este aumento a su vez refleja sobre aquélla. Hay que reconocer nos parece, que la política conservadora del Banco de la República ha frenado el aumento de los medios de pago y ha evitado, en consecuencia, que el proceso inflacionista adquiriera una velocidad mayor. .
Todo tiene, sin embargo su contrapartida o su reverso. Las limitaciones y trabas puestas al crecimiento monetario, que ha marchado con lentitud detrás del crecimiento de los costos, han creado un estado de desequilibrio y han dado nacimiento a formas subrepticias de inflación típicamente monetaria. Cuando encuentran cerrada la puerta, los hechos saltan por la ventana. Si no hay "plata" algunos sectores se resienten. Pueden citarse algunos fenómenos a título de ejemplo:
- El aumento del interés, no ya del visible - hay otro "invisible"- interés bancario, sino el del interés que corrientemente se aplica a las operaciones extrabancos.
Cualquiera que esté al tanto de las necesidades de la plaza, sabe que no hay hipotecas particulares, a menos del 12 por ciento; que a veces quien recibe el préstamo se obliga a pagar impuestos que son de cargo del prestamista; que otros préstamos, verbigracia, para importaciones, llegan a ganar intereses, mucho más altos que aquel del 12 por ciento, a cuyo linde ya asoma el delito de usura. Esta alza del interés, fatalmente significa nueva alza de los costos.
- La baja de los títulos y acciones. No hay dinero para invertir en ellos; pero además, es natural que el dinero vaya a las colocaciones en inmuebles, donde se descuenta una renta más alta o una valorización segura - la moneda ha perdido su función de reserva; pero la tierra, no - o a los préstamos privados que ganan el doble del interés real - real y no nominal - de los papeles. La frustración del mercado de capitales es una frustración de la obra pública y de la inversión privada. Es también aumento de costos, por el continuado empleo de equipos vetustos o de equipos que debían ser renovados.
- El abuso del redescuento que contribuye a acelerar la velocidad de circulación de la moneda y es a su vez una consecuencia de esa necesaria aceleración. Pocas unidades frente a costos más altos, obligan a utilizar más número de veces esas mismas unidades, como, según el ejemplo clásico, cuando hay que transportar mayor volumen con el mismo número de vagones, debe lograrse que éstos se desplacen con mayor rapidez.
- Y, last but no least, este otro fenómeno: la desvalorización externa de nuestra moneda es inferior a la desvalorización interna. La moneda va al mercado de los bienes de consumo. Hay allí más abundancia relativa de la misma que en el mercado cambiario. El dólar no se ha valorizado más, como lógica y naturalmente debió haber ocurrido, entre otras razones, porque faltan "pesos" para comprarlo.
Si el precedente y somero análisis es exacto, la situación podría definirse así: Inflación de costos. Política monetaria conservadora que ha impedido que esa inflación se acelerara. Pero dos incógnitas existen: - ¿Hasta cuándo las trabas puestas a la expansión de los medios monetarios podrán actuar?
- Al frenar el crecimiento de los medios de pago frente al crecimiento de los costos ¿no estamos también frenando la expansión de la economía?
Entonces, ¿la solución está en aumentar los medios de pago? Lejos estamos de pensarlo.
Nuestra opinión es, por cierto, otra. Decimos que desgraciadamente los hechos van a obligarnos a reajustar nuestra política monetaria, de acuerdo con las necesidades creadas por la inflación de costos y que la inmediata tarea es evitar que esa inflación de costos continúe. Todo esto exige nuevos desarrollos que no sabemos si estamos en condiciones de hacer.
Claude Bourdet, recordaba por estos días, con motivo de la inquietante situación francesa, el cuento del Rey desnudo. Unos malandrines le habían hecho creer al personaje que le habían vendido un traje invisible. Confiado y ufano, el Rey paseaba así, desnudo y los cortesanos se esforzaban en hacerle creer que estaba vestido. Hasta que un día, un cualquiera inocente, dijo que estaba desnudo. Entonces, todos no tuvieron más remedio que reconocerlo. Cualquiera puede ser el inocente, encargado de revelar la simple verdad. Que el lector busque al Rey desnudo.
Carlos Quijano - MARCHA, 20 de septiembre de 1957.
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