Año III - Nº 153 - Uruguay, 21 de octubre del 2005

 
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La guitarra y yo
* Fernando Quiroga

Dice un licenciado que sabe mucho mas que yo, escribiendo sobre la guitarra y sus intérpretes, que "en ningun otro departamento [del interior del Uruguay] es posible encontrar de forma conjunta figuras como Julio Martinez Oyanguren, Telemaco Morales y Baltazar Benitez. Del mismo modo la presencia más o menos frecuente de Agustín Barrios, Abel Fleury, María Luisa Anido, Atahualpa Yupanqui y Oscar Cáceres hablan con elocuencia del singular clima guitarrístico del que Durazno ha sido escenario".

Quien asi se expresa es Oscar Padrón Favre en su libro "Durazno, bases para una identidad y un destino", página 60, donde hace una mucho más larga reseña de los guitarristas que de una forma u otra han pasado por la villa de San Pedro del Durazno, donde yo nací.

No es raro entonces, que al calor de la clara presencia de la guitarra yo escriba hoy, y haya nacido musicalmente mucho antes. De Durazno fueron mis primeros profesores de guitarra, Baltazar Benítez, y Atilano Reyes, que lo fueron de guitarra clásica, pero también otros que son flokloristas como José María (Joselo) Santini y Pedro Larrique, que con el sonar de sus guitarras cálidas iluminaron los primeros años del tiempo y camino de la música que me seguiría para siempre.

Abel Carlevaro

En ese camino encontré a Abel Carlevaro, y ya en Europa me dediqué también a estudiar los instrumentos antiguos, como la vihuela, la guitarra barroca y la tiorba, de los que me propongo hablarles así como de otras cosas relacionadas con la música, que es un lenguaje con el que hablamos directamente al interior de las personas.

Algunos de los mencionados instrumentos son conocidos de todos ustedes, como la vihuela que ocupa los primeros versos del Martín Fierro de José Hernández. Fué en tiempos de los Austria, Carlos V y Felipe II, que la vihuela estuvo presente en las cortes españolas e italianas, sí, italianas también, porque Jachet de Mantua y Francesco da Milano eran también vihuelistas.

En Italia muchos instrumentos que en su origen habían sido instrumentos de arco, eran adaptados para ser pulsados con los dedos, cuando la madera de la tapa se había "fatigado" y ya no resistía la tensión necesaria de las cuerdas para ser frotadas con un arco, la "viola alla mano" sustituía la "viola d'arco" y servía muchas veces (como aparece en algunos grabados de la época) para acompañar el recitado de poesías.

Éste podría ser el origen y la presencia de la vihue la en tierras italianas, la forma y las dimensiones es como la española, excepto (en sus principios) en el clavijero que tenía la peculiar forma de hoz y las clavijas colocadas lateralmente, de los clavijeros de los instrumentos de arco. La vihuela española en cambio, tiene el clavijero plano con las clavijas atravesando la pala.

Las ilustraciones que aparecen en los libros de los vihuelistas españoles como Lyus de Milan, y otros, nos sugieren un instrumento con roseta central (a diferencia del embudo de pergamino que aparece en la guitarra barroca) de hasta siete cuerdas dobles y la primera simple.

La lectura de la tablatura de éstos autores nos sugieren una afinación progresiva, a diferencia de la afinación de la guitarra barroca y la tiorba que es no-progresiva. Ésto quiere decir que la vihuela se afinaba por intervalos siempre descendentes si se empieza a contar desde la primera cuerda, y siempre ascendentes si se empieza desde la cuerda más grave.

Si la primera cuerda fuera un Sol, como la afinamos actualmente, la segunda será un Re más grave que la anterior, La, Fa, Do, Sol, Fa, sucesivamente, mientras la guitarra barroca se afinaba (en algunos casos y dependiendo del autor) Mi, Si, Sol, Re (hasta aquí progresivamente) pero la quinta cuerda podía ser un La más agudo que el Re y que el Sol anteriores. Sorprendente no? ésto se hacía para ejecutar las "campanelas" pero ésto es otra historia que les contaré otro día.