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Por servir, todo. Por servil, nada
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En una de aquellas famosas publicaciones de Reader Digest donde entre muchas notas y opiniones, cuentos y ensayos solíamos aprender sobre la gran experiencia de la vida, generalmente contada por sus propios personajes, para nosotros era particularmente atractivo leer la página dedicada a “Citas Citables”.
En ella encontramos la inspiración y el intelecto de grandes pensadores, filósofos, escritores, críticos y gente común que a través de un simple “autor anónimo”, refenciaba frases que han acompañado nuestra existencia sin perder vigencia ni valor. “No hay espectáculo más odioso que el de los talentos serviles” rezaba una cita y aprendimos cuan cierta y definitiva es.
Establece con dureza una condición humana y por sí sola ubica a quienes, al margen de posición social profesional o económica, reflejan con su actitud una subordinación que va más allá de lo que establecen normas o pautas de relacionamiento, ya sea con encargados, supervisores, jefes, dirigentes, o quien oficie a cargo.
Sujeción extrema que en oportunidades, conspira contra la responsabilidad y el compromiso que a priori se asume en un trabajo, un cargo, un proyecto. Tanto en la acción desmesurada, más en la omisión, o la complicidad del silencio se comprueba la debilidad de carácter o la ausencia de ánimo para afrontar los retos y desafíos que se asumen por propia voluntad.
Como en muchos órdenes de la vida se puede ejemplarizar con actores que ofrecen una actitud servicial y se esmeran porque su trabajo sea útil a la empresa o institución para la cual trabajan.
En cambio también se percibe a aquellos que pudiendo ser serviciales, o teniendo todo para serlo, no llegan a ser más que tímidos serviles.
Nuestra Institución Policial integrada por hombres y mujeres forjados en el sacrificio, el dolor y el renunciamiento, mantiene históricamente una loable actitud servicial, con una profunda vocación por servir, por ser útil a la sociedad, más allá de la adversidad que la profesión representa.
Está claro que debe cuidar y mantener ese perfil, esa humildad, reclamando el contar siempre con camaradas dispuestos a entregar de sí, el mejor esfuerzo por la causa social, pero también debe aprender rechazar a quienes no calzan el mismo compromiso o a “no pedirle peras al olmo”. Y a quien le quepa el sayo…
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