El holocausto de Terebinto
por Carlos Dabdoub Arrien
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Santa Cruz de la Sierra, un simbolo historico de Democracia, libertad y autonomía, que eventualmente prevaleceran.
A fines de 1955 el MNR decide conformar el binomio Hernán Siles Zuazo–Ñuflo Chávez Ortiz. El cruceño Ñuflo estaba en el momento culminante de su carrera política. Las elecciones se llevaron a cabo por primera vez aplicando la ley del voto universal. Esta fórmula triunfa con el 78%. La situación económica y social era grave. Había una gran inflación. En los días previos a la posesión de las nuevas autoridades en agosto de 1956, el valor del dólar oficial era de 190 bolivianos y en el mercado paralelo se llegaba a pagar 14.000 por cada dólar americano, lo que obligó al presidente Siles dictar el decreto de estabilización económica a finales de 1956, conocido como Plan Eder.
En Santa Cruz, nuevamente la Federación Universitaria Local toma a su cargo la reorganización del Comité pro Santa Cruz bajo la conducción del doctor Walter Suárez Landívar, Rector de la Universidad Gabriel René Moreno. En el mes de junio de 1957 se eligió una Mesa Directiva ad hoc, integrada por el doctor Guillermo Weise Gutiérrez, el coronel Ernesto Wende y Fausto Medrano. A este directorio provisional se le encomendó la redacción de los nuevos estatutos, que fueron aprobados el 4 de julio del mismo año. Su parte declarativa expresa la finalidad de promover el engrandecimiento moral y material de Santa Cruz, así como su carácter apartidista, estableciendo que “en su seno no podrán proponerse ni discutirse cuestiones de índole política, ni sus dirigentes podrán ejercer altas funciones públicas, a no ser las de orden cultural”.
Posteriormente el Comité Cívico convoca a elecciones, siendo elegido como presidente el médico Melchor Pinto Parada, quien ejerció este cargo desde el 17 de agosto de 1957, un año después que Hernán Siles Zuazo asumiera el mando del gobierno. Su bandera de lucha tuvo como base jurídica la ley sobre regalías petroleras el 15 de julio de 1938 promulgada por el presidente ‘camba’ Germán Busch. Sus objetivos inmediatos eran tres: 1) Promulgación de la ley sancionada por el Congreso Nacional, referente a la interpretación del artículo 104 del Código de Petróleo. 2) Transferencia al departamento del monto económico de 237.800.000 de bolivianos. 3) Realizar el estudio adicional de un Convenio Comercial al Tratado Ferroviario que tenía el Estado con Argentina.
Santa Cruz convertida en el epicentro de la oposición al régimen gubernamental, comenzó a ser el núcleo principal de la persecución política. En la época, son detenidos 47 ciudadanos que fueron concentrados en el centro de prisión ‘Ñanderoga’, situado en la calle Bolívar, a media cuadra del lado este de la plaza principal, que debían ser transportados por avión a La Paz. Entre ellos viajaba mi tío materno, el coronel Andrés Saucedo Lanza, quien durante el vuelo desenfundó un revólver que tenía escondido que sirvió para inmovilizar a los agentes del gobierno central, secuestrando la nave (DC-4) –el primero de la historia mundial–, y cambiando su rumbo hacia Salta, en Argentina. Esto ocurrió un 27 de septiembre de 1957.
Luego de la creación de la Unión Juvenil Cruceñista y el Comité cívico femenino en octubre de 1957, los estudiantes Jorge Roca Pereyra y Gumercindo Coronado Zambrana, son asesinados el 31 de octubre y el 7 de diciembre de 1957, respectivamente. El primero fallece en el interior del edificio de la Alcaldía Municipal –hoy Casa de la Cultura–, y el segundo durante la denominada batalla de los Mangales en el barrio Villa San Luís, próximo al Club de Tenis Santa Cruz.
El holocausto de Terebinto
En esta confrontación con el gobierno central por el pago del 11%, en la madrugada del miércoles 14 de mayo de 1958 se produce una revuelta en el país dirigida por Falange Socialista Boliviana, que sólo se consolidó en Santa Cruz, Vallegrande y Camiri. El gobierno de entonces le atribuyó participación política en esta asonada al doctor Pinto Parada, siendo obligado a exilarse en Argentina. Mientras tanto, Lorgio Serrate Ribera quedaría como presidente en ejercicio del Comité pro Santa Cruz.
La prensa nacional informó que el mismo 16 de mayo los subversivos habían logrado controlar la ciudad y que a la medianoche de ese día, milicias armadas de campesinos conformadas por cerca de diez mil campesinos armados provenientes de Ucureña (departamento de Cochabamba) partían a sofocar el foco rebelde. Al llegar a Santa Cruz empezó la persecución, asesinando de manera cruel y sanguinaria a un grupo fugitivo de unas diez personas que escapaban después del motín, siendo la mayoría de ellos universitarios. Previamente habían sido torturados y luego mutilados. Este hecho de barbarie ocurrió el 19 de mayo de 1958 y se lo conoce como la “masacre de Terebinto”, lugar situado al noroeste de la ciudad.
Simultáneamente, en la ciudad capital se cometían “tropelías, saqueos, violaciones de mujeres, incendios y destrozos de oficinas (Comité pro Santa Cruz, Club “24 de Septiembre”, etc.) y domicilios de distinguidas familias”. Al respecto, decía Hernán Ardaya: “Los nombres de esos hermanos salvajemente inmolados, se conservarán en el recuerdo de todos los buenos cruceños, como las víctimas del odio ancestral de quienes siempre se opusieron al desarrollo y adelanto de Santa Cruz. Otros relatan también que “Los invasores persiguieron, encarcelaron, desterraron, humillaron, torturaron y asesinaron a jóvenes, niños y ancianos, con una ferocidad sólo comparable con las atrocidades cometidas en Europa por las huestes de Atila, ‘Rey de los Hunos’, entre los años 450 – 453 de nuestra era”. Al mismo tiempo, panfletos editados en el Ministerio de Agricultura de La Paz tildaban a Santa Cruz de separatista y anexionista al Brasil.
El 23 de mayo de 1958 en carta abierta al presidente Hernán Siles Zuazo, el doctor Lorgio Serrate desde San Pablo le expresaba que los invasores “…llevados a Santa Cruz a sofocar “la revolución falangista”, están creyendo que han llegado a una tierra de nadie, y por su propia cuenta incontrolada están confundiendo a Falange con Santa Cruz… Los hombres que vivimos ausentes de la Patria muchos años, consagrados por entero a nuestro trabajo y por consiguiente, con mayor serenidad para juzgar los acontecimientos que en ella se suceden, asistimos avergonzados a esta hora que marca el reloj de Santa Cruz de la Sierra, con numerosos ensangrentados, y tenemos el deber de alzar nuestra voz de protesta contra esta ola de crímenes que constituyen una cobardía y una vergüenza nacional…No puede ser Santa Cruz la Hungría sudamericana”.
Concomitantemente, el Diario Ilustrado de Santiago de Chile del 8 de julio del 58, relaciona la ejecución el 16 de junio de 1956 por el gobierno húngaro de Nagy y Maleter, Primer Ministro y Ministro de Defensa respectivamente, con los acontecimientos acaecidos en Santa Cruz, “sobre los cuales nada ha dicho la prensa, ni las cancillerías ni las Naciones Unidas”. La nota hace mención “de tres mil indios de Ucureña que portaban armas automáticas, recientemente donadas por el gobierno de Estados Unidos dentro de su plan de seguridad continental. Dichas milicias encontraron a un pueblo pacífico e inerme que atónito y sorprendido las vio desfilar marcialmente… La ocupación de Santa Cruz por las fuerzas campesinas de Ucureña –que permanecieron más de diez días en la ciudad– dejó el saldo de muchos muertos. Pero estos muertos no fueron el resultado de combate alguno con los milicianos. Fueron simples víctimas asesinadas y descuartizadas por las hordas que aleccionadas bajaron de las montañas de Cochabamba”.
El corresponsal del Diario de La Paz, en nota del 27 de mayo (1958) hacía estos comentarios: “Como corolario de todo esto, Santa Cruz vive actualmente una etapa difícil de su historia, donde rige una situación policiaria tremenda y peligrosa. Las calles, a horas nueve se encuentran desoladas y silenciosas. Su gente, con el rostro entristecido llora en silencio su dolor y su tragedia. La impotencia de sus habitantes ante la presencia de fuerzas que en lugar de servir como garantía siembran el pánico y el terror. Hombres, niños y mujeres de alto rango social o del pueblo se encuentran sumidos en una desesperación que llega a lo imposible e increíble. Hay terror y odio, temor y ansiedad, ansiedad de paz y tranquilidad… En resumen, lo que hace el gobierno por medio de sus delegados especiales, su prensa y su radio es sembrar y ahondar el odio entre bolivianos”. “Que alguien diga en Bolivia que Santa Cruz es tan boliviano como cualquier otro pueblo de Bolivia”, cerraba la crónica sobre los luctuosos hechos”. El 28 de mayo la Dirección Nacional de Informaciones del gobierno negaba tales hechos y aseguraba que las noticias y las denuncias publicadas en El Diario “eran parte de una campaña conspirativa”, organizado por un reducido grupo de oligarcas que promovían el desprestigio del gobierno y un golpe de estado.
Una misión de la Universidad de Chuquisaca investigó estos funestos sucesos y redactó un informe que fue aprobado por la Asamblea General Universitaria de San Francisco Xavier el 16 de junio de 1958. Dicho documento describe detalladamente los horrendos asesinatos, y señala que el Comité Cívico a diferencia de lo que dice la propaganda oficial, fue una fuerza moderadora, de garantías democráticas y que no había registros reales que hablen de separatismo. El laureado vate beniano Pedro Shimose reflejó en los versos de su poema “Terebinto” el drama que vivió Santa Cruz en aquella época:
Terebinto
“Santa Cruz de la Sierra dolorosa, mi sangre está hecha de tu sangre y tu martirio es mi martirio.
En tu rostro se va el beso como una huella de traición, en tus lágrimas se va el musgo de aguaceros perseguidos.
Ay Terebinto, Terebinto.
Crujen los huesos de los destripados, sangran los pies de los fugitivos que volvieron a los bosques a pelear por lo que es nuestro, por lo que es tuyo, madre nuestra.
Lloran las viudas sobre las moscas de sus hijos muertos.
Les sacaron los ojos, les cortaron la lengua, les cortaron los dedos, uno a uno, para que no pudieran contar los días de la venganza que se avecina con los segundos de los minutos, con los minutos de las horas, con las horas del porvenir, con todo el rencor de nuestra soledad y desamparo.
Ay Dios mío, Dios mío, desde los cerros las sombras se descolgaron y cayeron sobre el día y rodaron por las carreteras.
A machetazos, a culatazos, quisieron doblegarte y humillarte cuando estabas maniatada y cuando los cuervos decían: ‘no pasa nada’… y los milicianos te horadaban el cráneo, y los milicianos violaban a las mujeres, aquí no pasa nada y los milicianos incendiaban arrozales, y con los milicianos se cumplía la orden de los déspotas!
¡Santa Cruz de la Sierra dolorosa y heroica, no fui un cobarde ni me oculté ni te negué cuando te flagelaron en las plazas y nadie se atrevió a defenderte.
Cuando nadie tuvo el coraje de ser hermano tuyo, cuando tus hijos se hundieron en los bosques entre mosquitos y sanguijuelas, entre sapos y humedad y tiros!
Cuando te mascaron las entrañas yo estaba allá en el Ande junto a los que te quieren bien y te querrán desde que te querían, padeciendo lo que padecías, llorando lo que llorabas y esperando la hora de estos versos.
¡Ay Terebinto, Terebinto, te llevaré por siempre en la memoria!".
Al retornar Pinto Parada de su exilio el 18 de julio de 1958, luego de haberse declarado una amnistía general el 24 de junio de ese año, sería reelegido como presidente del Comité Cívico, con la única inclusión del dirigente sindical Lorgio Serrate Ribera en la vicepresidencia, que se encontraba acéfala por la muerte del señor López Mendoza. El acto de posesión se realizó el 4 de agosto en el Círculo de Amigos “Ramón Hurtado Moreno”.
En la noche del 26 de junio de 1959 la muerte de un sargento de carabinero en la plaza principal, fue el acicate para que nuevamente el presidente Siles y su ministro de Gobierno, Walter Guevara Arze ordenasen una segunda ocupación de la ciudad de Santa Cruz, “movilizando diez mil efectivos militares y cinco mil milicianos, entre mineros y campesinos de Ucureña, que proclamaban la misión de eliminar a los separatistas cruceños”. Las radioemisoras, especialmente radio “Illimani”, difundieron la noticia de que en Santa Cruz “había estallado una revolución separatista”. Para impedir un nuevo genocidio, el Comité Cívico resolvió declarar a la capital cruceña ‘Ciudad Abierta’ y evitar que los invasores tomen la ciudad a ‘sangre y fuego’. Muchos jóvenes fueron aprehendidos y trasladados al Panóptico Nacional de La Paz. Algunos fueron liberados, pero la mayoría siguieron viaje a Lima en calidad de exiliados políticos. Otra vez, el 9 de julio de 1959 sale exiliado el docto Melchor Pinto Parada, esta vez rumbo al Perú, retornando pocos meses después, siendo recibido en el aeropuerto “El Trompillo” y conducido a la plaza “24 de septiembre” como un verdadero héroe y líder indiscutido de las reivindicaciones regionales.
A casi dos años de presentarse finalmente fue sancionada esta ley en reunión del Congreso el 15 de enero de 1957. Finalmente, el proyecto de la ley Interpretativa del artículo 104 del Código de Petróleo propuesta por el diputado Virgilio Vega Terrazas se promulgaba como Ley de la República el 21 de diciembre de 1959 en acto solemne que cumpliera Rubén Julio Castro como presidente del Congreso Nacional, habida cuenta el Presidente de la República Siles Zuazo no quiso firmarla. Había triunfado el movimiento cívico-regional.
Reflexiones finales
Siendo que para el poder central los territorios de la periferia representan sus colonias, de acuerdo a Maquiavelo, hay tres formas de conservar las ciudades conquistadas acostumbradas a vivir en libertad: “la primera es arrasarlos, la segunda ir a vivir allí personalmente y la tercera dejarlos vivir con sus leyes, cobrándoles un tributo y creando en su interior gobiernos oligárquicos que los mantengan aliados”, advirtiendo además que “es más fácil gobernar una ciudad acostumbrada a vivir en libertad, utilizando a sus propios ciudadanos que de cualquier otra forma…”.
Según Fernando Pires (2009), Karl Marx (1818-1883) decía que la historia se repite: una vez como tragedia, otras veces como comedia, queriendo significar que la historia intenta repetirse a sí misma, o lo que es parecido: regresar a sus orígenes. Por su parte, Sigmund Freud (1856-1939), en indirecta sintonía con Marx explicaba que el pasado siempre vuelve, ya sea como sueño o como pesadilla. Pero Freud añadía que el pasado que vuelve es otro pasado, cuyo lugar de origen no está en el pasado, sino en el presente. En otras palabras: aquello que vuelve no es una repetición, sino una forma del pasado hecha presente. Extrapolando la tesis de Freud al espacio político, esta tesis significa que, para que el ayer sea pasado, y nunca más presente, hay que desalojarlo de lo actual, entendiendo al pasado como lo que realmente fue: pasado.
En el caso cruceño, durante los años cincuenta del siglo pasado, las fuerzas opresoras gubernamentales conducido por un centralismo político secante, invadieron y tomaron la plaza de Santa Cruz de la Sierra con sus 50.000 habitantes, en dos oportunidades (1958 y 1959). No sólo hubo asesinatos, sino también presos políticos, exilios y represión. Crearon una sensación de pánico y de miedo, con el propósito de amilanar y acallar a la dirigencia civil. Lo consiguieron por algún tiempo, sin embargo, finalmente triunfó la causa cruceña, con el reconocimiento de la ley de regalías y el desembolso de los primeros ingresos para el desarrollo de la Santa Cruz moderna y consiguiendo para los demás departamentos del país el acceso directo a estos recursos. Sería el primer paso camino a la autonomía departamental.
A medio siglo de estos sucesos, el pueblo cruceño vive una situación muy parecida. Un gobierno fuertemente centralista con principios autocráticos y despóticos, ejercitando una política tipificada como ‘terrorismo de estado’, busca amedrentar al pueblo cruceño, a sus autoridades y dirigentes, con el único objeto de llegar a las elecciones de diciembre próximo a paso de parada, sin oponente alguno.
Es bueno refrescar la memoria de lo que ocurrió en Santa Cruz hace 50 años. El slogan de aquellos tiempos fue “agua, pavimento y luz pa’ Santa Cruz”, y triunfamos. Hoy con una población de más de dos millones y medio en el departamento, el grito es “democracia, libertad y autonomía”. Tengamos fe, volveremos a vencer.
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